Sergio Sarita Valdez
De aquellos polvos surgen estos lodos” es un antiguo adagio, el cual nos viene como anillo al dedo para entender la calamitosa situación por la que pasa la vecina República de Haití. Si movemos hacia atrás las manecillas del reloj de la historia al siglo XVII y nos ubicamos en la Isla de la Tortuga diremos que allí germinó la semilla de lo que hoy es la nación haitiana. Juan Bosch en sus obras “De Cristóbal Colón a Fidel Castro, El Caribe, Frontera Imperial” y “Composición Social Dominicana” analiza magistralmente los orígenes de Haití. En este último libro le dedica todo un capítulo al acontecimiento épico que representó la Revolución Haitiana. Allí escribe Bosch: “La revolución haitiana es hasta ahora la más compleja y notable de las revoluciones que se han producido en Occidente en los tiempos modernos, y la única que fue simultáneamente una guerra social, de esclavos contra amos; una guerra racial de negros contra blancos; una guerra civil, entre las fuerzas de Toussaint y las de Rigaud; una guerra internacional, de franceses y haitianos contra españoles e ingleses, y por fin una guerra de liberación nacional, que culminó en la creación de la primera república negra del mundo”.
El reconocimiento de la independencia haitiana en 1804 por parte de Francia implicó el pago de una costosa deuda por indemnización. En 1825 se llevó a cabo una revisión de los acuerdos de pago entre la antigua metrópolis y la nueva república presidida por Boyer. Desde 1822 Haití había pasado a ocupar la porción oriental de todo el territorio isleño bajo la consigna de Toussaint de que la isla era una e indivisible. El 27 de febrero de 1844 se proclamó la independencia dominicana. A ella le siguieron fallidos intentos haitianos armados tratando de recuperar el territorio perdido.
En 1915 y 1916 tanto Haití como la República Dominicana pasaron a ser ocupadas por las fuerzas militares estadounidenses. En 1937 el presidente Rafael Leónidas Trujillo ordenó la matanza de miles de nacionales haitianos que residían en suelo dominicano. La denuncia y el escándalo internacional no se hicieron esperar. Trujillo se comprometió a indemnizar al Gobierno vecino por dichas muertes.
La dictadura de François Duvalier gobernó con mano férrea al vecino país desde 1957 hasta 1971. Su hijo Jean Claude Duvalier le sucedió en el cargo hasta su derrocamiento en 1986. A partir de ahí Haití ha vivido bajo gobiernos militares, civiles y algunos surgidos de las urnas, tal fue el caso de Bertrand Arístide, quien terminaría siendo derrocado y enviado al exilio.
El caos y la violencia social parecen haberse adueñado de esa nación en estos últimos tiempos. La ocupación del territorio por un ejército bajo el uniforme de la ONU, seguido por la proliferación de gangas armadas que controlan sectores de Puerto Príncipe y otras ciudades; magnicidio, asesinatos y secuestros, actos vandálicos y violaciones sexuales se han convertido en el pan nuestro de cada día en la tierra de Petión y Dessalines.
Los efectos del cambio climático, la pandemia, la inseguridad ciudadana y la guerra en Europa provocan la emigración forzada de miles de nacionales haitianos.
La paz en el occidente de la isla es lo más saludable para ambas repúblicas y sus pueblos.