Guillermo Caram
La corrupción priva al Estado de cumplir con sus responsabilidades sociales en favor de nuestra población más necesitada.
Por eso es necesario que se prevenga y sancione.
Preferiblemente que se prevenga para no tener que sancionarla recurriendo a procesos judiciales complicados y tortuosos que se prestan a interpretaciones sujetas a tecnicismos legales. Y a conspiraciones en una sociedad como la nuestra en estos tiempos, regida por una red de estrechas interrelaciones personales y complejidades caracterizadas por laxitud moral.
Pero lo peor es que estos procesos concitan gran atención nacional y son aprovechados por “hijos de las tinieblas” para crear circos que distraigan atender las urgencias y calamidades que confrontan nuestra sociedad y nuestra economía.
Abrigo la esperanza que puedan obtenerse resultados concretos de estos procesos, como la sanción penal a los que se comprueben que han cometido hechos ilícitos, la devolución de los valores sustraídos al fisco y el resarcimiento de los afectados por el tráfico de influencia.
Pero hay resultados mas trascendentes de lo anterior: la lección para gobernantes actuales, que no parecen aprenderla a juzgar por su comportamiento en otras áreas y en otros tiempos de la vida de los pueblos.
Decimos esto ante nuestra percepción de que pueblos y gobiernos no están soliendo aprender las lecciones de los acontecimientos.
Ya lo dicen las escrituras en Éxodo 32:9 “el SEÑOR dijo a Moisés: He visto a este pueblo, y he aquí, es pueblo de dura cerviz…He visto a este pueblo, ciertamente es un pueblo terco”
Nos preguntamos, por ejemplo, ¿aprenderán los gobernantes presentes, sus funcionarios, las consecuencias de incurrir en hechos dolosos aprovechando de su posición o incurrirán en prácticas comparables?
¿Han aprendido pueblos y gobiernos del mundo lo que acabamos de sufrir por el COVID? En nuestros sistemas productivos, ordenamiento territorial, transportación, condiciones sociales de vida, etc…
¿Han aprendido las consecuencias para el orden y la paz social de los crecientes déficits fiscales subsanados con endeudamientos provocados por gastos excesivos y mala calidad del gasto para viabilizar la corrupción?
¿Aprendió el presente gobierno las consecuencias de los ajustes implementados para eliminar déficits y honrar compromisos del excesivo endeudamiento que se han observado en otros países y en el nuestro cuando gobernaba, en los 80s, el partido precursor del actual gobernante?
¿Acaso aprendieron agentes económicos y gobiernos las consecuencias de la imprudencia e intrepidez bancaria que ha causado tantas crisis financieras, como la que vivimos en el 2002 cuando gobernaba el mismo partido precursor del hoy gobernante que administró crisis bancaria estatizando pasivos privados provocando practicas financieras descapitalizadores de nuestro banco central que aún gravitan peligrosamente sobre nuestra economía?