José Rafael Sosa
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Ante la premiere del documental Henry Molina: A la sombra de la democracia, realizada en el auditorio de Casa San Pablo, muchos jóvenes asistentes se preguntaban: ¿Quién fue Henry Molina? ¿Qué hizo? ¿Por qué merece ser recordado? Mientras tanto, familiares, allegados, realizadores y críticos de cine acudían con la expectativa de descubrir el alcance y la calidad de este proyecto audiovisual.
Henry Molina fue uno de los precursores de la lucha sindical y democrática dominicana, combatiente contra dictaduras y soldado constitucionalista que tomó las armas en 1965 desde el Comando de Trabajadores Cristianos, en Ciudad Nueva, para defender la legalidad institucional. Fue también promotor de la creación de entidades civiles fundamentales como la Confederación Autónoma Sindical Cristiana (CASC), la Federación de Ligas Agrarias Cristianas (FEDELAC) y el Instituto de Formación Agraria y Sindical (INFAS), instituciones aún vigentes y con impacto en la vida social y laboral del país.
El documental, producido por RD Activa bajo la dirección de Luis Emilio Molina, y guionizado, animado, narrado y dirigido por su nieto Guillermo Molina, tiene una duración de una hora y 48 minutos. Durante su proyección, el público mantuvo un respetuoso silencio, roto apenas por tres o cuatro momentos de risa espontánea ante escenas de genuina humanidad y humor histórico. Entre ellas, un pasaje casi desconocido: el de un combatiente constitucionalista haitiano que robó un tanque de guerra a los marines estadounidenses, quienes se habían distraído atendiendo los coqueteos de unas jóvenes dominicanas.
Los aportes de Henry Molina —en materia de seguridad social, legislación laboral (que sustituyó el Código Trujillo de Trabajo) y creación del INFOTEP— son hoy pilares que benefician a millones de dominicanos. El documental disecciona la vida de un hombre que nunca buscó beneficios personales, que no se dejó seducir por el poder o el dinero, que arriesgó su vida en múltiples ocasiones y pagó con cárcel y represión física su compromiso ético y político.
El lenguaje desarrollado por Guillermo Molina resulta novedoso, creativo y de innegable proyección internacional. El director elige un formato que equilibra testimonio y reconstrucción, estructurado sobre una entrevista extensa al propio Henry Molina, complementada por los aportes de 16 entrevistados: compañeros de lucha, testigos de época y estudiosos del proceso histórico que protagonizó.
El relato se apoya en una valiosa documentación visual —fotografías, material de archivo y videos—, que aporta textura y veracidad al discurso narrativo. Uno de los mayores aciertos es la animación. Las primeras son intuitivas y funcionales al relato; sin embargo, las últimas animaciones alcanzan un nivel superior en estilo, diseño y detalle, destacando un trabajo iconográfico de original manejo cromático: una paleta de tonos pasteles vivos, armonizados con el vestuario, los peinados, los ambientes y las referencias temporales. Este aspecto, sin duda, constituye un material de estudio para animadores y directores de arte.
La comunidad audiovisual se encuentra ante un realizador que merece atención y respeto. Guillermo Molina demuestra estilo, talento y una comprensión madura del lenguaje cinematográfico, contribuyendo al fortalecimiento de la marca nacional del cine dominicano. Su trabajo fotográfico y la banda sonora exhiben nitidez, profundidad y un manejo técnico de alto nivel.
El final con el bolero Brindo por ti, original de Víctor Víctor, interpretado magistralmente por Lope Balaguer, es uno de los cierres más emotivos que hemos disfrutado de un documental dominicano en los últimos años.
Es muy largo. Probablemente, un número menor de entrevistas (16) seleccionadas con mayor criterio y menos tiempos de exposición, con excepción de algunos y disfrutables expositores (Hazim, Guerrero, Alburquerque,) y una exposición más concisa en torno a la dictadura de Trujillo, sin incluir las animaciones que son un aporte artístico diferenciador, habrían llevado el trabajo a la hora y media ideal para un largometraje.
Hay fechas imprecisas o descontextualizadas que podrían corregirse con la asesoría de investigadores del Archivo General de la Nación (AGN) u otras fuentes históricas autorizadas. Aparecen fotografías que no corresponden a los hechos descritos —por ejemplo, al referirse a la represión trujillista, se incluyen imágenes de víctimas civiles de la Revolución Constitucionalista—, errores que afectan la rigurosidad del documento histórico.
Dos rasgos definen este documental: su honestidad narrativa y su valor artístico.
La exposición biográfica muestra a Henry Molina como un líder democrático y cristiano, comprometido con la defensa de los más vulnerables y con la dignidad de los trabajadores. Su retrato es humano, sincero y transparente: no oculta debilidades, dudas, enfermedades ni dolores personales. Ese gesto lo ennoblece y lo convierte en un testimonio valiente.
A la sombra de la democracia deja lecciones políticas y existenciales, siete principios de vida que emergen del ejemplo de su protagonista, y propone un equilibrio entre rigor histórico, creatividad estética y sensibilidad social, con estándares técnicos de nivel internacional.
El documental puede verse en YouTube, (www.henrymolina.com).