Andrea García
Las Comisiones de Ética Pública, conforme el decreto que las crean, son órganos compuesto por diferentes profesionales y expertos en diferentes campos, tiene como objeto fomentar el correcto proceder de los servidores públicos de la institución a la que pertenezcan y promover su apego a la ética; así como asesorar en la disposición de procedimientos y normativas que contribuyan a crear un ambiente de integridad y transparencia en su accionar.
Además, se instruye a los directivos titulares de las instituciones públicas del Gobierno central a crear y mantener vigente una Comisión de Ética Pública en la sede de la institución bajo su dirección y en cada dependencia. La Comisión podrá ser apoderada de todos los casos y situaciones que implique una posible falta ética dentro de la institución, con sus servidores y autoridades.
El código de pautas éticas es el instrumento que debe suscribir todo funcionario de alto nivel y remitirlo a la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental (DIGEIG). La ética ha sido el principal valor que ha enarbolado este Gobierno del presidente Luis Abinader y ha sido el éxito de su reelección.
En la actualidad no es suficiente que un servidor público sea competente en su área profesional; debe exhibir un comportamiento que reúna los valores que sustenta la ética profesional laboral, tales como: cortesía, amabilidad, respeto, honradez, no acoso laboral ni ningún acto que surja de situaciones personales que afecten el buen desenvolvimiento en su lugar de trabajo.
Muchas veces, por desconocimiento de la norma de algunos encargados de dependencias de instituciones públicas, realizan actos que pueden constituir falta a la ética. Y muchos servidores públicos por miedo a perder su trabajo no acuden al lugar indicado para ser protegidos por la comisión encargada, la cual debe velar y cuidar del buen ambiente laboral y evitar que se cometan actos de injusticia en contra de algún servidor público.
Los servidores públicos, especialmente mujeres, deben ser respetadas y defendidas. Históricamente las mujeres han sufrido los embates del poder desmedido de aquellos que la ven como una piedra de tropiezo o muy vulnerable. Hay servidores de nivel medio que pueden empañar una buena gestión, como el ejemplo usar el poder que tiene para dañar a los demás.
Esto me hace recordar al filósofo chino Confucio, quien decía que, las personas educadas y con gran desarrollo moral son las que deben gobernar: “El hombre superior tiene la misión de ocupar los cargos públicos para orientar y dirigir a la sociedad a los demás hombres que aún no han alcanzado su perfección”.