La crisis climática ha reafirmado un año más sus dramáticos efectos a nivel global: 2022 ha vuelto a ser escenario de huracanes, deshielo de los polos, terribles inundaciones como las de Pakistán, dramáticas sequías como en África y sucesivas olas de calor, en un verano que ha batido récords de temperaturas en Asia y en Europa.
El deshielo de glaciares se ha agravado, con niveles récord en el entorno de los Alpes europeos y ha seguido aumentando en consecuencia el nivel del mar a escala planetaria.
En concreto, la Antártida pierde su capa de hielo más rápido que nunca y también Groenlandia, en donde por primera vez en un mes de septiembre ha llovido y no nevado, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Por otra parte, los vientos huracanados impactaron a principios de año en la región de África meridional, azotada por ciclones durante dos meses, siendo Madagascar el país más afectado, en donde se registraron lluvias torrenciales, con devastadoras crecidas de los ríos.
Más tarde, en septiembre, el huracán Ian, en el Atlántico, causó cuantiosos daños y numerosas víctimas mortales en Cuba y sacudió también al suroeste de Florida, y asimismo el Fiona impactó con fuerza sobre Puerto Rico y República Dominicana.
En el continente asiático, las lluvias récord este verano provocaron dramáticas inundaciones en Pakistán, con unos 33 millones de personas afectadas y más de 1.200 fallecidos, según funcionarios de la ONU.
En África, la persistente sequía en Kenia, la peor de los últimos 40 años, se ha agravado tras una cuarta temporada consecutiva de lluvias inferiores a las habituales y con más de 4,35 millones de kenianos en situación de hambre.
Por otra parte, más allá de enclaves tradicionalmente tórridos como el cuerno de África, el Golfo Pérsico, América o el Mediterráneo, las altas temperaturas han sacudido también a gran parte de Europa septentrional.
Además, China ha sufrido la ola de calor más extensa y pertinaz desde que se tienen registros nacionales, con el segundo verano más seco. En Wuhan, el río Yangtsé alcanzó en agosto el nivel más bajo jamás registrado.
La OMM advirtió de que “los últimos años van camino de ser los ocho más cálidos de los que se tiene constancia”.
Según los servicios del Programa europeo de Observación de la Tierra Copernicus, el episodio prolongado de calor extremo de este verano en Europa “bien podría ser el peor en 500 años” en el continente, con el mes de julio más cálido del que se tiene registro en la Europa occidental.
En Francia, este mes de mayo ha sido el más cálido hasta ahora registrado y también en Portugal, mientras en España solo ha sido superado antes por el de 1964, con Sevilla alcanzando 41°C por primera vez ese mes y Jaén con su día más caluroso en mayo.
Ya en julio, el Reino Unido registró un récord nacional de temperatura máxima: 40,3°C, en Coningsby, Lincolnshire (oriente del país), mientras en Francia, Alemania o Polonia se han registrado valores también excepcionalmente altos.
En la cálida España ha habido 42 días bajo ola de calor este verano, casi la mitad de la estación, lo que multiplica por tres el promedio anual de la década pasada y por seis el de las anteriores; a ello se suma una temperatura superficial del agua del Mediterráneo superior a lo normal de forma ininterrumpida.
El estrés hídrico por escasez de precipitaciones, con unos embalses bajo mínimos, junto con el calor y las sequías han propiciado restricciones de agua -también para consumo humano- de forma excepcional en zonas tradicionalmente frescas de Europa.
En regiones como Cataluña, en España, todavía en otoño se han mantenido limitaciones en ciertas poblaciones.
Ríos europeos como el Rin, el Loira y el Danubio han visto descender sus respectivos caudales este verano hasta niveles críticamente bajos, y el calor y la falta de lluvias han sido caldo de cultivo para megaincendios por la extrema sequedad del terreno.
Según las estadísticas del Sistema de gestión de emergencias de Copernicus, con datos hasta octubre, finalizada la estación estival, la superficie total quemada hasta ese momento en la UE se situaba en más de 770.000 hectáreas, frente a una media de 280.000 anuales en el período 2006-2021.
Las cifras para España son escalofriantes: alrededor de 300.000 hectáreas arrasadas por incendios en lo que va de 2022 frente a unas 60.000 de media al año, es decir, cinco veces más de lo habitual.
Los grandes fuegos se han propagado también por Grecia, Francia, Portugal, Alemania o la República Checa, y fuera del continente en territorios como California (EEUU) se han repetido una vez más los megaincendios forestales.
Por otra parte, según la OMM, el fenómeno de La Niña, asociado normalmente a un clima más frío del habitual a nivel global, se prolongará posiblemente hasta el fin del invierno en el hemisferio norte y podría contribuir a sequías prolongadas o bien a inundaciones, dependiendo del lugar del planeta. EFE