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El Pasteur celebra dos siglos de su fundador con lección aprendida del covid

Antonio Torres del Cerro

París.- El Instituto Pasteur, referencia internacional en enfermedades infecciosas, celebra este martes los 200 años del nacimiento de su fundador, el científico Louis Pasteur (1822-1895), con las lecciones aprendidas de su fracaso durante la pandemia, cuando no logró una vacuna eficaz contra el covid.

El reputado centro de investigación médica, que cuenta con 10 premios Nobel, aprovecha la efeméride de Pasteur tanto para poner en relieve el legado de esta figura clave en la inmunización, como para hacer balance del trabajo del Instituto durante la crisis del covid.

Jean-Claude Manuguerra, una de las eminencias en la identificación de nuevos patógenos, recibe a EFE en su laboratorio, situado en uno de los edificios decimonónicos del Pasteur.

La tristeza por no haber conseguido una vacuna contra el covid lo suficientemente eficaz entre 2020 y 2021 sigue presente.

“Como trabajador del Pasteur, estoy completamente hundido de no haber logrado una hecha por nuestro Instituto, pero hicimos nuestra parte en otras áreas, como en el diagnóstico y la evolución de variantes”, contemporizó el director de la Célula de intervención biológica de urgencia del Instituto.

Aunque el nombre Pasteur y las vacunas estén íntimamente asociados -la inoculación contra la rabia fue descubierta en 1885 por Louis Pasteur-, Manuguerra aseveró que el Instituto “extrae todos los días lecciones sobre la pandemia”.

Lamentó que en Francia la cadena que lleva a los avances médicos -desde la teoría, pasando por la investigación clínica y hasta la industria- sea lenta, contrariamente a Estados Unidos o Alemania.

“Nos faltan estructuras que nos llevan a depender de terceros. Cuando tenemos una vacuna que no funciona, no podemos cambiar de estrategia, porque nuestros plazos son más largos”, expuso.

Según Manuguerra, la tendencia del mercado también “ha matado la innovación” debido a las operaciones de fusión y compra llevadas a cabo por los grandes laboratorios farmacéuticos, dejando fuera de juego a pequeñas empresas innovadoras.

Sin embargo, el especialista en enfermedades infeccionas insiste en ver el vaso medio lleno, en parte gracias a la contribución de la Unión Europea (UE) que ha permitido, en su opinión, “una financiación y una manera de mantener el lugar” de la ciencia europea en el mundo.

“Europa no ha perdido la carrera de las ciencias, debemos de seguir corriendo”, constató.

LOUIS PASTEUR, UN LEGADO MUNDIAL

Cuando se conmemoran los 200 años de Louis Pasteur -nacido en el Jura el 27 de diciembre de 1822-, Manuguerra realzó cómo este pionero de la vacunación y de técnicas como la pasteurización (proceso térmico para reducir patógenos en alimentos como la leche) aún inspira a generaciones de investigadores en el todo el mundo.

“Estamos muy orgullosos de pertenecer al Instituto, se trata de un nombre muy conocido. Hay calles, plazas, bulevares con el nombre Pasteur en el mundo entero. Gracias él, se lograron avances en la salud humana, que implicó salvar vidas”, contó.

“La exigencia y excelencia” que trasmitía Louis Pasteur son todavía un legado tangible, así como el carácter pluridisciplinar de sus investigaciones, desde la química hasta la biología. Contrariamente a la creencia popular, el científico no era médico y nunca inoculó a ningún paciente las vacunas que ideó, a pesar de que se le llegó a retratar con una inyección en mano.

Por último, Manuguerra destacó la importancia de que el Instituto se haya mantenido como una fundación no lucrativa e “independiente”, 135 años después de su fundación.

En el Pasteur, creado en 1887 en el sur de París a poca distancia de la estación de Montparnasse, trabajan hoy unas 2.800 personas, la mitad de ellas investigadores procedentes de 77 países diferentes. Hay filiales del Instituto en 25 países, entre ellos Uruguay y Brasil.

ENTERRADO EN EL PROPIO INSTITUTO

Casado con Marie Pasteur y padre de cinco hijos -de los que solo dos llegaron a la vida adulta dos-, el inventor de la pasteurización era un devoto a su trabajo, hasta tal punto que terminó residiendo en el Instituto que fundó.

Allí pasó los últimos siete años de su vida. Desde 1935, el local se convirtió en el museo Pasteur, donde se reúne piezas de su acervo personal y profesional.

Sus restos mortales yacen unos metros más abajo, en una cripta de inspiración neobizantina, donde está enterrado junto a su esposa Marie y el célebre doctor Émile Roux, un estrecho colaborador de Pasteur. EFE

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