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Santo Domingo

Coqueteando con la inteligencia artificial

Manuel Vólquez

Viendo la entrevista que le hizo el expresidente Leonel Fernández al robot humanoide Sophia he llegado a la conclusión de que en el futuro mediato surgirán más cosas que transformarán de manera extraordinaria nuestro modus vivendi y operandi. De hecho, lo estamos observando con el avance a todos los niveles de la tecnología de alta gama, un fenómeno de la rama científica que aflora ventajas y desventajas para los humanos.

Una muestra son los asistentes de voz Siri y Alexa en la mayoría de los dispositivos Android, así como el Sistema de Posicionamiento Global de radio navegación  (GPS, siglas en inglés).

Sophie un robot desarrollado, producto de la inteligencia artificial (IA), para adaptarse al comportamiento humano y trabajar con esos aparatos satisfactoriamente. En octubre del 2017, se convirtió en una ciudadana saudí, siendo así el primer robot en obtener ese privilegio.

La inteligencia artificial es un tema del momento. En el contexto de las ciencias de la computación, es una disciplina y un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos cuyo propósito es la creación de máquinas que imitan la inteligencia humana para realizar tareas, y que pueden mejorar conforme recopilan información. Esa es una de sus definiciones más recurrentes.

A diferencia de la inteligencia sintética, la artificial no tiene como finalidad reemplazar a los humanos, sino mejorar significativamente las capacidades y contribuciones de estos (al menos, es lo que se dice). Se hizo presente poco después de la Segunda Guerra Mundial con el desarrollo de la Prueba de Turing, mientras que el término fue acuñado en 1956 por el informático John McCarthy en la Conferencia de Dartmouth, realizada en la Universidad Dartmouth,  Estados Unidos, que reunió a todos los que trabajaban en el recién estrenado campo.

En la actualidad, la inteligencia artificial abarca una gran variedad de subcampos, que van desde áreas de propósito general, aprendizaje y percepción, a otras más específicas como el reconocimiento de voz, el juego de ajedrez, la demostración de teoremas matemáticos, la escritura de poesía y el diagnóstico de enfermedades.

Alegra saber que no se trata de un invento para sustituir a los humanos, aunque algunos especialistas aseguran que desplazarán a los maestros y a miles de trabajadores. Desde hace muchos años existen robots trabajando en el ensamblaje de automóviles, celulares, equipos utilizados en las industrias manufactureras mundiales y otras actividades reservadas para los humanos. Es un indicio de que el hombre está aplicando la famosa “Ley del menor esfuerzo”, delegando sus responsabilidades en esos aparatos inteligentes, pero a la vez está cayendo en el espacio de la improductividad manual e intelectual.

Debido a la evolución sistemática a que nos sometemos, cuando no nos ejercitamos, el cuerpo se atrofia. Esa es una desventaja de la tecnología, de acuerdo con el razonamiento de las brillantes mentes científicas que han advertido respecto a los peligros a que enfrenta la humanidad.

A Albert Einstein, por ejemplo, que desarrolló las teorías especial y general de la relatividad, se le atribuye haber expresado la siguiente frase: “Temo por el día en el que la tecnología sobrepase la interacción humana. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”. Ese pronóstico ya lo estamos observando con el uso extremo de juegos en los celulares y otros dispositivos androides. La gente anda como zombis, robots o idiotas en las calles, en autobuses, aviones, carros y centros comerciales, con la vista sobre el móvil. No saludan ni dialogan. A eso se refería ese eminente científico.

Bill Gates, fundador de Microsoft, ha declarado que el  llamado a detener el desarrollo de la inteligencia artificial no resolverá los retos que hay por delante para aprovechar los beneficios y ventajas que ofrecen estos sistemas.  Considera que sería mejor centrarse en la óptima forma de utilizar los avances de esa herramienta informática, ya que era difícil entender cómo podría funcionar una pausa a nivel mundial.

En ese contexto, el 21 de marzo de 2023, Bill Gates afirmó  que la IA debería utilizarse para ayudar a reducir algunos de los mayores desafíos globales, como la desigualdad económica, la atención médica y el cambio climático.

El 18 de abril de 2023, contrario a ese razonamiento, Elon Musk, propietario de Twitter y otras importantes empresas, advirtió en una entrevista a la cadena CNN que la inteligencia artificial podría llevar a la destrucción de la civilización.

En una carta firmada por él y más de 1000 expertos en IA exigía una pausa urgente en el desarrollo de sistemas más potentes que el nuevo GPT-4 de OpenAI, empresa que cuenta con el respaldo de Microsoft, que puede mantener conversaciones similares a las humanas, componer canciones y resumir documentos extensos.  Precisaron que es necesario evaluar los posibles riesgos y beneficios para la sociedad.

Mientras se analizan las ventajas y desventajas de la inteligencia artificial, el fallecido físico británico Stephen Hawking, había fijado la atención en aspectos que consideraba “los grandes desafíos y amenazas para la humanidad” en las décadas que se avecinan. Pero también percibió otras amenazas potenciales, como la inteligencia artificial, el cambio climático, los virus genéticamente modificados y una posible guerra nuclear, por citar algunos ejemplos.

Vistos esos enfoques puntuales, se colige que el destino mundial depende de los proyectos a futuro promovidos por algunos cerebros científicos que coquetean con ideas que ellos definen como las más apropiadas para el desarrollo de la humanidad, iniciativas que otros describen como catastróficas. Solo es cuestión de tiempo para ver los resultados.

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