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Enamorarse: las mariposas en la panza pero en el cerebro ¿qué nos sucede?

Adriana Terán

Todos somos diferentes, y reaccionamos, sentimos y actuamos de maneras variadas, lo que se hace evidente en situaciones emocionalmente fuertes como el enamoramiento, la rabia, el miedo.

Sin embargo, hay factores comunes que nos van guiando acerca de lo que significan esos sentimientos para nosotros y cómo manejarlos. El ejemplo más ilustrativo pueden ser las famosas mariposas en el estómago, que aparecen para avisarnos que esa persona que está frente a nosotros nos gusta tanto que podría hacernos tambalear en nombre del amor.

Los síntomas físicos del amor aparecen gracias a que nuestro cerebro se encarga de movilizar todo un engranaje que genera un sinfín de sensaciones, pero la pregunta aquí sería qué efecto tiene el enamoramiento en el cerebro, qué es lo que provoca que se desate esa cadena de emociones. En definitiva, por qué el amor es ciego Un grupo de científicos se lo planteó y los resultados son fascinantes, expuestos en un estudio publicado recientemente.

El enamoramiento es una montaña rusa de emociones descritas en cientos de artículos, investigaciones; en la literatura, en canciones, pero siempre es novedoso y emocionante vivirlo. Porque sentimos euforia, algo parecido al vértigo, cierta aceleración del corazón, alegría, inseguridad… Para entender todo el contexto y el abordaje del estudio, tal vale la pena explorar en primer lugar qué hay detrás e estas sensaciones.

Las señales del enamoramiento

En pleno enamoramiento, la dopamina, conocida como la hormona del placer, inunda nuestro cuerpo creando una sensación de bienestar similar a la que experimentamos con la comida o la música que nos gusta. Esta sensación se traduce en un cosquilleo en el estómago, nerviosismo e incluso un ligero temblor.

En nuestro cerebro se activa todo un engranaje que desencadena todas las sensaciones del enamoramiento. (Getty Creative)
En nuestro cerebro se activa todo un engranaje que desencadena todas las sensaciones del enamoramiento. (Getty Creative)

Por otra parte, la sensación de corazón acelerado, no se trata de una taquicardia que deba observarse en el médico, sino que la adrenalina y la noradrenalina se disparan, aumentando el ritmo cardíaco y la presión arterial. De manera que cada vez que vemos al objeto de nuestro afecto podemos sentir nuestros latidos y puede pasar que el rostro se sonroje. Esto también puede afectar en nuestro apetito y nuestro sueño.

Otra señal, muy delatora por cierto, es que al estar cerca de esa persona, se nos dilatan las pupilas. La razón es que, involuntariamente, queremos captar más luz y todos los detalles posibles de su cara.

También el sistema nervioso se activa provocándonos sudoración o un calor repentino, y la liberación de hormonas como la oxitocina, conocida como la hormona del amor, y también la dopamina nos brindan energía y vitalidad, estamos sonriendo más frecuentemente y, por si fuera poco, las hormonas sexuales, testosterona y estrógeno, hacen de las suyas generándonos una necesidad urgente de estar cerca de la persona amada.

El amor es ciego

Los investigadores de la investigadores de la Universidad Nacional de Australia, la Universidad de Canberra y la Universidad de Australia del Sur, se propusieron determinar cuál es la parte del cerebro es responsable de esta cascada de sensaciones y medir cómo lo hace en lo que es el primer estudio del mundo que investiga el vínculo entre el sistema de activación conductual (BAS) del cerebro humano y el amor romántico.

Para lograrlo, en primer lugar, encuestaron a más de 1 500 adultos jóvenes que manifestaron estar enamorados. La consulta se basó en el comportamiento de estos individuos hacia sus parejas, sus reacciones emocionales, y si pusieron a su persona amada por encima de todo.

Resulta ser que el amor romántico provoca una reacción química única en nuestro cerebro que nos conduce a poner en el centro de nuestro universo al objeto de nuestro afecto.

Adam Bode, investigador principal del estudio, explica en un comunicado que este hallazgo es una pieza importante para comprender la evolución del amor romántico, un misterio que -aunque parezca increíble- aún guarda muchos secretos.

Por su parte, el Dr. Phil Kavanagh, experto de la Universidad de Canberra, añade que el estudio confirma que el amor romántico va más allá de las emociones, provocando cambios en nuestro comportamiento.

Tal como se dijo antes, la oxitocina, la hormona que se libera al interactuar con la persona amada, inundan nuestro cuerpo de bienestar, pero en el caso del enamoramiento su función es crucial junto con la dopamina.

En el enamoramiento somos capaces de poner al objeto de nuestro afecto en el primer lugar de nuestra lista de intereses. (Getty Creative)
En el enamoramiento somos capaces de poner al objeto de nuestro afecto en el primer lugar de nuestra lista de intereses. (Getty Creative)

“Sabemos el papel que desempeña la oxitocina en el amor romántico, porque cuando interactuamos con nuestros seres queridos, circulamos en ondas por nuestro sistema nervioso y torrente sanguíneo. Sin embargo, la forma en que los seres queridos adquieren especial importancia se debe a la combinación de la oxitocina con la dopamina, una sustancia química que nuestro cerebro libera durante el amor romántico. Básicamente, el amor activa vías en el cerebro asociadas con sentimientos positivos”, dice Kavanagh.

El siguiente paso será explorar las diferencias entre hombres y mujeres en este sentido y la realización de una encuesta global que busca identificar cuatro tipos diferentes de amantes románticos.

Investigaciones como esta nos ayudan a comprender más y mejor lo complejo y profundo que es el amor romántico, pues combina química, comportamiento y, por supuesto, un toque de magia.

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