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Santo Domingo

La Hojarasca, una mirada intimista a las herencias, los afectos familiares y a la naturaleza

Humberto Almonte 

Analista de Cine

El cine y algunos cineastas gozan de la capacidad de entrar por las grietas sociales o emocionales, colándose en lo más profundo de las interacciones humanas, algo que ha logrado el documental La Hojarasca presentado en la programación del Festival Miradas Doc en el Centro Cultural de España en Santo Domingo. 

Asistimos a una obra con una mirada penetrante, de ritmo moroso y con una delicada empatía para con las personas intervinientes, una mirada que nunca abandona mientras documenta su comportamiento, el cual podemos apreciar en todos sus matices desde el inicio. 

La Hojarasca nos habla de Elsa y su hermana menor Maura, que regresan a la casa natal tras más de 20 años. Allí vive Carmen sola, su otra hermana, que mantiene las precarias propiedades familiares. La enfermedad degenerativa de Maura no deja de avanzar, mientras Elsa pretende resolver con Carmen el reparto de la herencia de sus padres. Entre recolectas de almendras y discusiones nunca terminadas, afloran viejos conflictos que parecen despertar el rumor del volcán. Una película híbrida entre el documental y la ficción con elementos de suspense y misterio que está protagonizada por la familia real de la directora: sus dos tías y su madre.

 

La dirección y el guion de esta ópera prima de 72 minutos recaen en Macu Machín, mientras que las intervinientes son Elsa Machín, Maura Pérez, Carmen Machín. El lugar de rodaje es Las Palmas de Gran Canaria, España, con el detalle de la erupción del Volcán de Tajogaite mientras se rodaba.

Anclado en una narrativa cargada de sencillez, a caballo entre el documental y la ficción, La Hojarasca nos lleva hacia una intersección donde se confrontan las relaciones familiares, las herencias, el cariño y los fenómenos naturales en una Canaria vista desde el otro lado del turismo, el de sus habitantes. 

Hablar desde la cercanía y lo conocido 

Machín toca un tema cercano, pero no por ser a familiares a los que se acerca pierde esa precisión narrativa en su mirada, algo que podemos apreciar a lo largo del documental. Son tres mujeres, un terreno y un volcán, pero las mayores tensiones se dan entre Carmen, la que reside allí y Elsa, que parece ser la más empeñada en la repartición de la herencia. 

La efectividad expresiva viene de que esta experiencia ha sido vivida por muchos de cerca, en donde los desencuentros, las avaricias y las fracturas provocadas por las herencias y el proceso de repartición suelen ser procesos tortuosos, intensos, largos y desgarradores y no todos mantienen la cordura y el equilibrio emocional suficiente. 

Las tres hermanas entran en esa dinámica de la repartición de los terrenos heredados como entraban los gladiadores al Coliseo romano, de ese enfrentamiento fratricida solo se salvan por el afecto que se tienen y que prevalece sobre las necesidades materiales.  

Machín mantiene el pulso controlando su obra, cuya tensión psicológica nos mantiene como espectadores atentos a la pantalla y casi atados a nuestros asientos, a imagen y semejanza de La Caverna de Platón. Mantener esa compostura mientras filmas a tu madre y tus tías en medio de este proceso nos dice que esta creadora tiene lo que se necesita para mantenerse en la industria cinematográfica. 

Esa atmósfera de La Hojarasca se consigue no solo con esa disciplina artística, técnica y emocional de Macu Machín, sino con una fotografía como la de  José Ángel Alayón, Zhana Yordanova que mantiene la distancia exacta entre la cámara y las intervinientes, la música minimalista de  Jonay Armas muy en contacto con las esencias psicológicas de Elsa, Maura y Carmen, todo ello coronado por el ritmo constante y como hemos dicho, moroso en el montaje de Manuel Muñoz Rivas,  Ariadna Ribas  y Emma Tusell. 

Unas tierras, una familia y un volcán 

La tierra alivia su stress de varias formas, una de ellas vomitando lava, paralelismo acertado en este trabajo, pues discurre paralelamente a los sucesos familiares, y otro acierto de la realizadora que incorpora ese acontecimiento natural y lo integra a la estructura narrativa de la película. 

La Hojarasca, documental dirigido por Macu Machín, nos introduce en el universo familiar donde tres hermanas intentan acordar la repartición de una herencia, provocando el desplazamiento de las placas tectónicas emocionales y casi una erupción para aliviar las tensiones . Al final, con ese final abierto, no sabemos si este conflicto se pospone o se concluye, así que le toca al espectador sacar sus conclusiones.  

 

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