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Santo Domingo

Haití: ¿socio de la República Dominicana?

Osvaldo Montalvo Cossio

Socios: dos o más personas vinculadas en una actividad de conveniencia mutua. “Sociedad conyugal” es el matrimonio. Socios de un Club social y deportivo. Socios son los accionistas de una empresa. “Sociedad delictiva” son los cómplices en un crimen. En general, dos o más personas puestas de acuerdo para acometer una acción de mutuo beneficio. En principio…

Los esposos se divorcian. Los socios del Club no cumplen con los pagos. Los dueños de la empresa se pelean, los cómplices se traicionan uno a otro. La sociedad, en principio, supone el beneficio mutuo: beneficio para todas las partes. Y la buena fe: si uno o más de los actuantes lo hace con una segunda agenda, con la expectativa de ganar ventaja del otro vinculado, la sociedad ya lo es de nombre pero no de intención.

Socios no somos sino de palabra, en realidad somos adversarios amarrados en una actividad. Gallos encerrados en una misma jaula, dos países, la República Dominicana y Haití, distintos y excluyentes que nacieron en una misma y pequeña isla del Caribe.

Un concepto que rara vez explican los economistas es que la demanda es el lado corto en el mercado (la oferta es, obviamente, el lado largo). Lado corto significa que tendencialmente es menor –y por ello dominante- que el lado largo: el lado largo se ajusta –se reduce- al lado corto. La oferta se reduce a la demanda. Esto, obviamente, antes de que los lados se casen en una transacción concreta como explicamos en otro lugar (Crítica a la economía del status quo, 2011)

La razón de esta dinámica de ajuste la aporta John M. Keynes en su Teoría general…, la obra cumbre de toda la teoría económica hasta la fecha. En dos palabras, los empresarios -que son quienes deciden el volumen de producción, y con ello el volumen de empleo- no producirán a toda su capacidad, toda la producción de la que son capaces, sino sólo aquella que esperan vender. Que es naturalmente menor que la anterior. Es decir, las expectativas de ventas son siempre menores a la capacidad instalada.

La demanda es el lado corto. Ya entendemos el trasfondo teórico económico de por qué vender es tan difícil comparado con comprar. En las empresas, el departamento de ventas es un piso completo: publicidad, mercadeo, ventas. Anuncios en los periódicos, edecanes, regalos, ofertas. En cambio, el departamento de compras es un cubículo en que afuera esperan y hacen yuca los vendedores.

Vender nuestro producto es difícil y es el gran reto: las ganancias dependen de las ventas. En cambio, comprar productos de otros es un juego competitivo en el que llevamos la de ganar. Son nuestros suplidores quienes se matan por nuestro dinero.

De aquí el dicho de que “el cliente siempre tiene la razón”. Cierto, al cliente hay que complacerlo. Hay que conocer sus necesidades. Hay que ser cortés y atento con él, tratarlo bien. Lo necesitamos, de él depende nuestro negocio. Tratarlo bien… hasta un punto. ¿Qué tal si el cliente, a cambio de comprarnos, nos pide el número de teléfono de la hija? No, hasta ahí no. Bueno, precisamente…

Por eso no se puede tener un único cliente, los vendedores también necesitan alternativas. El negocio tiene que ser mutuamente beneficioso, lo que quiere decir que el vendedor estará dispuesto a reducir el precio (o cualquier otra condición) hasta un cierto punto, ni un ápice más.

Porque a partir de ahí le resulta perdidoso. O inmoral. O indigno. Tampoco lo dicen de común los economistas: no todo es dinero en la vida. También están la vergüenza y el honor. ¿O también venderemos la familia por dinero? ¿La Patria?

En 2023, de un valor total de las exportaciones de US$ 12,931.9 millones, el 60.53 % (US$7,964.9 MM) fueron exportaciones de Zonas Francas, que no lo son propiamente del país (sino geográficamente). No son exportaciones a un mercado internacional abierto y competitivo, desde empresas nacionales.

Son las fases intensivas en mano de obra de procesos industriales de empresas extranjeras. No hay transacción comercial en un mercado de mercancías. Es decir, las exportaciones de Zonas Francas no explican la capacidad exportadora de la industria nacional y, por extensión, del país.

Naturalmente, la mayor proporción de las exportaciones de Zonas Francas (casi el 80%) llega a los EUA, el gran mercado de América y del mundo (todavía). En el año de 2022 (no encontramos los números para el 2023), de un valor  de las exportaciones nacionales de US$4,248.5 MM, el 22.4% (US$ 952.1) tuvo como destino… Suiza.

¿Suiza? ¿Cómo así? ¿O sea que Suiza es nuestro primer “socio” comercial, es lo que dicen las cifras. ¡Qué raro, porque es poco lo que se sabe de los suizos por estos lares. Muy pocos se ven en las calles, si es que aparece alguno.

Sucede que “Suiza” es el comprador del oro producido en la República Dominicana, de ahí que fácilmente, con un solo producto, se coloque a la cabeza. Una pregunta: ¿se ha sabido por ahí del gran amor que tienen los suizos a los dominicanos? Es decir, por aquellos de “socios”.

En segundo lugar sigue EUA con el 19.3% (US$821.0 MM), EUA el país que dos veces ha enviado sus tropas a matar dominicanos en la República Dominicana. ¿Socios? Sigue la India, con el 17.3 % (US$736.85 MM) y Haití, con el 12.6% (RD$537.1 MM).

¿Qué le vende la República Dominicana a Haití? En ese orden: tejidos de algodón, cemento, productos de harina de trigo, aceites y productos de plástico. Es decir, productos genéricos, de muy bajo grado de transformación y bajos precios. Sobre lo que debemos hacer dos observaciones importantes.

La primera, lo que mejor caracteriza el grado de industrialización (y desarrollo) de un país es la proporción de sus exportaciones de alto valor agregado (elevado grado de transformación: productos de la inteligencia, chips, mother boards, software) dentro de su PIB.

Por ejemplo, para el año 2020, las exportaciones dominicanas (que no son tecnológicas) representaron el 13.10% del PIB frente al 56.72% de Taiwán. Esto último es capacidad de exportación y desarrollo, todo lo demás es discurso.

En el otro extremo están las exportaciones tradicionales de productos primarios –azúcar, café, cacao, frutos menores-, genéricas, sin ningún grado de transformación. Tradicionales, las mismas a lo largo de los últimos cien años, elaboradas con los mismos métodos de producción. En lo particular, con métodos intensivos en mano de obra.

Lógicamente, los productos tecnológicos irán a buscar mercados con altos niveles de ingreso. Por su lado, los productos genéricos se pueden vender en lo que se conoce como un mercado de precio: mientras más bajo el precio, mejor. La calidad no importa. Esto es Haití, un mercado de precio para algunos productos genéricos dominicanos.

Otro elemento importante a tener en cuenta es la cercanía geográfica teniendo en cuenta la relación valor/peso del producto a ser vendido. No es lo mismo transportar 500 kilómetros (aire, tierra, mar, no importa) media tonelada de circuitos integrados que media tonelada de arena.

En este último caso, el precio no cubre el transporte, la arena tiene que ser abastecida localmente. Haití, si no lo produce, no le va a comprar cemento a México.

Haití es, pues, un mercado de precio para algunos productos genéricos dominicanos. ¿Es por ello despreciable? No, de ninguna manera, todos los mercados son bienvenidos en la medida en que sean de beneficio para el país, no sólo para los empresarios exportadores.

Si, por ejemplo, a nosotros, propietarios de un colmado o de un supermercado, un cliente (importante debe ser) nos estuviera condicionando comprarnos cerveza si le limpiamos su casa después de la fiesta, ¿aceptáramos? Y si, además, nos habla de que le facilitemos el teléfono de la hija, ¿todavía nos interesa ese cliente?

Complacer al cliente está bien, hasta un punto que debe quedar bien claro. Si se cierra un mercado, pues se abren otros. Si se cierra el mercado de un producto, pues se produce otra cosa. Hace treinta años a este país llegaban cien turistas al año. Hoy en día es una de las principales industrias. ¿Cómo, por qué, qué sucedió? Como todo, cambiaron las circunstancias del mundo y el momento.

Haití, ¿socio de la República Dominicana? ¿Socios de los dominicanos quienes quieren facturarles el costo monumental de su descalabro a esos mismos dominicanos? ¿Socios quienes nos invaden? Por favor, vamos a utilizar el lenguaje con mayor precisión y con menos figuras idiomáticas. Con menos demagogia.

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