Sergio Sarita Valdez
Es bien sabido en el campo de la medicina que combinar el uso simultáneo de la ingesta de etanol con la inhalación del tabaco provoca cánceres en la boca, la garganta y el esófago. Si a ello le agregamos el café entonces será la vejiga la premiada con una malignidad. Por el momento dejemos el fumar para otra entrega, así como el aromático y estimulante café. Vamos a concentrarnos en los efectos del alcohol sobre la glándula de mayor dimensión, peso y funciones como lo es hígado, a propósito de un valioso artículo de cierre de año publicado en el semanario científico “The New England Journal of Medicine”.
El trabajo se titula “Hepatitis asociada al alcohol”. Se trata de una revisión actualizada de la literatura acerca de los daños secuenciados que ocurren en el tejido hepático como consecuencia del abuso de las bebidas alcohólicas. Participaron los doctores Ramón Bataller, Juan Pablo Arab y Vijay H. Shah, representando a los continentes europeo y americano.
La afección se presenta mayormente en usuarios de bebidas alcohólicas, entiéndase vino, cerveza, whisky, ron, coñac, vodka, así como otro sinnúmero de variedades. Se manifiesta en forma de ictericia, fiebre, malestar general, manchado hemorrágico en la piel y expresiones de una seria falla hepática. De no identificarse tempranamente y ser tratado oportunamente con glucocorticoides, entonces sube la mortalidad estrepitosamente. Aún con el uso de los esteroides las defunciones siguen siendo altas.
Si el individuo no perece durante esta etapa de la enfermedad entonces pasa a otra a la que se le denomina cirrosis hepática, la cual per se implica un daño permanente de la estructura del órgano. La cronicidad de la misma puede conllevar a un cáncer terminal.
La primera expresión de injuria biológica orgánica es la esteatosis o hígado graso. Dicho agrandamiento hepático desaparece con la sola supresión de la ingesta del tóxico. Tan simple y sencillo de curar que luce el alcoholismo y tan difícil que resulta en la práctica. Todo debido a la cultura enraizada a través de los siglos en donde hasta algo tan sagrado como la misa del catolicismo conlleva la ingesta de vino durante la ceremonia. Recordemos la expresión bíblica del Nuevo Testamento en San Mateo, capítulo 26, versículo 26 al 46 en donde se lee:”…Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba de nuevo con vosotros en el reino de mi padre”.
Los avances de la ciencia permiten ya realizar exitosamente el trasplante de hígado, sin embargo, aún cuando se consiga el injerto, toda esa titánica labor se vendrá al suelo si quien se somete a la operación reanuda y continúa la ingesta etanólica.
En la extensa revisión bibliográfica llevada a cabo por el doctor Ramón Bataller y sus asociados se concluye recomendando un máximo esfuerzo en definir un nuevo enfoque holístico multidisciplinario para manejar las complicaciones tóxicas, así como lograr una prolongada abstinencia alcohólica en cada paciente afectado.