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Santo Domingo

Ántrax e intervención

Manuel Hernández Villeta

La intervención de Kenia, con un ligero apoyo de las Naciones Unidas y ahora el avance del ántrax, obliga a una redefinicion de las relaciones dominicanas y haitiana, pero no hay dudas se debe actuar con puño de hierro y cortesía diplomática.

Haití está en el colapso, y solo se puede prever lo más difícil. El virtual clima de guerra civil está matizado por esporádicos enfrentamientos entre los kenianos y las pandillas, mientras la población civil espera un desenlace.

Sin dudas, la mayoría de los haitianos tiene como meta penetrar a la República Dominicana, valiéndose de mecanismos clandestinos, de chantajes y de buscar con tiempo refugio seguro.

El ántrax es el dolor de cabeza de ahora. Puede ser transmitido fácilmente por una persona que entre en contacto con un infectado por la bacteria o sea que sin un estricto control sanitario en la frontera, el momento se torna de emergencia.

En la frontera no se hacen análisis clínicos, la mayoría de los haitianos indocumentados llegan al país cladestinos, y por consiguiente, nadie sabe si padecen enfermedades infecto contagiosas.

La prevención de las autoridades de Salud Pública luce complaciente; la bacteria no ha llegado a territorio nacional. Lo que denota una muestra de irresponsabilidad colectiva. Hay que cerrar la frontera.

Hay que establecer control en las parturientas que vienen a República Dominicana, la mayoría de las cuales no tienen historial médico y no se sabe cuál es la que está sana o está enferma, ellos prefieren la tizana caliente en vez de visitar al médico, actúan por instinto y eso es más que suficiente.

Los dominicanos no pueden seguir ese camino, Tienen que actuar de acuerdo con las estadísticas, haciendo los señalamientos necesarios de dar protección a los quo son acusados de ser indiferentes a todos.

Hay picos donde se desborda la población clandestina haitiana. Uno es el inicio de las clases y el otro la zafra, en el área rural. Hace unos años, la zafra era el complemento de la subsistencia.

Bajo ninguna circunstancia el ántrax debe llegar al territorio nacional. Se tienen que cuidar los puntos de entrada al país, y revisar detenidamente el deseo de los haitianos penetrar en dominicana.

El control debe ser de hierro en la frontera y los ilegales tienen que ser deportados. No puede haber complacencias. Si se quiere evitar que esta bacteria nos afecte, hay que actuar con el mayor rigor, sin violar derechos humanos pero defendiendo la salud y nuestro territorio.

 

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