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Santo Domingo

Indigentes y enfermos mentales amenazan seguridad del Distrito Nacional

María Hernández

“Directo y en vivo”, dijo un chófer cuando vio a un enfermo mental bajar sus pantalones y aplastarse a hacer sus necesidades fisiológicas en la 27 de Febrero con Josefa Brea, a solo algunos pasos de los agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) que cubren cada día ese entorno para vigilar el comportamiento de los conductores que suben de los puentes Juan Bosch y Duarte.

Los comunitarios de esas zonas deben tener cuidado al transitar por toda esa zona y por los alrededores del Parque Enriquillo, área preferida por los indigentes y enfermos mentales para dormir en el día o la noche.

Lo peor es ver cómo esos seres humanos,  a los que en este país se les han negado todos sus derechos, duermen durante el día donde los tumbe la sustancia,  que en muchos casos, han consumido.

La alcaldía del Distrito Nacional debe mandar a investigar cuántos  enfermos mentales hay en las calles y recluirlos  en un centro de rehabilitación para que puedan reinsertarse de nuevo a la sociedad como entes productivos.

Mientras,  los legisladores deben formular una ley que penalice a los familiares de las personas que por una u otra causa se encuentren desamparadas en nuestras calles y sin hogar.

En el Hipódromo V Centenario hay dos enfermos mentales famosos muy queridos por los moradores.  Uno es Papi, que en un país preocupado por las condiciones de vida de la gente viviera como un joven cualquiera. No sé  qué tipo de problemas tenga, entiende lo que la gente le dice, es muy cariñoso con las personas  y le lleva la devuelta cuando le dan dinero para que lo cambie.

El otro es Salvador,  dicen que estudiaba medicina y lo dejó por alguna razón importante que le dañó su mente. Es muy educado al hablar: Señora, tiene 5 pesos para completar el pasaje. Siempre está leyendo alguna revista o periódico y escuchando música,  tiene viejos Long play de José José,  Rafael,  Juan Luis Guerra y otros. Cuando le preguntan  por su domicilio da su dirección y dice que cuando él va a la casa no hay nadie. Ahora se mantiene junto a sus dos bultos de ropa, que lava y tiende en las calles  en la parada de la México con  Duarte.

Hay plazas y supermercados de ricos ricos invadidas por indigentes y enfermos mentales y  muchos que quizás no tienen ninguna de las dos condiciones,  pero  les conviene vivir así,  como la pareja que duerme abrazada a la intemperie,  frente al elevado de Caribe Tour o los que viven y se bañan, como Dios los trajo al mundo, como dicen, cerca de un lavadero de autos en la Pasteur,  cerca de la Independencia, en Gascue, cuyo sector junto a la Ciudad Colonial son en donde más personas con problemas mentales se observan, quizás por la gran afluencia de turistas que se conduelen de saber que tantas personas están perdiendo el juicio en nuestro país y no hay una política de salud clara, desde el Estado, para corregir la situación.

Hace unos años un fotógrafo, compañero de trabajo, salió corriendo de la institución porque le informaron que el loco que dormía debajo de las escaleras del primer piso le había prendido fuego a su apartamento  dizque cocinando y así se ven a esos seres humanos desahuciados de la sociedad utilizar los parques y debajo de los elevados y de puentes para vivir con toda la basura que siempre les acompaña ocmo sus únicas posesiones.

De acuerdo \con los expertos, los trastornos mentales más comunes son los que alcanzan prevalencias más altas dentro de los que se encuentran en un rango de mayor importancia la ansiedad y la depresión.

Según un estudio denominado: Salud Mental en República Dominicana: Retos y oportunidades, de la Pontificia  Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) del 2020 “Aunque, en general, se trata de trastornos leves o moderados, sus costes en las economías son enormes, aproximadamente el 50% de todos los costes de la salud mental y entorno a un 2% de producto interior bruto (PIB)”, se destaca en el estudio.

Según  la misma fuente, esto se debe a distintos factores dentro de los que se encuentran que  no se les da la importancia debida a pesar de que colapsan las consultas y  no están bien detectados, además, un alto porcentaje de casos no recibe tratamiento y los que los están recibiendo  no evolucionan bien porque, por lo regular, siguen tratamientos de escasa evidencia, consumen psicofármacos durante años, el tratamiento psicológico es testimonial, pese a ser el tratamiento de elección), etc.

Advierte el documento que todo ello provoca cronicidad, a pesar de que existen tratamientos muy eficaces suele haber aumento de la gravedad y comorbilidad, pues se acumulan nuevos trastornos; así como discapacidad en personas en edad laboral, con altos costes no sanitarios.

Mientras tanto, se espera que  la Alcaldía del Distrito Nacional , así  como el Ministerio de Salud Pública elaboren programas conjuntos a fin de sacar de las calles a esos entes que parecen zombis a los que nadie observa hasta que afectan sus propios intereses.

 

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