Ramón A. (Negro) Veras
I.- El gusto de vivir bien
1.- Es normal en el ser humano querer vivir animado y permanecer contento; sentirse divertido; regocijándose ante los demás; demostrar en todo momento que se siente a gusto como persona, porque su existencia es para congratularse.
2.- Lo ideal es formar parte de una comunidad de mujeres y hombres, en la cual cada integrante exprese gozo por ser parte de una colectividad rebosada de alegría.
3.- Debemos mantenernos interesados en que nunca haga acto de presencia lo que motiva estar en situación de apenados, atribulados, ni de abatidos. Lo bueno es conservarnos libres de los pesares que marchitan la alegría.
4.- El agradable deseo del vivir está acompañado del bienestar, no de infelicidad, desgracia, desdicha, desventura y todo lo que está unido al infortunio.
5.- Lo contrario de estar a gusto, es mantenerse atribulado, cargado de mortificaciones, amarguras y aflicciones. Es, algo así, como hacer un cambio de la gloria por el infierno.
6.- La manera del ser humano sentir, guarda relación directa con el ordenamiento económico y social bajo el cual le ha correspondido vivir. Lamentarse o alegrarse se convierte en algo sistémico.
7.- La impresión que en nosotros causan las cosas; estar triste o contento, depende de los sentimientos condicionados por el medio social que nos trae pesadumbre o júbilo.
II.- La desigualdad trae pesares
8.- La persona física que nace y se desarrolla en una sociedad organizada bajo un sistema social que pone por delante el desarrollo armónico de la gente, está llamada a formarse como ente sociable.
9.- Por el contrario, llegar al mundo de los vivos en un espacio físico del globo terráqueo, donde impera un modelo económico que frena el progreso de las fuerzas productivas, lo que crea son personas hurañas, adustas, sumamente ariscas.
10.- La desigualdad de oportunidades motiva desagrado en aquellos sectores que se sienten imposibilitados de satisfacer sus necesidades indispensables para una existencia digna. La irritación, la disconformidad por la vida de pesares, lleva a las víctimas de la opresión a permanecer malhumoradas, agriadas y nunca alegres.
11.- La escasez que sufren los pobres, poco a poco fija en ellos indignación, la cual expresan de diferentes formas. Las muchas penurias crean arrebatos, y sacan de sí a los insatisfechos.
12.- Un ambiente en el cual la mayoría del pueblo se mantiene insatisfecha, está presente la contrariedad acompañada de disgustos, que traerán decepción en los que son alcanzados por precariedades que les motivan situaciones de completa inestabilidad de subsistencia.
13.- En toda sociedad que tiene por base un sistema injusto, en un santiamén aparece el momento crítico que pone en aprietos a aquellos que se benefician del orden social actual. La llegada de la crisis crea escenarios difíciles de manejar para quienes son los menos, y se convierte en festín para los que son los más, los explotados que ponen en apuro a sus adversarios.
III.- El caso de Haití como espejo
14.- Aquellos que en cada país han llevado una vida de placeres, es bueno que se detengan a pensar que lo que hoy ocurre en Haití, no es como consecuencia de una maldición divina, por la piel negra de sus nacionales, porque hablan creol y practican el vudú, sino porque el sistema mantiene oprimido a la mayoría del pueblo haitiano.
15.- En América Latina y el Caribe, los pueblos se van a levantar de igual forma áspera como en Haití, o mediante otros métodos de lucha. Cada uno buscará la forma de cómo quitarse de encima el yugo que le oprime.
16.- No hay que asustarse ni permanecer en estado de pánico por brusca que se lleva a cabo la lucha política y social en Haití. Lo que procede es democratizar la vida pública, y hacer menos pesada la existencia de los hombres y mujeres del pueblo.
17.- No es cuestión de causar susto a las clases minoritarias que gozan de los beneficios que genera el poder del Estado. Es llamar la atención de que nada garantiza que la paz social y política se va a mantener como hasta ahora.
18.- Nadie sabe hasta cuándo los marginados de la sociedad van a mantenerse tranquilos, aceptando que su vida dependa de la virtud cristiana, de la caridad, de la piedad de quien por misericordia dé una funda de comida.
19.- El caso de Haití, esa crisis que ha puesto en aprietos a los defensores del sistema injusto que mantiene a los haitianos como el país más pobre de Latinoamérica y el Caribe, debe servir como un clarinazo, para que nuestros pueblos cambien de rumbo, saliendo del modelo económico que pone a vivir bien a un grupo, y a los pueblos en la pobreza.
20.- Esa situación de intranquilidad agresiva, agitación y pleno desasosiego que ahora afecta a Haití, es posible que ocurra en otros países con iguales estructuras que frenan el desarrollo social.
21.- No es posible adivinar hasta cuándo, la mayoría de la población en estado de pobreza va a continuar resignada a vivir de la caridad pública. Si hasta la belleza cansa, la pobreza hastía.
22.- Que nadie se engañe. Las masas populares llega un momento que se cansan de tanta miseria; se aburren de permanecer en estado de indigencia; se muestran fastidiadas al no ver una luz que les alumbre un hermoso porvenir.