Humberto Almonte
Analista de cine
El año que recién termina nos dio la oportunidad de acceder a una cierta cantidad de documentales colombianos cuya temática cubre un amplio abanico que va desde la identidad, la violencia, la inclusión o lo ambiental. Todos ellos están elaborados con esa mirada lúcida que busca respuestas.
A las cuatro películas que analizamos aquí las une su apego a las características más identificables del genero, que van desde Wërapara, chicas trans, Soy Cris de Tierra Bomba, Nuestra Película, más afines a esas reglas clásicas del documental, hasta Anhell69, una ficción con influencias documentales o un documental con características de ficción, mostrándonos la buena salud estética de estos abordajes por parte de la cinematografía de Colombia.
Wërapara, chicas trans (2023)
Wërapara se centra en Las vidas de Marcela, Jaima, Gina, Alexa, Roxana y Pamela, las cuales transcurren entre las montañas de los Andes colombianos: allí siembran la tierra, cultivan y cosechan café, fabrican artesanías, cuidan de sus hogares, y ante todo, honran su territorio y cultura ancestral. Ellas conforman un grupo de mujeres trans de la comunidad Emberá Chami ubicada en el resguardo indígena Karmata Rua, que ha ido labrando su camino a pesar de las dificultades.
Este documental confronta a los transexuales Emberá con ellas mismas asumiendo sus testimonios y colocándolos de frente con sus familiares. Poniéndonos delante de dos miradas, dos voces y dos formas de ver la vida; la propia y la de los familiares cercanos, siendo allí donde se plantean las contradicciones más fuertes que son las de asumirse y afirmarse en su identidad para defenderla dentro de las intimidades familiares y comunitarias, como poéticamente lo describe Alexa Yagari en su canción: «Siempre mujer, convertida en la flor del colibrí, perfume con aroma a tierra mujer de barro, flor de la tierra, chica trans, siempre mujer, con perfume dulce a mujer de barro, esa soy yo”.
En su estructura narrativa y rítmica, así como en su base conceptual con solidas raíces antropológicas, este audiovisual apela a un minimalismo que amplifica la efectividad expresiva estableciendo comunicación con el espectador sin apelar a efectismos estruendosos, produciendo una especie de empatía consciente.
Wërapara, chicas trans de Claudia Fischer consigue una inmersión consciente dentro del espacio íntimo del espectador, de la comunidad y del macroespacio colombiano de este colectivo trans, uniendo las particularidades de sus luchas identitarias con el ejercicio de su sexualidad dentro de la cosmovisión Emberá, un pueblo originario. Fischer se coloca dentro de los altos estándares del documentalismo de su país y sale airosa.
Nuestra Película (2022)
Sinopsis: Esta pieza es un collage de imágenes, repeticiones y memorias, construido a través de la intervención de los archivos de telediarios emitidos en Colombia en los años 80. Esta es también una reconstrucción relacionada con una generación —mi generación— que creció rodeada de esas imágenes hasta que se hicieron normales, carentes de sentido.
La realizadora Diana Bustamante acude a los archivos de los noticieros para mostrarnos la espeluznante violencia de la Colombia de los 80. Bustamante nos muestra imágenes que estremecen al espectador y lo obligan a reflexionar sobre este fenómeno social.
Como producto de una rigurosa arqueología audiovisual este documental tiene unas características duales pues funciona tanto como recordatorio y como crítica, poniendo frente a un espejo las raíces de un pasado que no necesariamente fue mejor, todo ello, dejándonos a nosotros sacar libremente las conclusiones que cada uno desee.
Lo efectivo de Nuestra Película es que propone un viaje al pasado dejando a los espectadores que saquen sus conclusiones y que quizás la comparen con la actualidad. Y la verdad es que las conclusiones que podemos sacar no son tan positivas.
Soy Cris de Tierra Bomba (2023)
La trama nos habla de que durante mucho tiempo el sueño de Cristian, un millennial afrocolombiano de la isla caribeña de Tierra Bomba, es ser actor. Pero un día se da cuenta de que lo que realmente quiere es lo contrario – no jugar un papel, sino ser él mismo -. Durante 7 años, la realizadora con su cámara, acompaña a Cristian en este autodescubrimiento. Entendiendo que nuestro mundo castiga a quienes están fuera de una supuesta ‘norma’, Cris al final decide que lo único que debe hacer es volar – con sus alas negras-.
¿Qué es lo que se esconde detrás de este maremágnum existencial? Los zigzags de cambio de rumbo o la aparente falta de disciplina de Cristian revelan las contradicciones personales entre los papeles asignados por la sociedad, el stress por encajar y la construcción de una identidad propia, alejada de esos moldes establecidos que tienden a ralentizarnos, a frisarnos cual estatuas de sal desobedientes.
La realizadora se sumerge en la complejidad vital de este ser inquieto como ella nos cuenta: « Cristian habla de la identidad en varias capas. Está el tema de la identidad isleña, de la identidad afro y luego a medida que va transitando lugares e interactuando con diferentes personas van emergiendo otro tipo de identidades: de migrante, de persona LGBTIQ+. “Soy Cris” es una peli que hace visible lo que es la interseccionalidad. En términos simples, la interseccionalidad es la interacción entre dos o más factores sociales que definen a una persona. Cuestiones de la identidad como el género, la etnia, la ubicación geográfica, o incluso la edad nunca afectan a una persona de forma separada. Al contrario: estos se combinan de distintas formas, generando desigualdades (o ventajas) diversas. ».
Soy Cris de Tierra Bomba de Josephine Landertinger Forero nos presenta la vida de este colombiano del Caribe como un collage, como un accidentado viaje por las autopistas de la vida pero sin dejar que se le escape ningún elemento del paisaje interior de un personaje tan inclasificable como este. La cámara y la realizadora son el ojo que todo lo ve, documentando minuciosamente los acontecimientos sin dejar escapar ni un suspiro.
Documental y ficción, lo hibrido de Anhell69
Anhell69 (2022)
Sinopsis: Un coche funerario atraviesa las calles de Medellín, mientras que un joven director cuenta la historia de su pasado en una ciudad violenta y conservadora, recordando la pre-producción de su primera película, una historia de serie B de fantasmas.
El director Theo Montoya acomete la disección de la cotidianidad social de Medellín, de la comunidad LGBT, de los sueños e ilusiones de sus amigos, la represión gubernamental contra las protestas, del sexo y de la muerte que siempre anda rondando como hilo conductor. Se pueden ver claramente las influencias y raíces que han enriquecido esta obra.
Una atípica película colombiana poblada de fantasmas y realidades dolorosas en un Medellín sin horizonte. Como nota al margen es preciso resaltar la impagable presencia del maestro Víctor Gaviria conduciendo un carro fúnebre por toda la ciudad.
La hibridez de su planteamiento que oscila entre lo documental y la ficción agrega una riquísima capa de verosimilitud a un realismo que aun siendo gozoso está impregnada de un fatalismo tan real como la muerte o la violencia que pueblan este fantástico, oscuro y fiestero relato.