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Santo Domingo

Estamos secos, la sequía nos arrodilla

Abraham Montero

La República Dominicana es afectada por una sequía estacionaria desde el pasado mes de noviembre, la cual comenzó agudizarse en enero de este año, cuando la mayoría de la población comenzó a sentir los embastes por la falta de agua potable y para regadíos. Lo que atribuyen al fenómeno de “El Niño”.

Otro grave problema que nos afecta en estos momentos es la proliferación de incendios forestales en distintas zonas del país, de los cuales el 98 % son provocados por las manos del hombre, principalmente campesinos, en su afán por labrar la tierra para poder subsistir.

Estamos conscientes de la sequía no es un problema que puede resolver el gobierno, ya que es una situación provocada por la naturaleza que se ha ido incrementando con el tiempo debido los ataques despiadados del hombre a los recursos naturales, como es el caso de la depredación de los bosques y los ríos. La humanidad está pagando los daños que le ha causado a la naturaleza con el cambio climático que cada día será peor.

De acuerdo a expertos en meteorología el problema de la sequía seguirá afectando el país hasta el próximo mes de junio, aunque se espera que durante este periodo se produzcan algunos aguaceros dispersos en distintos puntos de la geografía nacional.

Esta situación ha provocado que los embalses de las 35 presas que hay en el país hayan bajado hasta un 75 %, mientras la mayoría de ríos prácticamente están secos, ocasionando serios problemas a las tomas de los acueductos que abastecen de agua a la población.

Desde hace tiempo la mayoría de ríos del país agonizan lentamente ante la mirada indiferentes de las autoridades debido a la deforestación indiscriminada y las aguas residuales que son lanzadas a los afluentes.

Las quejas por la falta de agua potable y para regadíos se han convertido en una constante en el Gran Santo Domingo y en el interior. En algunos sectores el preciado líquido lleva hasta tres meses sin subir a los grifos, mientras que productores agropecuarios y agrícolas están pegando el grito al cielo porque sus animales mueren y las cosechas se pierden por la falta de agua.

Con relación a los incendios forestales en el país, estos se registran prácticamente desde el descubriendo de la isla, pero en las últimas décadas estos fuegos, principalmente intencionales han alcanzados cifras alarmantes, destruyendo una gran cantidad de bosques vírgenes.

De una manera conservadora, podemos decir que el 98 % de los incendios forestales que se producen en la República Dominicana son provocados por campesinos que se dedican a labrar la tierra y a fabricar hornos para hacer carbón. Solo hay que tomar un avión o un helicóptero y sobrevolar la isla para darse cuenta la magnitud que los daños.

No es un secreto para nadie que una gran cantidad de campesinos vive de conuquismo y en su afán por producir hasta en las montañas más elevadas, derriban los árboles y malezas de una porción de terrenos (a lo que en la región Sur del país) le llaman “tumbas” y le dan candela para luego sembrar sus rubros. La mayoría de veces estos fuegos se salen de control y se extienden o propagan ocasionando graves daños a los bosques.

Actualmente se producen incendios forestales en La Altagracia, Villa Altagracia, Jarabacoa, La Vega, San Juan, Monte Plata, Azua, San Cristóbal, San José de Ocoa, Peravia, El Seibo, La Romana, Espaillat, Barahona, Independencia, Bahoruco, Duarte, Santiago, Monseñor Nouel y Sánchez Ramírez, entre otras provincias, aunque el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, así como otros organismos estatales trabajan para sofocarlos.

Hay que hacer en estos momentos de sequía el uso racional del agua potable y para el regadío porque no se sabe a ciencia cierta cuando las nubes traerán las lluvias.

Como decía el fallecido Don Pepe Justiniano “El agua es vida, no la desperdicie”

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