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Santo Domingo

El Fotógrafo de la 40, documentando un heroísmo olvidado

Humberto Almonte

Analista de Cine

Existe una frase que no por muy conocida ha perdido su significado y es aquella que dice que la historia la escriben los vencedores. Un caso que aplica perfectamente a la tiranía de Trujillo en la República Dominicana donde una parte importante de la historiografía ha contado de manera sesgada los sucesos de aquella época como demuestra el documental El Fotógrafo de la 40. 

A la memoria parcializada de la historia oficial se une otra visión desde los sectores que cuentan la versión desde el lado que combatió a la dictadura, y es la de elevar casi a alturas inalcanzables a héroes y heroínas por un lado, y dejando a otros casi como una nota al margen, casi como si tuviésemos héroes y heroínas de primera y de segunda, como es el caso de las figuras en que se centra esta obra. 

La película Revela la historia del fotógrafo Pedro Aníbal Fuentes Berg, quien es enviado a tomar imágenes en el penal clandestino de La 40, un centro de torturas creado durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), en la República Dominicana. Fuentes Berg siente el inevitable compromiso de difundir internacionalmente estas imágenes para visibilizar los horrores que vivieron los opositores al régimen dentro de la prisión y decide publicarlas para que sean conocidas. Algunas de estas fotografías se convirtieron en íconos de la barbarie de la dictadura de Trujillo.

La dirección  y el guion es de de Erika Santelices y Orlando Barría, y la producción de Fernando Santos Díaz. Las intervenciones estuvieron integradas por Gladys Fuentes Batista, Ángel Aníbal Fuentes Batista, Darlene Holmes, Comandante Delio Gómez Ochoa, Luisa de Peña Díaz, Minou Tavárez Mirabal, Ricardo Bodden, José Hungría y Julio Escoto. 

Los realizadores nos presentan a personas que no empuñaron las armas ni conspiraron para hacerse con el poder, sino a ciudadanos comunes y corrientes que cumplieron con un deber que nadie les solicito. Santelices y Barría se decantan por un minimalismo narrativo de gran efectividad que no necesita acudir a las manidas etiquetas de un “cine necesario”. 

Un cine modesto para un heroísmo modesto

La base narrativa del documental se divide en dos, la primera es sumergirse en los hechos alrededor de la famosa foto del expedicionario de 1959 Jose Mesón, entre otras fotos de torturados, y la desaparición de Pedro Aníbal Fuentes Berg y de su hermano Gilberto, y en segundo lugar, pero no menos importante, la lucha de su hija Gladys contra el olvido y la falta de reconocimiento a su padre y su tío. 

Evitando victimismos, manipulaciones lacrimógenas o ampulosidades heroicas acartonadas, esta película disecciona una figura y unos hechos históricos desde la perspectiva de Gladys, su hermano Gustavo, la hija de José Mesón Darlene y de otros protagonistas y familiares de aquellos héroes. Mantener ese curso de acción durante todo el montaje es de agradecer, pues ya los hechos poseen la suficiente carga dramática como para mantenernos atentos. 

El Fotógrafo de la 40 consigue ese raro equilibrio testimonial sin abrumar al espectador con un exceso de intervenciones ni de redundancia sobre los hechos y mucho menos acudir a preciosismos inútiles en las imágenes, descansando en ese tratamiento minimalista que hemos mencionado antes. Los caminos estéticos elegidos por los hacedores apuntan hacia una serena exposición. 

Las intensidades expresivas alcanzan lo más alto al acercarse a Gladys y a Gustavo cuando describen el impacto emocional en su padre al tomar conciencia de las consecuencias de filtrar en el extranjero la famosa foto, y de las acciones que tomara la dictadura contra su familia, un reflejo de las brutales batallas interiores en la psiquis de este modesto ser humano. 

La epopeya vital de Darlene, la hija de Meson, no es de menor volumen, y tampoco lo es conocer las causas de la muerte de su padre muchos años después, de cómo murió, informaciones que ayudan en sus procesos aunque no los hacen menos complejos, como nos dice en un momento del documental: «Hasta el de hoy, sigo abrumada con emociones, tratando de entender qué pasó verdaderamente, por qué le pasó a mi padre. Todo ese amor hacia su país que lo haría morir por su pueblo. Todavía estoy tratando de procesarlo».

Imágenes para cuestionar la historia 

El maridaje que se logra con la exacta cantidad de testimonios, la hermosa y precisa música de Manuel Tejada, el dejar respirar las escenas para permitir al espectador procesar lo visto y oído o el moroso ritmo de su narrativa y del montaje de Rocío Gattinoni dan como resultado, una atmósfera que recubre la obra de esa compleja sencillez martiana. 

El Fotógrafo de la 40, opera prima de Erika Santelices y Orlando Barría, es un documental que nos trae de regreso al autor de la foto que desnudó las acciones de la dictadura trujillista en el exterior

Citando nuevamente a Darlene Holmes, también nos quedamos con muchas preguntas como ella: ¿Cómo pudo soportar hacer ese trabajo? No tengo idea, no sé si le pusieron una pistola en la cabeza, no sé que le hicieron. No sé, no tengo idea. Sólo rezo por su alma, rezo por su espíritu que ¿cómo pudo sobrevivir? Quizás no podía siquiera dormir en las noches.

Estos hacedores nos traen también de regreso a un héroe modesto, más bien a unos héroes, pero sobre todo nos devuelve la sensación de la falta de justicia, histórica o legal, que haya castigado a los autores de esos horrores cometidos en aquella época oscura. 

 

 

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