Darielys Quezada
La República Dominicana se encuentra en una de las etapas más activas en lo que respecta a la diplomacia y la política exterior, ha estado presente en todos los espacios en los cuales tiene la oportunidad de fijar sus posiciones sobre los problemas que afectan al país, a la región y a otros países.
En temas como la inestabilidad política, social y económica de Haití que afecta directamente a la República Dominicana; la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha golpeado a muchos países; las elecciones de Venezuela del 28 de julio de este año, que ha sido centro de críticas al cuestionarse sus resultados; o la situación del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, donde se rechaza por considerarse una dictadura en la que se violentan derechos, el Gobierno dominicano ha hecho públicas sus posturas dentro de este territorio y foros internacionales de alcance global.
Pero también se ha enfocado en fortalecer sus lazos con otros países por considerarlos estratégicos en los objetivos nacionales, como es el caso de los Estados Unidos.
El grito más fuerte y contundente del país ante diversos escenarios internacionales en los que ha formado parte ha sido la situación de Haití.
Con insistencia, tanto el presidente de la República, Luis Abinader, como el canciller dominicano, Roberto Álvarez, han dejado claras sus intenciones: que la comunidad internacional atienda la crisis en el vecino país en escenarios como la ONU y su Consejo de Seguridad, la OEA, y todas las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno en la que ha estado.
Como resultado de esto, el Gobierno ha considerado como “una victoria de la diplomacia dominicana” el despliegue en Haití de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití liderada por Kenia (que ya se encuentra en Haití), al considerar que la persistencia del país contribuyó a que esto fuese una realidad para controlar la violencia en el vecino país.
Los temas
El más reciente movimiento en la política exterior del Gobierno de la República Dominicana ha sido su posición frente a la crisis en Venezuela, luego de las elecciones del país suramericano el 28 de julio de este año.
En una inesperada reacción, el 16 de agosto de este año, tras el acto de juramentación de Luis Abinader para su segundo mandato, veintidós países, entre los que se destacan la Unión Europea, Argentina, Canadá, Chile, España, Estados Unidos, Italia, Portugal y República Dominicana, firmaron en el Palacio Nacional dominicano la “Declaración de Santo Domingo”, en la que hacen un llamado firme a la sensatez y a la cordura en Venezuela, reclaman el fin de la represión de las protestas, exigen la liberación de presos y piden la publicación de las actas de las elecciones del 28 de julio.
De acuerdo con medios de comunicación españoles, la preparación del texto de la declaración fue entre España y República Dominicana y lideró la posición de la Unión Europea.
Pero no todo ha quedado ahí puesto que el presidente dominicano y su homólogo de Venezuela, Nicolás Maduro, se han enfrentado públicamente, desde que se supo que los Estados Unidos había retenido un avión del segundo en territorio dominicano. Los dos mandatarios se han enfrascado en un match desde los espacios que cada uno utiliza para expresarse en sus respectivos países.
En los foros internacionales en los que República Dominicana ha tenido participación, el tema de cómo la guerra entre Rusia y Ucrania ha afectado y cambiado el mundo ha sido también abordado por esta nación. Lo hizo, por ejemplo, en la Cumbre por la Paz en Ucrania que se celebró los dos últimos días en Ginebra, Suiza, donde el presidente Luis Abinader resaltó el impacto negativo de la guerra sobre la economía nacional, al mencionar cómo el conflicto ha afectado la seguridad alimentaria de la población dominicana.
En ese foro refirió lo preocupante que ha sido la guerra tanto por la pérdida de vidas humanas y por la precaria situación en materia de seguridad alimentaria provocada por el daño causado a las instalaciones de producción y almacenamiento de cereales en Ucrania.
En su interés de crear un espacio de diálogo, defender derechos, la democracia y el crecimiento sostenible de las naciones, la República Dominica, Costa Rica, Panamá y luego Ecuador conformaron la Alianza para el Desarrollo en Democracia. Ese espacio ha sido utilizado para fijar posturas en temas regionales, como las situaciones que se dan en Nicaragua que los miembros de la alianza han calificado de arbitrarias, ilegales y violatorias de los derechos de los ciudadanos por parte del gobierno que encabeza Daniel Ortega.