Humberto Almonte
Analista de Cine
Aunque la cinematografía dominicana ha tocado en algunos casos la ciencia ficción, estos ejemplos se reducen a uno que otro corto o largometraje, de ahí que sea bienvenida una propuesta como Aire, Just Breathe, que sigue el tan necesario camino de la diversificación genérica que apuntale el abanico de opciones de que dispone el espectador local.
En una actualizada línea temática que se balancea entre el cambio climático, el efecto de las acciones humanas en su entorno y la incipiente discusión sobre la inteligencia artificial o (AI – Artificial Inteligence), la obra se planta de lleno en la creciente preocupación de las sociedades por estos temas, que forman parte de un futuro que parecía lejano, pero ya no, es el futuro ominoso convertido en presente al que nos enfrentaremos en algún momento.
La historia inicia en el año 2147 donde todos los hombres del planeta son estériles debido a un virus que ha dejado a la humanidad casi extinta. Tania, una brillante bióloga, intenta inseminarse para asegurar la supervivencia de la raza humana, con la ayuda de un sistema de inteligencia artificial llamado VIDA. Las cosas dan un giro inesperado cuando aparece Azarías, un viajero con un pasado oscuro y posiblemente uno de los últimos hombres del planeta.
La dirección recae en Leticia Tonos Paniagua, el guion es de Leticia Tonos Paniagua, Junior Rosario, Rodolfo Báez y es una producción de Línea Espiral, – Es +, Lantica Studios, Contrasentido. El elenco está compuesto por Sophie Gaëlle, Jalsen Santana, Paz Vega y su duración es de 98 minutos.
Tonos, la realizadora, contextualiza inteligentemente la película y aunque acude al ABC de la ciencia ficción, lenguaje genérico incluido, y puede rastrearse su ADN hasta clásicos del género, ese contexto ayuda al publico a reconocerse en la topografía local y en lugares emblemáticos que tocan al espectador común pero también a esos cinéfilos de hueso colorado.
Una humanidad destructora
La distopía en que se desarrolla Aire es habitada por personajes tipo que responden a la estructura habitual de la ciencia ficción (CF), con la científica idealista Tania (Sophie Gaëlle), la inteligencia artificial VIDA (Voz de Paz Vega) que desarrolla una conciencia muy egoísta, y el resiliente Azarías (Jalsen Santana), un sobreviviente cargado de sentido práctico, y de nuevo, de mucha resiliencia, resistencia o como usted quiera llamarle.
El paralelismo obvio entre Tania, quien pese a su formación científica, delega sin mucho sentido de perspicacia analítica sus esperanzas de supervivencia en VIDA, el sistema de IA, cuya creciente conciencia y capacidad de análisis depende cada vez menos de la humana o de los humanos, guarda una similitud escalofriante con la enorme dependencia de los humanos para con las máquinas.
Azarías encarna esas características humanas de adaptabilidad a los cambios, aunque sean tan catastróficos como la destrucción de la flora, la fauna o la contaminación del aire, siendo el personaje más identificable y cercano a la identidad socio-cultural del dominicano por su carga de picardía, sentido de supervivencia y habilidades para no solo resolver problemas, sino como dice el dominicano: “resolver”.
La ejecución de las actividades actorales son asumidas por Sophie Gaëlle en su rol de Tania, la científica idealista, confiada y Jalsen Santana como el resistente Azarías con suficiencia interpretativa adecuada para sus papeles. VIDA (Paz Vega) se eleva hacia alturas dramáticas, pues en su encarnación de este sistema de IA transmite matices por medio de su voz que redondean el discurso estético de Aire.
Si algún señalamiento se le puede hacer a la película es la parquedad o esquematicidad en sus diálogos, más bien de los diálogos de Tania y Azarías que no fluyen ni logran la conectividad adecuada con el espectador, lo cual si logra VIDA, que como señalábamos anteriormente, tiene esas resonancias que tocan el enfrentamiento maquina/humanidad.
En el logro de esa cualidad atmosférica típica de cualquier distopía que se respete tuvieron mucho que ver la fotografía de Luis Enrique Carrión, el montaje de Gina Giudicelli con su ritmicidad temporal que no desentona y el diseño de producción de Cristóbal Valecillos, pues como sabemos, o deberíamos saber, en este género guardan una importancia capital la adecuada ejecución técnica, y si no averigüe la opinión de Stanley Kubrick y de Steven Spielberg sobre el tema.
Naturaleza muerta y humanidad inconsciente
Lo que consigue la realizadora es no caer en la tentación de irse a los extremos ni abocarse a un ecologismo radical pero tampoco se desliza hacia la justificación de los discursos negacionistas del cambio climático, Tonos se decanta en esta obra por una mesura que no excluye el minimalismo ni la sutileza, más bien confía en la capacidad de lectura del espectador, en su inteligencia cinematográfica.
Aire, Just Breathe, dirigida por Leticia Tonos, es una inmersión de la cinematografía dominicana en la ciencia ficción que se centra en el aplatanamiento inteligente de este género a las realidades locales y planetarias, situándose en el núcleo de las discusiones del problema medioambiental, la inteligencia artificial (IA) y por encima de todo, la supervivencia de la humanidad, todo ello envuelto en un vehículo estético que amplifica su discurso.