Francisco Cruz Pascual

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Creo que la inversión en educación en República Dominicana es insuficiente, pese a que se ha destinado el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) al sector.

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Es indudable que la educación ha mejorado en infraestructura y salarios desde 2013 hasta la fecha, pero se ha estancado en calidad, no solo en el aspecto de los aprendizajes sino en otros aspectos, como la gestión, el mantenimiento de la planta física, la organización administrativa, el manejo curricular y la disciplina. El MINERD no ha logrado los resultados esperados en términos de calidad de la educación.

Es innegable que el desglose presupuestal de la entidad que rige el sistema educativo ha tenido un manejo sesgado hacia el gasto, pero también es innegable que el 4% del Producto Interno Bruto asignado al sector, tiene sus limitaciones. La calidad del gasto es un ejemplo claro de esto, junto a factores que tienen que ver con la vigilancia y el control de adquisiciones y contrataciones.

Mucha gente critica el hecho de que una gran parte del presupuesto destinado al MINERED se ha utilizado para el pago de remuneraciones y otros gastos administrativos, en lugar de destinarse a mejorar la calidad de la enseñanza. Pero, esa decisión de mejorar la calidad de vida del profesor y el de todos los involucrados en esta área de servicio, es una parte importante de la inversión necesaria para alcanzar la calidad que tanto apremia.

A muchos les preocupa la realidad de que los resultados de las pruebas nacionales e internacionales, como la del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (mejor conocida como PISA), demuestran que la calidad educativa en el país sigue siendo baja y esto solo indica que los aprendizajes de los estudiantes no han mejorado significativamente.

Debo decirles a estas personas que tienen esa preocupación, que según el Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES) y otros estudios, la inversión en educación no garantiza la mejora de la calidad educativa, porque para que la educación mejore, hacen falta medidas que tienen que ver con reformas integrales del sistema; hay que disminuir el impacto de los factores socioeconómicos que afectan directa e indirectamente a los estudiantes; hay que trabajar arduamente sobre la necesidad de mejoras en la formación y en el desempeño de los profesores, de los directivos, de los auxiliares y demás reforzadores de gestión; así como trabajar en lo que tiene que ver con infraestructuras adecuadas, suficientes currículos y planificadas con antelación. Y, por último, en esta parte de los resultados de las pruebas, no podemos hablar de mejoras en la calidad educativa si continuamos con currículos desactualizados.

Existen problemas estructurales y problemas contextuales inadecuados, que inciden en que la inversión del 4% no haya logrado resolver problemas estructurales, como el reiterativo déficit de cupos escolares, como el de la sobrepoblación estudiantil y como el de una capacitación docente pertinente y adecuada.

El sistema educativo debe trabajar objetivamente sobre la falta de acceso a la educación de calidad que perciben amplios sectores de la población, especialmente para aquellos en situación de pobreza o con necesidades especiales.

Con una planificación bien estructurada se despejaría esa preocupación que se ha instalado en forma constante en el subconsciente de la población.

Otro aspecto importante se encuentra en la gobernanza. Para la población en general, el MINERD no está bien gestionado y esta situación le colocan en una falta grave de legitimación por parte de la gente. A esto se le suma la percepción de falta de transparencia y rendición de cuentas en la gestión de los recursos educativos, otro factor que genera desconfianza y produce ruidos innecesarios. Para legitimar las acciones deben crearse políticas efectivas de participación de la social, no solo en labores de ayuda de mantenimiento y legalización de actividades sino en la toma de decisiones, cuestión que ha sido limitada o manipulada.

Ante este panorama desafiante que trae muchos retos, la repuesta podríamos encontrar a través de soluciones simples como armar una visión holística que trabaje en la integración de un amasijo de reformas estructurales y políticas educativas; una formación docente de calidad, continua y evaluable en forma sistémica; una inversión en infraestructura y recursos didácticos acorde con las necesidades; la adopción de un currículo educativo que responda a las necesidades actuales; un nuevo enfoque, enfatizado en la equidad para reducir las desigualdades y una estrategia que considere al sistema educativo como un todo integrado, que asume consecuencias a los comportamientos.