Julián Padilla
La situación en Haití se ha complicado y se complicará más. Viendo las cosas en perspectivas caben preguntas cuyas respuestas caen de forma automática.
¿Tiene autoridad la ONU sobre Haití?, ¿Tiene autoridad y legitimidad Ariel Henry para firmar acuerdos en nombre de Haití?, ¿Tienen las denominadas bandas haitianas autoridad y legitimidad sobre Haití? Todas estas preguntas tienen una misma respuesta: No en cada caso.
Pero sigamos haciendo preguntas. ¿Son las bandas en Haití la causa o una de las consecuencias de sus problemas? ¿Por qué en Haití no se respeta la institucionalidad? ¿Cuáles son los intereses en pugna que impiden la estabilidad política en Haití?
Pero si nos quedamos con las preguntas del inicio y acogemos la lógica de los acontecimientos acaecidos, sería fácil predecir lo que podría ocurrir en Haití, con la llegada de tropas. Que, por cierto, se decía policías, ahora abiertamente se habla de tropas.
El día de ayer fue muy significativo, pues varios personajes se mostraron de una forma u otra a la prensa internacional.
El ex primer ministro Ariel Henry, pues lo fue hasta el 7 de febrero del 2024, quien al parecer no pretende abandonar el cargo a pesar del término de su mandato, voló desde Estados Unidos hacia Haití y no se le permitió aterrizar, tampoco pudo hacerlo en tierra dominicana, finalmente pudo hacerlo en Puerto Rico.
El presidente de Kenia indicó que las tropas kenianas estaban listas para llegar a las tierras haitianas.
El consejo de seguridad de la ONU llamó a una asamblea de emergencia, para tocar de nuevo el tema de Haití ante las nuevas olas de violencia ocurridas en la última semana.
Uno de los líderes de las bandas haitianas Barbequeu, expreso a la prensa, que si Ariel Henri no renuncia, habrá un genocidio en Haití y llamaría a una guerra civil.
No olvidemos que aunque no se pronunció esta vez, Guy Philipe quien arribó hace ya más de un mes a Haití deportado desde los Estados Unidos, desde que llegó se sumó al apoyo popular para la defensa del canal en el rio Masacre, y también por la misma causa del vencimiento del plazo de Ariel Henry para dejar su mandato, llamaba a una guerra civil.
Si el ex primer ministro Ariel Henri, quien ni llamo a elecciones ni ha entregado el poder, intenta regresar a Haití acompañado de las tropas kenianas, prácticamente sería una declaratoria de guerra civil. Sería una descarada invasión a Haití, más que una “ayuda para la pacificación en aquel país”.
Desde un principio hemos visto estas pretensiones como una invasión extranjera en suelo haitiano y nos hemos opuesto públicamente, pues los dominicanos no tenemos calidad moral, para desear le pase a otro pueblo lo que nos ha pasado a nosotros históricamente.
La única alternativa previsible que podría en una fase inicial traer un ambiente conciliatorio, es un Consejo de Estado tal como lo hemos planteado hace una semana.
Porque ese consejo de estado estaría conformado por líderes importantes en pugna, quienes se sumarían a la búsqueda de soluciones los grandes problemas en Haití, o como aquí, del reparto de su botín de guerra.
Cualquier imposición de una persona como primer ministro, no luce que tendría el apoyo popular y mantendría a los intereses en pugna con los ánimos exacerbados. La violencia crecería y no habría forma de encausar las corrientes de aquel río embravecido.
Como si fuera un chiste dos personajes en el día de ayer se muestran a la prensa local, indicando nueva vez la pretensión de realizar negocios en Guyana. Me refiero al nuevo encuentro del presidente de Guyana con el presidente Abinader.
Recordamos que el presidente de Guyana dijo recientemente al Caricom, que era urgente atacar el problema haitiano en función de los intereses de Haití. Lo que no luce ser un socio estratégico confiable de la República Dominicana.
O el tema haitiano es un chiste y alguien que tiene el control de todo y lo disfruta, mientras la opinión pública nacional se preocupa, o existen agendas escondidas, que podrían ser bien peligrosas para los destinos de la nación y la paz de la isla.
Cuando vemos todos estos puntos que mencionamos relacionados con las preguntas compartidas y conociendo que la mayoría de las respuestas niegan legitimidad a lo que se hace, surge la necesidad de una última pregunta: ¿Debe Ariel Henri regresar, entregar o renunciar?
Nos parece que es una decisión trascendental para el pueblo haitiano y para la paz en la isla y en la región.
Si lo vemos objetivamente en función del poder legítimo: Ariel Henri no puede regresar a un poder que ya no tiene, pero tampoco renunciar a lo que no tiene derecho.
La única salida viable que tiene en estos momentos y la más sana para todas las partes en vueltas, es en un comunicado, entregar su interés de regresar a su país para volver a gobernar. Y recomendar un quehacer de acuerdo a sus experiencias.
Todo esto desde un auto exilio, pues los riesgos que corre de regresar a Haití prácticamente lo convertirían en un mártir, (a no ser que eso desee políticamente hablando), donde ya no se podría hablar de un Magnicidio, pues ha perdido la vigencia su mandato.
Esto dejando las cosas en el punto especifico de su figura. Pues las repercusiones sociales y políticas serían enormes si pretende gobernar sin derecho y eso se pensaría desde que toque suelo haitiano, pues los grupos en pugna reaccionarían con violencia.
La destrucción del pueblo haitiano luce ser un proceso que tiende a profundizarse y también la salida masiva de un número importante de habitantes. Y es lo que preocupa a la “comunidad internacional y la región”, pero más aun a la República Dominicana.
Luce evidente el trilema que reta al Ariel Henri por un asunto de legitimidad, seguridad personal y nacional. Por lo pronto, Ariel Henri: no puede regresar, no tiene a que renunciar, ni tiene a quien entregar.
¡Dios proteja a los inocentes!