Keegan Matheson/MLB.com
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TORONTO — El domingo en Toronto, nació una estrella
Trey Yesavage hizo que los Yankees vieran fantasmas, con la ofensiva más productiva del béisbol luciendo perpleja ante un novato de 22 años con un lanzamiento que se desploma desde el cielo y desaparece.
La victoria 13-7 de los Azulejos en el Juego 2 para tomar ventaja de 2-0 en la SDLA siempre será recordada por lo que Yesavage hizo en el montículo del Rogers Centre, ponchando a 11 Yankees en 5.1 entradas sin imparables, con los ponches representando un récord de postemporada de la franquicia. Fue una de las mejores actuaciones en la historia de esta organización, el tipo de momento del que seguiremos hablando dentro de años, comparando todo lo que venga después con lo que Yesavage acaba de hacer.
Cuando el mánager John Schneider finalmente salió para sacar a Yesavage, hubo abucheos mezclados con la fuerte ovación que estaba por comenzar. Todos querían ver más.
Yesavage, en números:
– Estableció un nuevo récord de ponches para un lanzador de los Azulejos en la postemporada (el récord anterior, 8, compartido por David Price dos veces, Juan Guzmán y Dave Stieb).
– Yesavage (22 años, 69 días) es el segundo lanzador más joven con un juego de doble dígito en ponches en postemporada (John Candelaria ponchó a 14 a los 21 años, 335 días en el Juego 3 de la SCLN de 1975).
– Sus 10 ponches en cuatro entradas estuvieron empatados como la mayor cantidad en la historia de la postemporada (Patrick Corbin, Juego 4 de la SCLN de 2019).
El sábado, sentado tranquilo y calmado en el podio, Yesavage dijo: “Estoy construido para esto”. Lo dijo con tanta naturalidad que ni siquiera pudo sonar como arrogancia. Deberíamos haber sabido que era una advertencia.
El momento que mejor capturó a Yesavage fue en el mismísimo primer inning. Había salido del bullpen unos minutos antes, con un primer plano de su rostro que se elevaba sobre él en la pantalla gigante mientras la multitud rugía. Pronto, tuvo al primer bate Trent Grisham en cuenta de 1-2, preparado perfectamente para ese splitter, que ha dominado a los bateadores toda la temporada. Grisham pidió tiempo y salió de la caja de bateo para hacer un par de swings y tomar un respiro.
¿Yesavage? Simplemente se quedó allí.
Ya listo para el lanzamiento con la pelota en lo alto de su guante, Yesavage se quedó completamente inmóvil en el montículo, mirando fijamente a Grisham como diciendo: “Tómate tu maldito tiempo, aquí estaré”. Cuando Grisham finalmente regresó, vino el splitter y Grisham regresó a la cueva como el primero de los 11 ponches de Yesavage.
Desde entonces hasta el momento en que Yesavage salió del montículo, asintiendo con la cabeza y mirando disimuladamente a la multitud a la que acababa de brindar la mejor actuación de su vida, vimos a un lanzador en completo control del momento. Se ganó la segunda salida a saludar desde el dugout de la noche, subiendo esos escalones solo un episodio después del dominicano Vladimir Guerrero Jr. e impulsando ambas manos directamente al aire ante otro estallido de la multitud.
Todo esto viniendo del abridor de postemporada más joven en la historia de los Azulejos, un primera ronda del Draft de 2024 que hizo su primer lanzamiento profesional hace seis meses en Clase A. Yesavage comenzó este año dominando a bateadores adolescentes en estadios de Clase A prácticamente vacíos, luego vino Clase A alta, Doble A y Triple A. Ha tocado todos los niveles de esta organización en una sola campaña, bromeando con que ahora conoce a casi todos. Es el tipo de arco de desarrollo con el que sueñan los equipos, pero que casi nunca pueden lograr.
Ahora, todos pueden comenzar a soñar con la próxima apertura y la siguiente. Yesavage, la sorpresa más grande y brillante de la temporada, ha llegado oficialmente.