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Santo Domingo

La hora final en que el pueblo madurará a Maduro

Miguel Guerrero

Cada cierto tiempo, cuando observa la casa caérsele encima, el presidente Nicolás Maduro hace un llamado a la oposición para restablecer un diálogo que él ha hecho imposible y para el cual no existe condición alguna.

Y no acaba de apagarse el eco de su exhortación, cuando le vence su verdadero yo amenazando al parlamento y a los jueces designados legítimamente por la Asamblea con un escalofriante “los voy a meter a todos en la cárcel (32 en total), uno a uno”, lo que ha cumplido ya parcialmente con los primeros cuatro.

Todo esto a días de la celebración de una Constituyente, con la cual el dictador chavista espera adueñarse de todo el poder, parte del cual perdió abrumadoramente en las elecciones legislativas pasadas por decisión de un pueblo cansado y aterrado por la represión violenta, el desabastecimiento de productos básicos, la carencia de medicamentos, el abandono de escuelas y hospitales y la supresión de los derechos y libertades fundamentales.

Una supuesta revolución que ha empobrecido a uno de los países más ricos del mundo, con reservas petroleras superiores a todas las conocidas, a pesar de lo cual precisa de importaciones de combustibles y productos derivados del crudo para abastecer precariamente las necesidades de la economía, en total y absoluta bancarrota.

Y mientras el régimen amenaza a la población con terminar de desconocer el parlamento y las leyes y designaciones que la Constitución le reconoce dentro de sus amplias atribuciones, miles de venezolanos, cargando cuanto pueden en sus maletas, cruzan la frontera hacia Colombia, buscando aires de libertad y seguridad alimentaria.

Interminables filas de gente trabajadora, que huye de un país destruido por la corrupción y la ambición de poder de un grupo delirante incapaz de aprender las lecciones de la historia, a días ya de su propia destrucción. La hora final en que el pueblo madurará a Maduro.

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