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Insular o la lucha del hombre contra sí mismo

Humberto Almonte

Analista de Cine

Uno de los problemas fundamentales del cine dominicano no es el exceso de películas de un género particular como afirman las leyendas urbanas sobre las comedias, o de la poca cantidad de dramas, para solo mencionar dos casos. Ese problema es la escasez de actitudes experimentales, de nuevas vías como es el caso de Insular que se desvía de esa comodidad en la que se asientan una cierta cantidad de nuestra producción cinematográfica.  

La prueba de que apostar por salirse del molde y transitar por estéticas menos previsibles deja dividendos y está en las obras de cineastas como Johanné Gómez, Nelson Carlo de los Santos, Tatiana Fernández Villegas, Vicky Apolinario, Natalia Cabral, Oriol Estrada, entre otros, que impactan en los festivales y muestras, tanto aquí como en el exterior, obteniendo lauros que captan la atención de los espectadores. 

La película sigue la historia del único sobreviviente de un viaje ilegal en yola desde República Dominicana a Puerto Rico. A medida que pasa el tiempo, el náufrago (Alexis Díaz de Villegas) aprende a lidiar con su aislamiento llegando a fin de mes con lo que le proporciona la isla. Sin embargo, a medida que su cordura se pone a prueba y las líneas de la realidad se difuminan cada vez más, un giro inesperado lo hace cuestionar su razón inicial para irse.

 

Insular está basada en el cuento “La Isla” del autor dominicano Luis Martín Gómez, que indaga en la migración ilegal y cuestiona la validez del sueño americano a través del punto de vista de un profesor universitario que arriesga todo para embarcarse en uno de estos viajes clandestinos con la esperanza de una vida mejor.

La dirección está a cargo de Héctor Manuel Valdez, el guion es de José Ramón Alamá, Héctor Manuel Valdez, Alejandro Andújar, el elenco lo integran Alexis Díaz de Villegas, Paloma Palacios Colón, James Saintil, Perla Vásquez y su duración es de 112 minutos.

Insular se dirige hacia un territorio no exento de riesgos por su apuesta como ejercicio de estilo en sus búsquedas de un lenguaje, de una estética que lo conecta con sus colegas menos previsibles y lo aleja de esa somnolencia acomodada de otros. El realizador y la película se interrogan y miran hacia las interioridades, en un dialogo que los enriquece a ambos, creador y obra. 

Una batalla interior 

La supervivencia no es necesariamente un acto meramente físico como van a experimental El Naufrago (Alexis Díaz de Villegas) o La Mujer (Paloma Palacios Colón), varados en una isla alejada de hombres y dioses, confiados en la esperanza de un rescate que al igual que la utopía se aleja dos pasos cada vez que esa esperanza se acerca.

Valdez se apoya en dos pilares, uno es su apuesta estética de una narrativa basada en una ausencia casi total de diálogos, por lo tanto, se aferra a las acciones de los personajes, siendo que la isla es a su vez un personaje, y dos, en el tour de force de un Alexis Díaz de Villegas en estado de gracia y una Paloma Palacios Colón cuya presencia actoral funciona como elemento disruptivo del orden que muy trabajosamente había construido El Naufrago. 

Cuando planteamos los riesgos que corre el realizador en esta obra nos referimos a una estética experimental que huye de las muletillas de la acción vertiginosa, los diálogos vacios o las preciosidades fotográficas decantándose por la acción interior y las microexpresiones, unas elecciones que conectan al espectador con este drama acerca de la supervivencia. 

Seres humanos y naturaleza se enfrentan visiblemente en el aspecto más lineal y previsible de la narrativa, pero la batalla de El Naufrago y La Mujer es de unas dimensiones colosales, los obstáculos físicos palidecen al lado de los apremios mentales, espirituales y sensoriales que experimentan estos seres atascados en este oasis en medio del desierto acuático que los rodea. 

Las adaptaciones o adecuaciones derivadas de medios literarios al audiovisual corren el peligro de dejar rastros que apuntan demasiado a sus fuentes primarias, pero en Insular no se siente esa carga de lo escrito sobre las imágenes en movimiento o la narrativa audiovisual, algo que puede agradecerse a su guion y de como estructura imágenes, sonidos y las muy escasas palabras, siendo resaltable la puesta en escena de Héctor Valdez que tiene mucha responsabilidad en los resultados expresivos.    

Migración, mares y espíritus 

Todo ese duelo interior de los personajes nos puede llevar a olvidar el substrato social y las necesidades humanas que empujaron a estas personas a correr tal peligrosa aventura, y este es el drama de la migración en el espacio caribeño, y la migración como tema universal, un problema muy presente en nuestras sociedades y que visto lo visto no tiene apariencia de resolverse, ni siquiera en un futuro a mediano plazo.  

Insular de Héctor Valdez se decide por la narración de una batalla del ser humano contra sí mismo mas que un enfrentamiento con la naturaleza en donde un Naufrago y una Mujer tratan de sobrevivir en el marco de este ejercicio de estilo que se aleja de las vías estéticas usuales para mostrarnos las penurias migratorias y existenciales derivadas de unas sociedades desiguales. 

 

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