Edilberto F. Méndez Amador
SANTO DOMINGO.- Conducir un automóvil en la República Dominicana, y sobre todo en su capital, es una horrible pesadilla que solo da descanso los domingos, porque ya ni los sábados perdonan.
Realmente, cuando los conductores tienen que enfrentarse a la calles y avenidas de esta ciudad, lo piensan par de veces, pero como no queda de otra, comienzan los cálculos de Waze (aplicación en línea), para evitar los tapones o tranques.
Pero en las horas pico de la mañana, el mediodía y la tarde-noche, ni esa valiosa herramienta ayuda, pues por donde te vires aparece la serpiente roja no apta para cardíacos.
No solo los embotellamientos son los culpables del estrés, tal vez más que ellos te hacen sufrir la irresponsabilidad de decenas de choferes, sobre todo, quienes timón en mano asumen el transporte público, en cuatro o dos ruedas, da igual.
Para las autoridades encargadas de este tema es un gran dolor de cabeza buscar soluciones para aliviar la situación, la cual ni es nueva, ni podrá resolverse entrando cada año cientos de automóviles y motocicletas que se agregan a los existentes.
Son muchas las aristas de un problema que, aunque el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) de forma optimista pretende mejorar, se mantiene y no se le ve solución inmediata ni mediata.
Campañas van y vienen, multas igual, pero los choferes conducen como quieren sin existir manera de poner freno a ese caos.
Hacen uso en extremo del teléfono móvil, giros de la extrema derecha a la izquierda, desobediencia de los semáforos, de las señalizaciones y del cambio de dirección y de senda a capricho y sin aviso. Todo ese maremagnum de violaciones forman parte de la cotidianidad en las calles y avenidas.
Y por supuesto, sin dejar de mencionar el exceso de velocidad incluso en vías secundarias apenas aptas para transitar al paso de un transeúnte.
Posibles paliativos, no soluciones
El director ejecutivo del Intrant, Hugo Beras, quien no tiene mucho tiempo en el cargo, ha dado algunos pasos para resolver el problema.
En días recientes, anunció que la capital contará este año con un moderno Centro de Control de Tráfico, el cual tendrá un sistema inteligente …ya veremos como esto funciona en medio de la jungla quisqueyana.
También lleva meses en la instrumentación de un programa denominado Parquéate Bien, que aunque aumentó el flujo en las calles donde ha sido aplicado, muy pocas por cierto, hasta el momento como se dice en el pueblo, son curas con mercurocromo.
Parquéate bien no es otra cosa que obligar a los choferes a no ubicarse en cualquier lugar de la vía, sino en un solo lado y en el sentido del tráfico, algo que parece normal, pero aquí muchos no respetan.
Otras acciones a la cual Beras les tiene mucha fe, es a un programa de microsimulación de tráfico elaborado para conocer en tiempo real la situación y generar las propuestas necesarias y al Centro de Monitorización de Transporte de Carga instalado el pasado mes de enero.
Este último bien merece un doctorado, porque el transporte de carga dentro de una ciudad congestionada con calles estrechas, automóviles parqueados de frente, de lado y como mejor puedan, se convierte en toda una odisea para los encargados de dirigirlo y ejecutarlo.
Tal vez, una de las mejores cosas ocurridas en los últimos meses, que puede aliviar el asunto, es la creación de corredores de autobuses en las principales arterias.
Los corredores pretenden con nuevas unidades y buen servicio, sustituir a los llamados conchos (especie de taxis populares) para hacer más expedito el tráfico, pues esos autos, en su mayoría están en mal estado y sus conductores son ejemplo de indisciplina vial y malos hábitos.
Pero hasta el momento, de 10 corredores pensados, solo funcionan tres y aunque en honor a la verdad brindan un buen servicio, cómodo y de calidad, la frecuencia no es la adecuada todavía y según los usuarios, no resuelven el problema como los tradicionales conchos.
De todas formas, debe darse un margen a los organizadores de este servicio, primero para que se amplíe y después consolidarlo.
Muchos no creen que así se resuelva el problema, y no dejan de tener razón, en tanto que se estima que solo la unión de varias acciones de obligatorio cumplimiento y ejecución, unidas a la acción de las autoridades podrá hacer de esta ciudad un lugar donde viajar en vehículos no se convierta en un reto a la temeridad.
El Intrant y los otros organismos que tienen incidencia en el tránsito dominicano, tiene una tarea de altos kilates por delante, mientras, la mayoría de esta población espera a ver quien le pondrá el cascabel al gato, porque urge.
El caos y la anarquía no deben tener espacio en el tránsito pues eso se paga con la vida de las personas, esperemos que entre los demonios y el orden, gane el segundo.