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Cómo la crisis climática y la guerra de «likes» amenazan y resucitan el Valle de la Muerte

FURNACE CREEK (EE.UU.).- En el estadounidense Valle de la Muerte -considerado como uno de los lugares más calientes de la Tierra- respirar supone algo así como inhalar fuego, los neumáticos de los coches amagan con derretirse y las líneas que separan los dos sentidos de la carretera parecen curvarse como un espejismo.

La crisis climática está castigando este paraje californiano, donde la Organización Meteorológica Mundial registró 54,4 grados Celsius en 2020 y 2021, y 53,3 grados este año, en plena era de TikTok e Instagram, lo que es considerado por algunos como una oportunidad de triunfar en la competencia por los «likes» más que una amenaza para el hábitat.

Un establecimiento abierto en 1933 que se nutre del Lago Mead, el mayor embalse artificial de EE.UU., situado entre Nevada y Arizona, para regar sus campos de golf, llenar sus piscinas y proveer de suministro a sus 275 habitaciones.

«Estamos volviendo a la senda de la normalidad, tenemos todo ocupado», confirmó a EFE una de las trabajadoras del hotel que prefirió no pronunciarse sobre el uso del agua en el complejo hotelero.

Más allá de ese idílico paraíso húmedo, el agua lleva escaseando una década en la zona y miles de árboles con 1.600 años de antigüedad han desaparecido en Telescope Peak, el punto más alto del Valle de la Muerte.

Así lo refleja un estudio del Servicio Forestal de EE.UU. publicado en 2022 que también denunciaba que el 70 % de la variedad de pinos «bristlecone» se ha extinguido debido a la sequía prolongada.

Tampoco los animales se mantienen a salvo: Por ejemplo, los escasos ejemplares del famoso «pez cachorrito», conocido por soportar agua muy caliente y salada en el pozo de Devils Hole, están en peligro crítico debido a que la subida de temperaturas ha alterado sus ciclos reproductivos.

LA TEMPERATURA MÁS ALTA DE LA HISTORIA, A TIRO «ESTE MISMO VERANO»

Según el climatólogo Daniel McEvoy, del Instituto de Investigación del Desierto, esto solo es una «demostración» de hasta dónde pueden llegar los fenómenos extremos y cuáles pueden ser «sus consecuencias».

E incluso el especialista en esa clase de fenómenos de la Organización Meteorológica Mundial Randall Cerveny no descarta que el récord histórico no oficial de 1913 de 56,67 grados Celsius pueda ser superado «este mismo verano» por la «aceleración del cambio climático».

En el parque nacional del Valle de la Muerte ya se han instalado nuevos sensores para que esta vez no se les escapen las pruebas de un nuevo récord mundial que resucitaría el turismo de selfis y campos de golf, mientras la naturaleza grita basta en uno de los lugares más calurosos del planeta.

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