Manuel Hernández Villeta
Estabilizar los precios de los comestibles, es imposible sin un previo acuerdo entre el gobierno y los empresarios. Los intermediarios, deben ser regulados, pero constituyen un mal necesario, son los que compran y venden.
Un programa como el del campo al mostrador luce débil, y sin fuerzas para imponerse. Al hablar y planificar vender directamente del campo al mostrador de los colmados, se echa por la borda una realidad del agro dominicano de hoy.
El abastecimiento sin intermediarios desde los predios agrícolas hasta los colmados, sería adquirir la mercancía desde la pequeña red de los campesinos. Para un abastecimiento masivo a nivel nacional ello no es posible.
El conuquismo ya desapareció. El finquero individual que jugaba a producir su minifundio y vender a la orilla de las carreteras, quedó en el pasado. Ese pequeño productor ahora solo cultiva para dar de comer a sus allegados y vender los excedentes a los camiones que circulan por su zona.
La agroindustria es la que domina el mercado de producción. Cumple con su labor, y desde hace años en el país no se produce desabastecimiento de productos. Otra cosa son los precios de sustentación de los mismos.
El agroindustrial no utiliza masivamente a los intermediarios. Vende directamente sus productos a los almacenistas o a los supermercados, y a los grandes distribuidores. De ahí se surten los colmados.
No se va a lograr rebajas de los precios de los alimentos básicos de la población tratando de fortalecer a un segmento que desapareció hace años producto de los altos costos del desarrollo de la agricultura moderna, a la falta de créditos bancarios, y a un mercado que para ellos, era de subsistencia.
El Banco Agrícola y el ministerio de Agricultura deben seguir dando protección a esos labriegos del minifundio, para que no se mueran de hambre, pero sin planificar que a través de ellos van a ser rebajados los precios de los artículos.
Es una fórmula poco práctica hablar del campo al mostrador, sin tomar en cuenta los cambios que se han producido en la zona rural, y sobre todo como las agro-industrias se han convertido en los principales productoras y distribuidoras.
Sin formulas mágicas, y sin soluciones de titulares de periódicos, hay que ir al dialogo gobierno, empresarios y colmaderos, para fijar un listado de comestibles que deben ser protegidos y venderse a bajo precio. Es la única forma en que se garantizará la comida barata a la población. ¡Ay!, se me acabó la tinta.