Puerto Príncipe. Cinco años después del final del mandato de la Misión de Naciones Unidas en Haití (Minustah), el espectro de una intervención militar extranjera vuelve a sobrevolar el país, cuando aún está el recuerdo de una operación que estuvo rodeada de polémica.
Desde 1993, este país ha conocido diez operaciones de la ONU destinadas a llevar la paz y la estabilidad, desde la primera Misión Civil Internacional en Haití (Micivih) a la Minustah, que estuvo desplegada de junio de 2014 a octubre de 2017.
Para los expertos consultados por EFE, esas operaciones no consiguieron los objetivos que se habían fijado.
“La ONU ha fracasado estrepitosamente en Haití. Estamos viviendo este fracaso. Cinco años después de su salida, el caos está presente. Las pandillas están muy extendidas”, opinó Mario Joseph, director de la ONG Bureau des Avocats Internationaux (BAI).
Joseph lamentó que el primer ministro, Ariel Henry, recurra a unas intervenciones que siempre han fracasado a la hora de estabilizar el país: “Es realmente grave la situación que estamos viviendo. Es el resultado del fracaso de Occidente, responsable de la pobreza que vivimos”, indicó.
El profesor universitario Eddy Lucien también se mostró muy crítico y afirmó que, si se compara el país antes y después de estas misiones de la ONU, se comprueba que la tasa de inseguridad ha aumentado y hay más secuestros, asesinatos y robos.
“En términos de seguridad, estas misiones son un fiasco (…) No han servido más que para empeorar las condiciones de vida de la población”, opinó Lucien, quien también se refirió a la oleada de haitianos que han emigrado a causa de esta situación.
Cólera, abusos e hijos
Por otra parte, Joseph hizo hincapié en la extralimitación que las tropas de la Minustah exhibieron en el país entre 2004 y 2017 y calificó de “grave” el comportamiento de la ONU respecto a Haití.
Una de las mayores polémicas que rodearon aquella misión fue el grave brote de cólera vivido y, según diversas investigaciones, importado unos meses después del terremoto que sacudió el país en 2010 por las tropas nepalíes de Naciones Unidas establecidas en la región de Artibonite.
Esta enfermedad, que causó más de 10.000 muertes hasta su erradicación en 2019, reaparecida a principios de octubre después de tres años sin casos, es uno de los argumentos esgrimidos por el Gobierno haitiano para pedir una intervención extranjera.
La justicia, la reparación y la indemnización de las víctimas del cólera ha sido el centro de la lucha de Joseph ante la ONU a favor de las víctimas del cólera, así como de las mujeres, menores y hombres que sufrieron violaciones y abusos de los que se acusa a efectivos de la Minustah.
Además, a su salida del país en 2017, en las zonas donde había bases de la misión, como Leogane, Port Salut y Puerto Príncipe quedaron decenas de niños, supuestamente fruto de relaciones entre soldados y mujeres haitianas, aunque la ONU prohíbe prácticas de ese tipo con las poblaciones de los países donde interviene.
“Creo que lo veré algún día”, dijo a EFE en referencia a su supuesto padre Samantha Haitis, de 14 años, que vive en Leogane, a unos 30 kilómetros al sur de Puerto Príncipe, y quien, según su madre Marie-Ange, es hija de un srilanqués que formaba parte de la Minustah.
“La gente dice que es un Minustah es mi padre. No lo conozco. No tengo padre. Los otros niños lo tienen y a mí me gustaría tenerlo también”, afirmó Samantha, cuya complexión y pelo liso se alejan de los rasgos típicos haitianos.
Pero el caso de esta adolescente, a la que algunos se refieren como “hija de Minustah, un ladrón de cabras”, no es único en la zona.
Escepticismo ante una nueva intervención
Los expertos consultados por EFE se mostraron escépticos ante los resultados de una eventual intervención.
“Se comportarán de la misma manera. No debemos pensar que vendrán a resolver nuestros problemas. Podrían eliminar a algunos de los líderes de las bandas que se niegan a dejar las armas (…), pero la ocupación no va a acabar con la inseguridad”, declaró Joseph.
A su juicio, “nos corresponde a nosotros organizarnos, tomar el destino del país en nuestras manos. No consiste en llamar a los extranjeros para que vengan a arrastrarnos a la situación en la que nos han metido”, aseveró.
Tampoco el profesor Lucien está a favor de una operación de ese tipo y consideró que solo servirá para que las inversiones de capital extranjero prosperen y para que haya “elecciones amañadas y así poner en el poder a personalidades que puedan perpetuar el dominio de Occidente sobre el país”.