Julia Ramírez

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Rancho Arriba.- Entre montañas que susurran historias de café y resiliencia, Rancho Arriba, en la provincia San José de Ocoa, florece como un símbolo de desarrollo sostenible y esperanza que brota desde lo más profundo de la tierra. Sus habitantes han sido personas que, día tras día, se levantan con determinación, venciendo los desafíos de la naturaleza.

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Uno de estos triunfadores es Francisco Atilano Báez, un agricultor de 66 años que ha pasado más de la mitad de su vida trabajando la tierra. Su orgullo se refleja en cada palabra al comentar sobre su finca: “La parcela estaba muy deteriorada, el que veía esto aquí pensaba que era un potrero, pero ahora está muy bonita, perfecta”. Francisco agrega que era un “echa días” pero ahora dice: “Soy un propietario”.

Su finca demostrativa de 10 tareas está sembrada de café, guineo, naranja, coco, aguacate y limón. Esta variedad le permite diversificar sus ingresos y reducir riesgos. “Cuando pasa la cosecha de café, y el guineo tiene buen precio, yo me mantengo con eso”, explica.

Francisco cuenta que aprendió a manejar mejor la tierra gracias a la “escuelita”, como llaman en la zona a las Escuelas de Campo implementadas por el proyecto de Biodiversidad en Paisajes Productivos (BPP) que han capacitado en buenas prácticas en cultivos de café y cacao a más de 2,350 productores (1,897 hombres y 455 mujeres), y 797 personas del equipo técnico de distintas instituciones del país.

Este proyecto, impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés), busca incorporar la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en las políticas públicas y prácticas agrícolas del país, especialmente en paisajes productivos de montaña.

La iniciativa impacta directamente en Bahoruco, Independencia, San José de Ocoa y Monte Plata. En 2015, la roya del café atacó los cafetales de la zona. Con el apoyo del proyecto, las comunidades se fortalecen, sembrando variedades resistentes para prevenir futuros brotes.

A sus 73 años, Olga Cordero, madre de dos hijas y productora de Rancho Arriba, ha visto mejorar su cosecha gracias al proyecto: “Antes en mi propiedad yo cogía como tres cajones (1) de café y este año que pasó cogí dos quintales de café”. Tanto ella como Francisco Atilano agradecen las capacitaciones, el acompañamiento técnico y las plantas recibidas, que les han permitido sostener sus parcelas.

Con la adecuación del vivero, y el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente, se ha garantizado el suministro constante de plantas de café a los productores. “Nuestro vivero era solo forestal, pero el proyecto trajo la agroforestería para producir café, respondiendo a la alta demanda en Rancho Arriba”, explica José Pérez Durán, encargado municipal de Medio Ambiente en Rancho Arriba.

José cuenta que al inicio tuvieron dificultades de infraestructura, que fueron resueltas con el apoyo del BPP. “Pasamos de una estructura de madera a otra más robusta con hierro, un sistema de riego, entre otras mejoras”. Actualmente, el vivero produce unas 100 mil plantas de café por ciclo de producción.

“El acompañamiento a nuestros pequeños productores ha sido muy bueno, primero porque ellos se han sentido acogidos, acompañados y han podido poner en marcha su producción de manera más efectiva a través de las técnicas que han aprendido para cuidar el medio ambiente”, comenta la vicealcaldesa de Rancho Arriba, Hilda Valentín, sobre el impacto del proyecto, que ya ha mejorado la calidad de vida de 7,623 personas (3,897 hombres y 3,726 mujeres), familiares directos de los beneficiarios.

Esta iniciativa forma parte de una estrategia integral para conservar la biodiversidad en República Dominicana. Se complementa con acciones como el proyecto Biofin, que busca cerrar la brecha de financiamiento para la conservación y gestión sostenible de los ecosistemas, y el apoyo a la actualización de la Estrategia Nacional de Biodiversidad y su Plan de Acción (Enbpa), entre otras.

Personas productoras junto al equipo técnico del proyecto BPP.

Planificación para el desarrollo

Además del apoyo en las parcelas y la educación ambiental, la iniciativa ha sido clave para la creación y puesta en marcha del Plan Municipal de Desarrollo de Rancho Arriba. “Se ha creado el consejo de desarrollo y se incorporan las demandas que teníamos como municipio y que nos conectaban con otras provincias”, explica la vicealcaldesa.

Para las autoridades locales, este esfuerzo de planificación se ha traducido en acciones concretas. “Las necesidades que contemplamos en ese plan casi en su totalidad han sido ejecutadas como obras gubernamentales. Al ver tan buenos resultados, estamos ahora en proceso de actualización”, agrega. Resalta que lo más valioso ha sido poder delimitar qué cosas pueden resolverse desde lo local, qué debe incluirse en el presupuesto nacional y qué otras pueden trabajarse en base a las alianzas.

Justo las alianzas han sido fundamentales para lograr resultados concretos. Actualmente, el proyecto mantiene activas 8 colaboraciones con instituciones a diferentes niveles, a nivel nacional con Indocafé, Fedomu, Ministerio de Agricultura, Mepyd e Ideac, y a nivel local con Ciepo, Coopmaimony Conacado. Además, se han establecido 40 colaboraciones locales entre 2022 y 2025, que involucran a 10 municipios, 28 asociaciones y 2 cooperativas de productores de café.