Glenn Davis
El triunfalismo en la actividad política es una actitud problemática que debe ser objeto de un análisis. Si bien es comprensible que los líderes políticos busquen resaltar sus logros y ganar apoyo popular, el triunfalismo puede tener consecuencias negativas para la sociedad y para la calidad de la democracia.
En primer lugar, el triunfalismo político distorsiona la realidad y crea una narrativa sesgada. Los líderes políticos tienden a enfocarse únicamente en los aspectos positivos de su gestión, ignorando o minimizando los problemas y desafíos que enfrenta la sociedad. Esta visión sesgada impide una evaluación objetiva de las políticas públicas y dificulta la identificación de soluciones efectivas. Al no reconocer y abordar los problemas de manera adecuada, se perpetúan las deficiencias y se deja de lado el interés general en aras de una imagen triunfalista.
Además, el triunfalismo político socava la confianza en las instituciones y en el liderazgo político. Cuando los líderes se presentan como infalibles y omnipotentes, se crea un ambiente en el que no se tolera la crítica ni se acepta la responsabilidad por los errores cometidos. Esto debilita la rendición de cuentas y la transparencia, elementos fundamentales para una democracia sana. Los ciudadanos necesitan líderes que sean honestos acerca de los desafíos que enfrentan y que estén dispuestos a aprender de sus errores y corregir el rumbo cuando sea necesario.
Otro aspecto crítico del triunfalismo político es su impacto en la polarización y el debilitamiento del diálogo democrático. Cuando los líderes políticos se presentan como triunfadores absolutos, se genera una división entre quienes apoyan y respaldan al líder y quienes lo critican o cuestionan su gestión. Esto crea una dinámica de confrontación y polarización en la sociedad, donde el debate constructivo y la búsqueda de soluciones consensuadas se ven obstaculizados. El triunfalismo político fomenta la idea de que solo hay una verdad y excluye voces disidentes, debilitando así el pluralismo y la diversidad de opiniones, fundamentales para una democracia saludable.
En el contexto de la República Dominicana, el triunfalismo en la actividad política ha sido una característica recurrente. La necesidad de mantener una imagen triunfalista ha llevado a algunos líderes políticos a utilizar recursos públicos para favorecer a sus seguidores y mantener su base de apoyo. Esto ha generado un sistema de favores y privilegios que socava la equidad y la justicia social. Además, la falta de rendición de cuentas y la opacidad en la gestión pública han facilitado la corrupción y el mal uso de los recursos del Estado.
