Manuel Hernández Villeta
La frontera dominico-haitiana debe estar cerrada para evitar la penetración permanente de indocumentados. La presión de los sin-papeles lleva casi al borde de la crisis áreas vitales del vivir de los dominicanos.
Específicamente, se puede poner el cuño en la salud, la educación y en parte la inseguridad ciudadana. Es un exiliado del hambre y la más atormentadora miseria, pero esa no es nuestra responsabilidad.
El salvajismo se adueña de Haití, pero esa no es nuestra responsabilidad. Quisieran los Estados Unidos establecer los campamentos de refugiados en el país, pero todo el pueblo se opone a esa situación.
Cada país tiene el gobierno que merece, y la situación social depende de sus coyunturas y sus convulsiones. Dentro de lo razonable el país ha sido solidario con Haití, pero ahora tiene que cerrar la frontera.
Los datos ofrecidos por el presidente Abinader se quedan cortos. El 6.5 de los estudiantes matriculados son haitianos, una cifra que puede llegar a los 200 mil niños que ocupan butacas, en desmedro de los dominicanos.
En cuanto a los servicios de salud, el 14 por ceinto son haitianos que ocupan las consultas generales, mientra que más del 35 por ciento de las maternidades están ocupadas por parturientas haitianas.
Cifras muy reveladoras de como se proyecto un colapso de la educación y la sanidad, en caso de que se continúe permitiendo que los ilegales sigan presionando estos dos renglones vitales para un país.
La salida política haitiana tiene que ver obligatoriamente con el fin del accionar de las pandillas. Ningún gobierno se puede mantener cuando la anarquía callejera tiene más fuerzas que los oficialmente llamados a conducir el país.
Los armados deben ser aplastados, y no que formen parte de la solución del problema haitiano. Donde hay ideología se puede discutir, pero con saqueadores del bien público solo queda el camino de domesticarlos.
En su reciente visita al país, Antony Blinklen, secretario norteamericano de Estado, debió conocer de primera intención que el pueblo rechaza que fuerzas dominicanas formen parte de grupos expedicionarios hacia el vecino país.
También el establecimiento de campamentos de refugiados, es rechazado masivamente por los dominicanos. Establecer esas zonas de ayuda, sería eternizar el caso haitiano, entregando una parte del territorio nacional.
La única salida para los dominicanos es el reforzamiento de la frontera, impedir nueva entrada de ilegales, deportar a los indocumentados, y hablar con los agro-industriales y el área de construcción, para que se establezcan claras reglas de juego.