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Documental Morena(s), sus realizadores y las claves de su estética fílmica 

Humberto Almonte

Analista de Cine

Después de un largo periplo por festivales nacionales e internacionales, llega a la programación comercial de nuestro país el documental Morena(s), una densa inmersión en el dia a dia de una inmigrante dominicana en Argentina, dirigido por Victoria (Vicky ) Apolinario e Iván de Lara. 

Hemos querido someter a Vicky e Iván a los rigores de preguntas sobre su obra para que nos desentrañen en parte los presupuestos estéticos subyacentes en ella. 

Iniciaremos con sus nombres para después pasar al uso de abreviaturas en las siguientes respuestas:

¿Cuál fue la génesis del proyecto documental Morenas?

Victoria  (Vicky) Apolinario: En días pasados una amiga me regaló su libro sobre la figura de la prostituta en la dramaturgia criolla. El libro se  comenzó a gestar en Buenos Aires, en la contratapa decía que el impulso inicial de escribirlo era “la rabia”, por la mirada estereotipada de la mujer negra y migrante en esa cosmopolita ciudad. Me hizo pensar mucho en la génesis de Morena(s). La película aborda el mundo de las migraciones. Iván y yo, en esa vida, habíamos emigrado a estudiar cine a Buenos Aires. Yo no tenía ni una semana de llegada al país cuando varios taxistas, al preguntarme mi procedencia, me decían: “Dominicana, hay muchas prostitutas dominicanas en el barrio de Constitución”, refiriéndose a un barrio bonaerense donde hay una importante comunidad dominicana”. A mí también me invadió la rabia, a mí también me indignó la ligereza del estigma, a mi también me picó la curiosidad.  Luego nos acercamos al barrio Constitución, detrás de la nostalgia de nuestros sabores, queríamos unos buenos tostones y fuimos a parar al restobar Morena. Ahí nos atendió nuestra Morena, que en ese entonces era empleada de ese lugar. Morena nos cautivó con su fuerza, su deseo de progresar y de brindarle oportunidades a sus hijos, oportunidades que deberían de ser derechos garantizados. Morena además, fue una ventana a muchas otras Morenas. La migración a Argentina, esa migración que va tras una mejoría económica, es mayormente femenina.  La película comenzó a organizarse alrededor de la pregunta “cómo sobrevive una mujer migrante”. Morena salió del estereotipo de inmigrante marginado, ella había logrado regularizar su estatus migratorio, con el tiempo había adquirido su propio Restobar.

 

Iván de Lara: Yo creo que para mí, Morena(s) viene de una añoranza, de una búsqueda de ser parte, de acortar brechas y distancias. De pertenecer. Yo creo que veía en Morena algo que yo añoraba, veía en ella esa heroína que no se doblega, que siempre resiste y siempre lucha. Como un árbol bien enraizado que siempre mantiene su postura. Pero también viene de la consciencia de mis propios privilegios y de la rabia que conlleva mirar y ver que no todos tenemos las mismas oportunidades, que habitamos países y ciudades distintas y que no existe el para todos todo. Y que historias como esta que suelen quedarse en los márgenes, necesitan ser contadas.

¿Las diferencias entre el planteamiento inicial y lo que vemos en pantalla es grande  o qué cambió?

V.A Es curioso como el tiempo y la distancia nos hacen confirmar que no hubo grandes cambios (no estoy segura de que sea bueno o malo). Y hablo del tiempo y de la distancia, porque nuestro plan de registro era otro. Llevábamos mucho tiempo filmando a Morena y a su familia con una camarita, en el proceso de conocernos y de invisibilizarnos en su cotidiano, pues queríamos hacer un documental de observación. Morena se preparaba para llevar a su hijo a Buenos Aires ya que estaba pronto a cumplir la mayoría de edad. Esa era nuestra película, documentar el proceso de ella reunir el dinero para terminar de unificar a su familia. Pero su vida le dio un vuelco de último minuto, y lo que sería su carrera para traer a su hijo a la Argentina, fue una carrera para mantenerse al frente del negocio en el que había invertido todo lo ganado en sus 9 años en Argentina.  Al inicio, estábamos neuróticos con los cambios. Luego descubrimos que ambas situaciones al final eran la excusa para capturar las dinámicas de subsistencia, de resistencia, los costos y los deseos pequeños de Morena. 

I.L. Es así como comenta Vicky: hubo cambios en el estado de las cosas de la vida de Morena que implicaron cambios de cierta manera narrativos, pero no temáticos. Pero sí creo que nos llevamos sorpresas. Creo que a medida en que el proyecto fue tomando forma, fueron apareciendo capas de profundidad, testimonios y personajes con implicaciones narrativas en el documental que no esperábamos. 

¿Cómo sobrellevaron las tensiones y cargas psicológicas de las Morenas como protagonistas / intervinientes o de quienes aparecen?

V.A: Uff, fue retador. Nosotros estábamos ahí, queriendo ser invisibles, con la “ilusión” de no intervenir en el devenir de las cosas, esa era la premisa del equipo de trabajo, aunque conscientes de que nuestra mera presencia ahí ya es una intervención. Nos pasó de enterarnos de traiciones o de engaños a Morena, y encontrarnos en el dilema de decirle o no. De hecho hubo un momento en el que Morena  estaba a la espera de un dinero, que nosotros sabíamos que no iba a llegar, al final le dijimos, era muy cruel no hacerlo.    

I.L. El proceso de filmación se llevó a cabo en un espacio en las márgenes de la ciudad, zonas que llevan consigo una tensión producto de las desventajas estructurales a las que se enfrentaban las personas que la habitan. El restobar lo frecuentaban esas personas que veían allí un espacio de escape, de evasión de problemas, aunque sea solo monetariamente. Y uno de cierta forma absorbía esa sensación, la vivía como si la compartiera. Ese sentimiento permea el documental. Siempre supimos que había en Morena una historia que contar, que reflejaba algo universal de la experiencia del migrante y de la búsqueda de pertenecer, y saber eso nos ayudaba a sobrellevar el cansancio físico y emocional de ese esfuerzo de ser invisibles que menciona Vicky.

¿Qué retos les supuso filmar en Buenos Aires y cuán diferente es de hacerlo en RD?

Nuestra experiencia de filmar en Buenos Aires fue muy idílica y singular. Morena(s) es una producción autoral, que no responde al modelo de industria. Éramos un crew pequeño (como lo demandaba el proyecto) compuesto de gente con ganas de experimentar, de hacer cosas. Tuvimos el respaldo de la Fundación Universidad del Cine (FUC), que nos facilitó equipos. La producción de campo era local (Argentinas). 

Ahora que lo pienso, los retos fueron más bien culturales. Después de tres semanas metidos en el “Sabor Caribeño”, con música a todo volumen y olor a pica pollo, Iván y yo notamos (por momentos) esa mirada estigmatizante, que era parte temática de la película. 

Creo que una de las diferencias entre filmar en RD o en Argentina son los costos de producción,  en RD seguimos un modelo de industria, que se viene fomentado a partir de la Ley y que nos ha permitido rodar decenas de películas al año. Hoy mucha gente vive de ello.

 ! Es genial!, pero a este modelo le hace falta contemplar otros tipos de producciones. Argentina es más plural en ese sentido (tienen más de 100 años haciendo cine. El costo medio de filmar una película en Dominicana es mucho mayor que en Argentina y eso se transforma en una limitante para hacer otros cines aquí, e incluso es un obstáculo para hacer coproducciones. 

Hay que decir que el escenario en BAIRES (Buenos Aires) ha cambiado mucho en los últimos tiempos, ahora se encuentran con recortes que atentan contra el hacer cine ahí. 

¿La adaptación de una persona migrante dominicana en Argentina, qué tan difícil es?

V.A. Creo que toda migración conlleva retos: estar lejos de tus círculos de cuidado, el desarraigo, el sentido de pertenencia, la soledad. Pero la adaptación siempre va a depender del tipo de migración, llegar como lo hicimos nosotros, estudiantes privilegiados, que llegamos a habitar el Buenos Aires cultural y cosmopolita, no es lo mismo que migrar en la marginalidad, a las periferias, a las villas, a las faltas de garantías, a la lucha por la subsistencia, viajando en el peso de la responsabilidad de los hijos, las madres, las deudas que se dejaron en Dominicana. En estas últimas circunstancias, aquellos retos pesan más. Creo que por ello se forman guetos, para sostenerse. A veces me da la sensación de que la adaptación es crearse una especie de limbo entre Argentina y  República Dominicana, no estás ni en uno ni el otro. 

IL: No podemos pensar el proceso de adaptación de una persona migrante si no tomamos en cuenta su situación socio-económica. Instalarse en un país nuevo siempre implica retos, pero son experiencias completamente distintas para quienes viajan por estudios o trabajo más formalizado, que lo hacen en búsqueda de experiencia y crecimiento, que para quienes lo hacen para sobrevivir. Argentina tiene muchas cosas en común con RD, desde el idioma a parte de la cultura, y eso puede esconder muchas de los enfrentamientos más sutiles que supone migrar y trabajar en el extranjero. Y allí también radica la importancia de espacio como el Restobar de Morena: en ser un verdadero espacio de desahogo, alguna especie de hogar, ni aquí ni allá, como menciona Vicky.

¿En lo relativo a las decisiones creativas o técnicas en rodaje y montaje, les supuso grandes retos?

Victoria  (Vicky) Apolinario: Morena nos demandó mucha flexibilidad, estar siempre pensando en cómo armar las cosas en el montaje. Muchas de las decisiones estéticas fueron tomadas a partir de ello, como el uso de cámara en mano y el desequilibrio de los planos, era parte de la posibilidad de “caerle atrás” a Morena, que no se estaba quieta. O generar un código de filmar “los espacios vacíos” para poder utilizar audios que por una u otra razón no contaban con imagen.  Algunas de estas decisiones fueron tomadas en la etapa de desarrollo, otras ya en el rodaje.

Quizás el mayor reto de filmar la película  fue la presencia constante de música en los ambientes. Fue algo que se salió de control, cuando creíamos que lo teníamos resuelto, alguien nos ponía una música de golpe, en medio del plano, rompiendo el sonido. O un cliente demandaba que “le dieran volumen a esa vaina”. Luego, lo que cuesta montar con ese salcocho de música. Sin embargo lo asumimos como “el precio” de documentar Morenas, porque el ruido constante es parte de ese universo, decidir no grabar con ese ambiente significaba no documentar esa historia, así que tuvimos que arreglarnos y sortear ese reto. Nathalia Lafuente, la montajista, fue muy importante en ese proceso.  

Iván de Lara: La mayor parte del trabajo para Morena(s) fue antes de la filmación, y traía consigo muchos desafíos: supuso un acercamiento y una creación de confianza con Morena y las demás personajes centrales que nos abriera las puertas para estar allí, así como un trabajo importante de convencer sobre la importancia de contar esta historia. Y ese trabajo sentó gran parte de las decisiones creativas.

Ya en la filmación los principales retos se daban por estar en un espacio en movimiento constante: las personas llegaban y se iban, los afanes del día a día no eran siempre en el mismo espacio, habían conversaciones en todas partes y solo teníamos un equipo pequeño para grabar.

Luego, como documental de observación, el proceso real de escritura de guion se llevó a cabo en el montaje, con nuevas decisiones a tomar que nacían del material y de la realidad de la grabación.

¿Cómo afrontan personas como Morena o las Morenas la xenofobia u otros tipos de discriminación en Argentina?

V.A. Uff, no sé si tenga una respuesta para esa pregunta, creo que eso que te decía del gueto es una manera de enfrentarlo, de buscar refugio, pero puede que sea una respuesta  al ligera. Me gusta que tu pregunta parte de un reconocimiento de la xenofobia y la discriminación en Argentina, a la que yo le agregaría racismo. Cosa que tristemente no es exclusiva de ese país, basta con abrir un periódico nacional. Yo personalmente le agradezco a la Argentina haberme reconocido como una mujer negra, porque aquí en dominicana, con ser un chin más clarita te mudas al grupo de los blancos. Mis años en BAIRE (Buenos Aires)  me permitieron saborear la mirada despectiva, el peso de un tono de piel y la rabia que genera en uno. Hay un ensayo de Chiqui Vicioso donde cuenta que se dio cuenta que era negra en un puesto migratorio en EEUU, un oficial al ver su identidad se reía al leer que decía que ella era “india clara”. Me pasó como a ella.  

IL: Me toca reconocer primero que como hombre blanco mi experiencia en Argentina significó mucha menor exposición a esa discriminación que marca a la migración dominicana allá: la mayoría de las veces no era hasta que hablaba que notaban que no era argentino. Y esa discriminación no es única a Argentina: la viven los migrantes dominicanos que se van Estados Unidos y Europa, y la viven migrantes aquí en RD también. Es una realidad universal de vivir la experiencia de otredad cuando se migra. Y esa otredad varía en intensidad a medida que se agregan categorías de raza, género o discapacidad. Pero creo que lo que más resaltaría es que no es algo que nunca se llegue a afrontar realmente: se vive con ello, se internaliza hasta que redefina la imagen propia de cada uno. 

¿Cómo se entendieron ustedes durante este rodaje, que tan complicado es rodar en pareja?

V.A Creo que en general lo manejamos bien. Creo que hubo una que otra pelea en el proceso, pero solo lo necesario para que fuera un producto de dos. Hicimos juntos todo el proceso de acercamiento a Morena, la definición estética y el desarrollo argumental, luego en las jornadas de rodaje, Iván estaba más enfocado en la fotografía y yo en la dirección. Luego de cada jornada revisamos el material para repensarlo y tomar decisiones de dirección para la próxima jornada.

Si se ha agotado un proceso de desarrollo, tiene sus ventajas rodar en pareja es tener un compañero del crimen, también la diversidad de miradas enriquece.

I.L Diría que el éxito de nuestra experiencia de filmar de a dos radica en dos cosas principales: Primero, en una división casi natural del trabajo: había mucho complemento en mi inclinación más hacia la fotografía y la estética, y la de Vicky hacia la dirección y lo argumental, que respondía bien a nuestras fortalezas.

Pero resaltaría sobre todo la importancia de la confianza en la mirada y el criterio del otro. Filmar en pareja es un constante reconocimiento de que somos parte de, y no quien dirige, el mundo que nos rodea. En Morena(s) podíamos desmitificar la imagen del director-autor como el único dueño de la visión cinematográfica y buscar en conjunto la mejor manera de dejar que Morena hablara por sí misma.

¿Qué les sorprende o no entienden de la percepción del público dominicano o de los públicos que han visto Morenas?

V.A Creo que en general el público ha conectado con el viaje de Morena, debo decir que más de lo que esperaba, mucha gente se nos ha acercado para decirnos que han vivido junto a ella su peripecia. Eso ha sido un regalo, porque creemos en el arte como vehículo, y que alguien pueda empatizar, mirar esa realidad es sentir que ha valido la pena.

I.L. Para mí ha sido un privilegio ver que tanto Morena conecta con las personas aquí en RD. Me conmovió ver como algunos de los habituales del barrio debatían sobre la vida de Morena y las decisiones que se veía forzada a tomar, como interpretaban la vida de ella desde su realidad y la capacidad que ella tiene de trascender de la pantalla a lo mundano de nuestro día a día. 

¿En lo relativo al documental en RD, a que se enfrentan aquí los realizadores que se decantan por este género?

V.A Bueno, quizás uno de los aspectos más retadores es que nuestro hacer cine está propiciado por la Ley de Cine, y su aplicación está pensada para las producciones de ficción y no siempre es amigable con los procesos y los tiempos del cine documental. Por citar un ejemplo, la etapa de desarrollo de una película no entra dentro de los costos que se pueden cubrir con los incentivos de la ley. El desarrollo, y en él, el proceso investigativo, es el corazón de un documental. 

Los tiempos tampoco se ajustan a los de ficción. Uno puede pasarse años filmando un documental y los tiempos promedio de un rodaje son de 4 a 5 semanas. Hay documentales que no te caben en un plan de rodaje de 5 semanas. 

Y luego de que está la película vienen los retos de la distribución, que un poco los compartimos con la ficción. 

IL: Uno de los principales desafíos para documentalistas es que es muy difícil acceder a fondos para desarrollo en documental, y como Vicky menciona, ahí está la mayor parte del trabajo en un proyecto de investigación, como lo es un documental.

En RD se ha invertido grandemente en la industria del cine, y esto ha significado un proceso importante para el sector y muchas oportunidades para llevar a cabo proyectos locales. Pero hace falta apostar también por el cine de autor y por proyectos que respondan no solo a intereses de escala, que supongan otros tipos de procesos de filmación y desarrollo que los de la industria de la ficción.

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