Belém (Brasil). – El aumento del 1 °C en la temperatura global puede dejar a 276 millones de personas en todo el mundo en inseguridad alimentaria, advirtió este miércoles la directora regional del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Lola Castro, quien dijo en una entrevista con EFE que Centroamérica y el Caribe serían los más afectados.
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De darse esa variación climática, unas 900.000 personas en el Caribe y 1,2 millones más en Centroamérica enfrentarían dificultades para acceder a alimentos.
Los datos fueron presentados por el PMA en el marco de la cumbre climática de la ONU (COP30), que se celebra estos días en la ciudad amazónica de Belém, en Brasil.
“Estamos hablando de zonas donde la agricultura ya está al límite por huracanes, sequías y por la subida del nivel del mar”, explicó la directora regional para América Latina y el Caribe del PMA.
El estudio, basado en datos de los 84 países donde opera el programa de las Naciones Unidas, advierte que los efectos del calentamiento global no solo destruyen cultivos, sino también economías enteras.
“Cuando un huracán arrasa una isla y le quita el 50 % de su producto interno bruto en 24 horas, no solo se pierde comida, se pierde el sustento de miles de familias”, señaló Castro.
El reporte revela que el aumento de la temperatura afecta directamente a los cultivos y las zonas agrícolas, especialmente en áreas que ya son vulnerables al clima extremo.
Cultivos de arroz, yuca y banano, alimentos básicos en ambas regiones, terminan arrasados o “fuertemente” afectados por las alteraciones del clima.
Para Castro, los datos representan un “llamado de atención” para el planeta, ya que además de las alteraciones que sufren los ecosistemas por la crisis climática, también “se están destruyendo las bases de seguridad alimentaria en muchas regiones vulnerables”.
“Es una amenaza directa a la supervivencia de millones de personas que dependen de la agricultura para alimentarse y ganarse la vida” enfatizó.
De acuerdo con la experta, es “urgente” que se den acciones de adaptación y mitigación en estas dos regiones para ayudar a frenar los impactos del clima en economías ya frágiles.
Aumentar el financiamiento climático para los países más afectados y vulnerables, especialmente aquellos con contextos frágiles que reciben muy pocos recursos, es la prioridad, señala Castro, quien resalta que esas ayudas deben ser “ágiles, flexibles y adaptadas a las realidades locales” para responder con eficacia.
La directora enfatiza que no basta solo con contribuir al nuevo fondo de pérdidas y daños del PMA, “sino también garantizar que la seguridad alimentaria sea considerada un indicador clave en las evaluaciones y mecanismos de asistencia”.
La adaptación es uno de los ejes centrales en la COP30 y el principal llamado es a actuar para evitar y reducir los riesgos asociados al cambio climático. EFE









