Alfredo García
Si República Dominicana pudo convertirse en una potencia turística, con la misma determinación, puede convertirse en una potencia tecnológica, si así lo decidiera con una estrategia nacional de educación.
Para hablar primordialmente de educación, hay que sentar a todos los actores en la mesa y armar una estrategia nacional aterrizada, que respondan a los nuevos tiempos y que se eduque desde niño con un propósito claro.
Debe armarse una mesa permanente de trabajo en la que el Estado, la ADP, las universidades, el empresariado y la sociedad, en sesión permanente vayan delimitando las acciones a seguir y revisando el funcionamiento de las estrategias para un permanente monitoreo de errores y resultados.
En esa dirección debe formarse en modelos educativos que estimulen a los estudiantes con una curricula acorde a sus intereses y aspiraciones de vida, que en su mayoría gira entorno a la tecnología.
Asimismo, determinar con el empresariado qué tipo de profesionales está pidiendo el tejido productivo nacional proyectado a 10, 15 y 20 años. Qué tipo de profesionales están necesitando las empresas y en función de esas capacidades formar a los estudiantes desde el principio.
La juventud dominicana siempre ha sido muy afín con los avances tecnológicos, lo evidencia que fuimos de los primeros en América en tener radio, televisión a color, teléfonos, celulares, y ni mencionar la tecnificación de nuestras industrias y banca nacional que han estado siempre a la vanguardia.
Lo que evidencia que nuestra sociedad tiene una orientación natural y una vocación inherente para estar actualizada en todos los aspectos.
Y ello indica que nuestros estudiantes van a acoger con entusiasmo todo lo que tenga que ver con estos avances siempre que se les presente y se les enseñe adecuadamente.
Por ende tienen que ser formados desde temprana edad en los avances de la modernidad que les ha tocado vivir, dado que es la piedra angular de los nuevos tiempos, pero además nuestra juventud tiene una afinidad con la tecnología que es digna de admirar.
No en vano llaman a la generación nacida de 1995 para acá como la generación Z o también los Nativos Digitales.
Quizás, los bajos resultados en cuanto a la educación, sea porque no se cuenta con una estrategia nacional que deje claro con qué propósito estamos educando a nuestros jóvenes.
Al mismo tiempo puede responder a que los jóvenes no están siendo estimulados en la dirección adecuada, ni se les está transfiriendo conocimientos que puedan aplicar y dirigirlos hacia lo que aspiran en la vida, que casi siempre esa aspiración tiene un fuerte componente tecnológico.
En ese sentido la participación del empresariado es fundamental en el tema educación, pues llevan al brújula de por donde van las nuevas tendencias económicas y tecnológicas, por lo que con su participación en la estrategia nacional de educación mantendría actualizada la curricula haciendo saber qué tipo de profesionales requieren de manera que las escuelas vayan creando las bases sobre la cual se monten luego las universidades.
La investigación
En ese orden es menester entender que la orientación de la educación moderna debe ser entorno a la tecnología y hacia la investigación. Pero para ello debemos crear una cultura en la que construir nuevos conocimientos por medio de la investigación sea una constante en nuestras universidades e institutos de formación académica.
Los países que se desarrollan son los que investigan, por medio de tomar saberes y conocimientos y transmitirlos transformados con valor agregado, en un proceso evolutivo que impulse el desarrollo.
Hay que educar y profesionalizar en carreras donde haya campo de utilidad y la educación superior en ello debe jugar un papel fundamental.
Hay que formar en Robótica, en nanotecnología, en programación, industria del software, biotecnología, ciencia de Datos, porque esas son las carreras que tienen demanda y su expectativa de crecimiento en estos campos será exponencial en los años venideros.
Pero la base para todo esto, debe irse armando desde la escuela por lo que las universidades y el ministerio de educación deben empezar a trabajar en consonancia con el sector empresarial, para que en conjunto, nuestra educación forme profesionales con saberes aplicables a la demanda del momento, en los campos laborales de mayor rentabilidad económica.
Pero también debemos desarrollar investigadores que tomen los conocimientos que se tienen y lo lleven a otro nivel de inventiva, propiciando así convertirnos en una potencia tecnológica para la región.
Podemos mirarnos en el espejo de Taiwán que decidió entre otras cosas, ser la líder en la creación de chips o semiconductores, que es el común denominador de todos los dispositivos que van desde electrodomésticos hasta automóviles, pasando naturalmente por la tecnología de la comunicación como celulares, ordenadores y demás.
Pero para ello debemos mancomunarnos y la sociedad, el gobierno, el sector empresarial, universidades y todas las fuerzas vivas unirnos en ese sentir de convertir a la República Dominicana en una potencia tecnológica, ya que sin lugar a dudas, tenemos los recursos humanos para hacerlo, sólo nos falta la voluntad política, social y empresarial.
El talento lo tenemos, sólo falta el liderazgo
Hay que estar claros que nuestro jóvenes aman la tecnología y la están usando por “mutus proprio”, no porque estén siendo guiados, ni orientados con un fin estratégico, ya que como nativos digitales, le es afín con sus intereses, y si esa inquietud la guiamos de manera productiva como parte de una estrategia nacional, así como tenemos un advenimiento de “influencers” y creadores de contenido que son innovadores en materia de entretenimiento, así mismo tendremos sobresalientes investigadores y creadores de tecnología, que pueden posicionar a nuestro país entre las potencias tecnológicas de la región, de aquí a una década.