Humberto Contreras Vidal
Conforme al diccionario de la lengua española “ranking” es una voz inglesa que corresponde con un sustantivo masculino cuyo significado es: clasificación de mayor a menor, útil para establecer criterios de valoración. Así, cuando se habla de rankings universitarios hay que entender que se trata de una clasificación de universidades de mayor a menor. Dejando claro de alguna manera, que según ciertos criterios una universidad ha resultado con mayor valoración que otra.
Todas las universidades son instituciones de educación superior. Pero no todas las instituciones de educación superior son universidades. Esta realidad convierte a muchos “rankings” universitarios en falacias que violentan principios metodológicos básicos del conocimiento científico. Dicho de otra forma, ofenden la inteligencia de personas que hacen vida en la educación superior.
Cuando se analiza el término universidad; dos acepciones son esenciales, conforme al mismo diccionario señalado. La primera es que, una universidad es una institución de educación superior que comprende diversas facultades, y que confiere los grados académicos correspondientes. Y la otra, señala que la universidad es universalidad. (Cualidad de universal).
Todas las universidades son instituciones de educación superior. Pero no todas las instituciones de educación superior son universidades.
En consecuencia, la universidad es una institución de educación superior que ofrece múltiples carreras vinculadas a diferentes facultades. Las facultades universitarias ofrecen estudios especializados en un área del conocimiento. Así, por ejemplo, la facultad de ciencias de la salud ofrece las carreras de medicina, odontología, enfermería, bioanálisis, entre otras de esa área del conocimiento.
Una universidad requiere de varias facultades. La universidad que cuenta con un mayor número de facultades en la República Dominicana es la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Y la que posee un mayor número de carreras por facultades. Esto implica que es la universidad que más títulos diferentes otorga en los niveles técnicos superiores universitarios, de grado y postgrado.
En pocas palabras, la UASD es la universidad que más se ajusta, por no decir que es la única o una de las pocas, que se ajusta a los criterios que definen una universidad.
Cualquier ranking nacional o internacional que olvide lo que es una universidad es simplemente una falacia. Es un error metodológico colocar en una misma escala instituciones de diferente naturaleza. Una institución de educación superior que se dedique a formar profesionales en una sola área de conocimiento no es una universidad. En consecuencia, no debería aparecer comparada con las universidades.
Nos atrevemos a ir más lejos, el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT) debe evaluar la posibilidad de definir con mayor claridad cuando una institución de educación superior puede utilizar el nombre de universidad. Esto se puede alcanzar estableciendo un mínimo de facultades. Mínimos de carreras. Mínimo de estudiantes, entre otros parámetros que desde ya son conocidos. El nombre de universidad no debe seguir siendo tomado con tanta facilidad. Y mucho menos, comparándolas con otras instituciones que no llegan a ser universidad y que erróneamente aparecen por encima de verdaderas universidades.
No se pretende dar una clase en este breve texto, pero no se deben graficar centímetros y pulgadas en una misma escala. Ni en un estudio de plátanos se puede llegar a la conclusión de que el sabor de la naranja es más ácido. Tampoco podemos hacer un ranking de los vehículos de cuatro ruedas y, al final, lo mejor valorado sea una motocicleta. Estos errores inaceptables en términos metodológicos son comunes en algunos estudios científicos nacionales y extranjeros cuando se realizan los famosos rankings universitarios.
Hay que respetar el trabajo de muchas personas que se esfuerzan por ofrecer un servicio educativo diverso en medio de las limitaciones que son impuestas a los países latinoamericanos. No debemos continuar haciendo el juego a otros. Es momento de que diseñemos nuestros propios instrumentos para medir lo que hacemos, y así podremos presentar nuestras propias valoraciones de nosotros mismos.