Santos Aquino Rubio

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Desde las grandes confrontaciones ideológicas que tuvieron lugar en el mundo, sobre todo entre los siglos 18, 19 y 20, el tema de la riqueza y su justa distribución constituyó siempre uno de los ejes centrales de toda discusión.

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Incluso, tratadistas como Carlos Mark, Adams Smith, centraron sus esfuerzos y enfoques en los lados justos e injustos de la producción, aplicación y distribución de los beneficios surgidos del esfuerzo del hombre en la obtención de esas riquezas.

Los medios de producción, el pensamiento filosófico y político, se mezclaron de tal manera, que persiguiendo la razón, la brecha visible, la hacía más distante e inalcanzable. Hoy en día, con diferentes formas y enfoques, esa brecha se mantiene y se abre, dejando injustamente el camino abierto a los que más tienen y pueden, en perjuicio de quienes producen las riquezas sin derecho a poseerlas.

En República Dominicana, la injusticia es clara, la justicia ciega y la comprensión nunca encuentra la luz al final del túnel, porque los amos de las riquezas tapan y cierran los túneles, apagan y encienden las turbinas para generar energía cuando les parece, cargan de impuesto al pobre sin atender reclamos.

Los bancos despojan lentamente de sus ahorros a los que poco tienen sin derecho a reclamos, los impuestos aumentan y los salarios duermen, la escuela es más costosa para los niños y cuando el Estado invierte, se queda en pocas manos.

No hay jueces ni fiscales que defiendan sus derechos y hasta la diosa Themis dejó caer la venda para no ver al pobre pidiendo más justicia, sin poder disfrutar de lo que siembra y siega. Ni derecha ni izquierda, no valen sus promesas.

El político sigue pensando en la gente cuando está en la oposición, pero cuando llega al solio, es lo que menos le importa, se acorrala con los pocos que tienen el capital y todo es para ellos, para poder “gobernar”. !Hasta cuando!