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Santo Domingo

Inocencia robada

María Hernández
Definitivamente,  la sociedad está cambiando a un ritmo que le hace daño y socava los valores que otrora enriquecían su accionar.
Las redes sociales y algunos medios de comunicación han hecho que para gran parte de la población de nuestro país lo cruel resulte natural y nos hacemos cómplices de violaciones a los derechos humanos con el solo hecho de callarlas.
Quizás recordarán un caso de una adolescente de Haina  de nombre Cristal (nombre ficticio) que estaba viviendo en su casa como un animal de presa. Estaba encerrada en una habitación con una cama,  un televisor y cualquiera de la familia le pasaba la comida por debajo de la puerta.
Su madre, que en ese momento tenía un negocio no la podía atender por lo que siempre estaba al cuidado de su padre o sus hermanos quiénes hasta la bañaban por su condición especial,  que no le permitía hacer nada como lo hubiera hecho una persona sin problemas.
El caso fue hecho público por el periódico El Nacional,  por el periodista José Miguel Montero, hoy fallecido.
Luego de que su caso se dio a conocer la vida de la hermosa joven con cara de ángel y  ternura de un bebé,  se transformó cuando del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública le enviaron dos médicos a su casa quienes les dieron seguimiento por muchos años al caso hasta el cambió de gestión.
Hoy, Cristal está suelta a sus anchas en una selva en donde muchos de sus animales arrasan con todo a su paso,  hasta con la inocencia de la risueña joven.
Lo más criticable de todo es que la comunidad lo sabe,  pero a pesar de que es posible que conozcan a sus agresores no ha caído un solo individuo preso por esa flagrante violacion a una niña con cuerpo de mujer.
Después de 15 años el panorama económico de su familia ha cambiado y ya su madre está sin ningún sustento al igual que el padre. Ya no cuentan con dinero para comprar los medicamentos que tranquilizaban a la joven  y  su nivel de alimentación es precaria, sumado a  un grave problema de salud que la familia desconoce y que la hace orinar y ensuciar sus ropas interiores.
Es muy triste seguir contando esta realidad que parece de novela,  pero que sucede cerca de la capital,  en Haina,  municipio de la provincia de San Cristóbal,  a la vista de las autoridades como  fiscalía, ayuntamiento, Policía Nacional,  juntas de vecinos,  pastores y sacerdotes, entre otros.
Nadie pide ayuda para Cristal y quizás después sean los primeros en llorar cuando llegue la noticia trágica de que la adolescente sucumbió en los brazos de un desalmado que quiso saciar su sed con una niña cuya inocencia no le permite discernir entre el bien y el mal.
Para cualquier ayuda,  este es un hecho real que sucede detrás de un grande y moderno centro de salud que hay en Gringo.
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