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Jacmel, un oasis en el infierno de Haití

Milo Milfort

Jacmel .– Solo la separan 80 kilómetros de la violenta capital de Haití, pero en la ciudad de Jacmel reina la tranquilidad, y ello la ha convertido en el destino de cientos de personas que huyen del terror que en Puerto Príncipe imponen las bandas armadas, cuyas acciones provocaron el año pasado más de 5.600 muertes violentas en este empobrecido país caribeño.

Joane, de 45 años, vivió y creció en en Delmas 24, en el barrio de Solino, no lejos del centro de Puerto Príncipe, pero en abril de 2024 se vio obligada a trasladarse a Jacmel, donde asegura haber encontrado tranquilidad.

“Todo el mundo huyó del barrio. Huimos por la noche sin poder llevarnos nada”, narró a EFE la mujer, quien trata de rehacer su vida en Jacmel, haciendo lo que más le gusta: vender artesanía.

Desde entonces, todo ha cambiado para ella. Ha recuperado la tranquilidad que perdió hace tanto tiempo. “En términos de seguridad, es totalmente diferente a Puerto Príncipe. No hay problemas con bandas armadas”, añadió.

Escapar del infierno de Puerto Príncipe

El éxodo hacia Jacmel, conocida por sus paradisíacas playas, se remonta a 2018, cuando la gente empezó en masa a abandonar la capital haitiana. En las calles, en los mercados o en el transporte público las personas entrevistadas por EFE repiten la misma frase: “Abandonamos Puerto Príncipe por la inseguridad.

La capital “es un infierno, aunque me paguen por vivir allí, no voy”, dijo un plomero mientras hacía unos trabajos en una casa de esta ciudad, engalanada estos días con motivo de la visita el pasado miércoles del presidente de Colombia, Gustavo Petro.

El área metropolitana de Puerto Príncipe, donde vive al menos un tercio de la población haitiana, vive un recrudecimiento de la inseguridad marcado por el aumento de las masacres y los ataques armados, las violaciones en grupo, los robos, los asesinatos y los secuestros para pedir rescate.

Miles de personas se ven obligadas a refugiarse en campamentos inmundos, abandonar la capital o simplemente huir del país, buscando refugio en otros lugares.

Al menos el 85 % del área metropolitana está en manos de bandas armadas, que multiplican el número de peajes, el precio del transporte público e incluso de los productos de primera necesidad, arrojando al menos a 1 de cada 2 haitianos a la inseguridad alimentaria.

Puerto Príncipe se está convirtiendo en una cárcel al aire libre, donde la libre circulación de personas y mercancías ha dejado de existir. Todo el centro de la ciudad, corazón económico del país, ha sido destruido hasta tal punto que parece haber sido sacudido por un gran terremoto.

En Jacmel, sin embargo, la realidad es muy distinta. En las calles y los barrios la gente puede circular libremente.

Jacmel, una ciudad turística y cultural

Con más de 180.000 habitantes, Jacmel impresiona por sus playas y cascadas, sus lugares y sitios históricos, su urbanismo y patrimonio arquitectónico únicos, y su gente acogedora y orgullosa de su ciudad, la primera en ser electrificada en la región del Caribe en 1895, y el lugar donde se creó la bandera de la Gran Colombia en el siglo XIX.

Es un destino altamente cultural, histórico y turístico. Su carnaval anual destaca por sus múltiples colores, sus máscaras y su ambiente festivo.

En Jacmel se redescubren actividades que habían desaparecido por completo en la región de Puerto Príncipe. Por ejemplo, estudiantes haciendo sus deberes en lugares públicos e iluminados.

“En cuanto todo vuelva a la normalidad, volveré a Puerto Príncipe”, señaló Joane.

En los últimos años, los intentos de los miembros de las bandas por establecerse en Jacmel han fracasado. Algunos han sido asesinados y otros detenidos en esta pequeña ciudad donde todos se conocen y donde los habitantes sólo se enteran de lo que sucede en la capital a través de las noticias.EFE

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