Domingo Abréu Collado
Si cuando en el año 1494, Fray Ramón Pané (quien primero se refirió a estas cuevas), que vino con Cristóbal Colón en su segundo viaje, hubiera organizado un estudio etnológico y arqueológico de las cuevas que 300 años después se nombrarían “del Pomier”, no estaríamos en estas luchas por salvarlas de la destrucción.
Si en el año 1523, el cronista de Indias Pedro Mártir de Anglería se hubiera ocupado de organizar un viaje de estudios teológicos a estas cuevas, para saber por qué los indios de todas las islas y del continente (México, Guatemala, Belice, Perú, Honduras, Colombia, Venezuela…) las visitaban cada cierto tiempo, como visitan los cristianos a Roma y Jerusalén, tal como él mismo dijo, no estuviéramos en estas luchas por salvarlas.
Si en el año 1600, en vez de quemar los libros códices de los Mayas, los españoles y portugueses se hubieran puesto a indagar porqué en esos códices se hablaba de unas cuevas que estaban más allá del mar en una isla mágica, y hubieran organizado una expedición antropológica por las cuevas de Cuba, Jamaica, Boriquén (Borínquen) hasta entender que la isla mágica que indicaban esos códices no era un destino satánico, sino esta isla de Haití (como se llamaba originalmente Santo Domingo), no estuviéramos en estas luchas por salvar estas cuevas.
Si en el año (para ir más rápido) 1849, cuando Robert Schomburgk reportó estas cuevas del Pomier ante la Sociedad Etnológica de Londres, ocupándose de ello la Reina Victoria y el Primcipe Alberto, nos hubiéramos ocupado los ya dominicanos de darle seguimiento a ese reporte y estudios, y de proteger estas cuevas, no estuviéramos en estas luchas por salvarlas.
Si en el año 1955, cuando el entonces Museo Nacional envió a Amado Franco Bidó a dar seguimiento a lo que ya se sabía, y cuando Narciso Alberty Bosch y Emil de Boyrie publicaron en el libro “Cinco Años de Arqueología Dominicana”, la importancia de las cuevas de Borbón, se hubiera continuado sus estudios hacia todas las cuevas del sitio, no estuviéramos en esta lucha por salvarlas.
Si en el 1978, cuando Dato Pagán publicó su libro “Nuevas Pictografías en la Isla de Santo Domingo: Las Cuevas de Borbón”, el Museo del Hombre Dominicano se hubiera ocupado de proteger definitivamente estas cuevas, y organizar sus estudios e investigaciones en todas ellas, sacando además las empresas mineras de la zona, no estaríamos en estas luchas por salvarlas.
Si en el año 1987, se les hubiera hecho caso a los 30 científicos que visitaron El Pomier durante el “Octavo Simposio de Arte Rupestre”, celebrado en Santo Domingo, en el mismo Museo del Hombre, y quienes advirtieron sobre el riesgo que corrían las cuevas con esas empresas mineras tan cerca, no estaríamos en estas luchas por salvarlas.
Si en el año 1990, el Estado Dominicano le hubiera puesto oído al Dr. Robert Bednarik, cuando éste publicó que la destrucción de las cuevas del Pomier era INMINENTE, si no se sacaban a las empresas mineras de la zona, no estaríamos en estas luchas por salvarlas.
Si en el año 1994, se le hubiera hecho caso al Dr. Antonio Núñez Jiménez, cuando publicó en su libro “En Canoa: Por el Mar de las Antillas”, que la República Dominicana es la CAPITAL DEL ARTE RUPESTRE en el Caribe, y que como prueba se mostraba la Cueva No. 1 del Pomier, no estaríamos en estas luchas por salvarlas.
Si desde el año 1993, en que comenzamos la publicación de “País Bajo Tierra”, insistiendo en más de 20 artículos sobre El Pomoer acerca de las amenazas a que estaban expuestas, e insistiendo en declarar a la sección Borbón como la CAPITAL PREHISTÓRICA DE LAS ANTILLAS, se nos hubiera hecho caso, no estuviéramos en estas luchas por salvar estas cuevas.
Pues ahora, en el año 2024, que se publica un informe científico con una última advertencia sobre las cuevas del Pomier, y que como recurso último para salvarlas se sugiere el traslado de las empresas mineras que ya han destruido 6 de dichas cuevas, cientos de manifestaciones rupestres, y varios nichos de murciélagos de diferentes especies… pues ahora, repito, una señora que ignoraba que llevamos más de 500 años de estudios sobre esas cuevas, alega que el Dr. George Veni sólo las estudió durante 15 días.