Pedro René Almonte M.

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El 2 de abril del presente año, fue por bautizado por Donald Trump como “el día de la liberación”; ese dia la administración trumpista estableció aranceles para gran parte de los países del mundo. República Dominicana salió “premiada” con un arancel del 10% a sus exportaciones hacia los Estados Unidos (el país destino que encabeza la mayor cantidad de nuestras exportaciones).

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En tal sentido, tras el fracaso de nuestras diligencias para suprimir este arancel, el Banco Central (BCRD), ha decidido jugar con riesgo, devaluando el peso dominicano para compensar esa “Trumpada” de 10%. Con esto el BCRD planea garantizar el crecimiento y la generación de empleo; por otro lado esto va a aumentar el costo de la vida de los dominicanos, puesto que nuestra economía está prácticamente dolarizada, exceptuado los salarios.

El BCRD ha escogido el mal menor. Estados Unidos se dirige a un proceso de bajo crecimiento e inflación; una combinación letal, mientras Trump continua con su política de impuesto al comercio y una lucha sin cuartel contra la Reserva Federal  (FED) para que baje los tipos de interés.

La bajada de los tipos por parte de la FED no se descarta para este mes de septiembre; sin embargo, no se recomienda bajada de tipos en un proceso inflacionario, con lo cual pudiera haber un repunte de la economía pero al costo de una prolongada inflación para los estadounidenses.

Por otra parte, la República Dominicana juega las cartas que el contexto internacional adverso le permite. Dos opciones están sobre la mesa , intervenir para presionar a la baja el valor del dólar frente al peso dominicano y así controlar el costo de todo lo que se compra con dólares, o dejar por el momento que el dólar fluya , mientras se protege el crecimiento económico , la generación de empleo, las exportaciones , el turismo y las remesas .

Tal parece que el dólar podría seguir revalorizándose frente al peso dominicano, mientras esperamos que Estados Unidos termine de poner todas sus cartas sobre la mesa.