Eduard Ribas i Admetlla
Washington.- Las amenazas militares contra la Venezuela de Nicolás Maduro y el auxilio financiero a la Argentina de Javier Milei evidencian el objetivo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de aumentar su influencia en América Latina, que se ha convertido en una región prioritaria para Washington.
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El freno en seco de los flujos migratorios y la lucha contra el tráfico de fentanilo fueron dos grandes promesas de campaña del republicano que situaban a la región en el centro de su política exterior.
El nombramiento de Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, para dirigir la diplomacia estadounidense, y el de Christopher Landau, exembajador en México que habla perfecto español, como “número dos” del Departamento de Estado, ya anticipaban una línea de acción que se ha confirmado.
“Desde abordar la seguridad y el crimen organizado hasta la migración y la reducción de la influencia de China, la región es claramente una prioridad”, dice a EFE Jason Marczak, vicepresidente del Centro Adrienne Arsht para América Latina del Atlantic Council.
De aliados y adversarios
Pero no solo se trata de objetivos estratégicos. La política de Estados Unidos hacia Latinoamérica también sigue patrones ideológicos.
Trump ha premiado con acuerdos a líderes afines como Milei o el salvadoreño Nayib Bukele, al tiempo que incrementa la presión sobre quienes le plantan cara, como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva o el colombiano Gustavo Petro.
“Más que nada, la política hacia Latinoamérica refleja los intereses ideológicos del presidente”, subraya a EFE Benjamin Gedan, experto de la Universidad Johns Hopkins. Su enfoque, agrega, “presta menos atención a temas tradicionales como la democracia, los derechos humanos, el desarrollo económico, la corrupción y las cadenas de suministro”.
Se trata de un cambio respecto a la estrategia de la Administración anterior de Joe Biden (2021-2025), que buscó trabajar con los líderes de la región sin importar su color político, siempre que hubieran sido elegidos democráticamente.
El Gobierno de Biden negoció además con Maduro la celebración de unas elecciones libres en Venezuela, pero este se proclamó el ganador y tanto la oposición como Washington denunciaron un fraude electoral.
Trump, que ha emprendido una campaña militar sin precedentes con la destrucción de supuestas narcolanchas en el Caribe que vincula a Maduro, anunció esta semana que ha autorizado a la CIA misiones encubiertas dentro del país y que sopesa ataques aéreos contra territorio venezolano.
También esta misma semana recibió con todos los honores a Milei en la Casa Blanca, días después de que Estados Unidos anunciara un auxilio financiero para Argentina con una línea de intercambio de divisas de hasta 20.000 millones de dólares.
Incluso Trump condicionó su futuro apoyo a Argentina a que el partido de Milei, gane las elecciones intermedias del próximo 26 de octubre: “Si él pierde, no seremos generosos con Argentina”.
El argentino fue el segundo mandatario latinoamericano recibido por Trump en el Despacho Oval, después de su aliado Nayib Bukele, quien acordó albergar en su cárcel de máxima seguridad a migrantes indocumentados acusados por Washington de ser criminales.
Diplomacia de aranceles
Durante estos meses de mandato, Trump ha utilizado las amenazas arancelarias para presionar a países como México, cuya presidenta, Claudia Sheinbaum, accedió a militarizar la frontera para frenar el tráfico de fentanilo.
Pero México, el principal socio comercial de Estados Unidos, no ha resultado el peor parado, pues goza de una tregua arancelaria mientras siguen las negociaciones.
A Brasil, en cambio, le impuso fuertes aranceles del 50 % por el juicio contra Jair Bolsonaro, aliado de Trump y condenado a 27 años de prisión por intentar un golpe de Estado después de perder las elecciones frente a Lula.
El republicano se comprometió a negociar los aranceles con Lula tras cruzarse brevemente en los pasillos de la ONU y sentir “química” entre ambos.
A Colombia la amenazó con aranceles hasta que Petro aceptó la deportación de migrantes indocumentados a su país. Más recientemente, retiró a Colombia de la lista de países que cooperan en el combate al narcotráfico, por primera vez en décadas.
Además, prohibió a Petro la entrada a Estados Unidos después de que este pidiera desde Nueva York a los militares estadounidenses que desobedecieran a Trump.
Y en ningún país ha sido tan evidente la voluntad de Trump de detener la influencia china en América Latina que en Panamá, donde incluso amenazó con recuperar el control sobre el Canal.
Trump todavía no ha confirmado si acudirá en diciembre a la Cumbre de las Américas, en República Dominicana, a la que Sheinbaum y Petro han descartado asistir por la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela. EFE