Sergio Sarita Valdez
Ni contigo ni sin ti/ tienen mis males remedio/ contigo porque me matas / y sin ti porque me muero”. Estos versos atribuidos al poeta español Antonio Machado podrían ser tomados como pie de amigo para analizar en un apretado recorrido histórico por algunos momentos de las relaciones entre pueblos y gobiernos que comparten la Isla Hispaniola, a partir de la independencia de la República de Haití acaecida el 1 de enero de 1804.
La República Dominicana se constituyó en nación el 27 de febrero de 1844 cuando logró separarse de Haití que ocupaba la parte oriental de la isla desde el 9 de febrero de 1822. Por más de una década posterior a nuestra independencia estuvo el ejército haitiano asediando a los dominicanos, siendo repelido exitosamente en cada ocasión. En 1915 tropas norteamericanas ocuparon la patria de Dessalines y un año después cruzaron la frontera para ocupar el suelo duartiano durante 8 años. En 1937 el régimen de Trujillo llevó a cabo una matanza de miles de haitianos que tuvo el repudio de la mayoría de las naciones del mundo.
Durante toda la tiranía de Trujillo braceros haitianos eran contratados para el corte de la caña de azúcar durante el período de la zafra. La larga dictadura de la familia Duvalier devino en un corto ensayo democrático de Jean Bertrand Aristide el cual resultó ser víctima de otro golpe de Estado que lo envió al exilio. En 1963 el Gobierno constitucional encabezado por Juan Bosch detectó un campamento de rebeldes haitianos con asiento en Dajabón. Cuando la situación estuvo más tensa el gobierno dominicano amenazó con bombardear a Puerto Príncipe. Al final de la jugada Bosch terminó siendo derrocado tras un cruento golpe de Estado.
El presidente constitucional Jovenel Moïse fue asesinado en su hogar el 7 de julio de 2021. Desde entonces el caos no ha abandonado la tierra de Toussaint Louverture; bandas armadas se han adueñado de esa desdichada nación que ya no cuenta con un régimen constitucional que garantice la paz y el orden en todo el territorio. Buena parte de la población civil ha optado por abandonar el país por vía marítima con escala en Venezuela y Colombia intentando llegar a territorio norteamericano a través de la frontera mexicana.
Marejadas de nacionales haitianos penetran a tierra dominicana mediante distintos mecanismos legales e ilegítimos creando una irregular y peligrosa emigración que perturba la paz social que el pueblo dominicano se ha ganado con grandes sacrificios y muchas décadas de lucha. El sistema sanitario de Haití ha colapsado por lo que miles de mujeres embarazadas cruzan al lado dominicano en busca de asistencia médica. Ello está contribuyendo de manera significativa al aumento de la mortalidad materno infantil en la República Dominicana, aparte de mermar el presupuesto dominicano en salud.
La oferta de mano de obra haitiana barata en los sectores de la construcción y la agricultura reduce la posibilidad de que esas tareas las realicen dominicanos, lo que se traduce a su vez en aumento de los viajes ilegales de quisqueyanos tratando de llegar a Puerto Rico en frágiles embarcaciones.
Los últimos escándalos por el desvío de las aguas del río Masacre pueden ser la chispa explosiva que incendie el clima electoral dominicano. ¡Que Dios nos agarre confesados!