Humberto Almonte

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Analista de Cine

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Cuando nos sometemos a los dictados de la ficción no podemos pretender la precisión del documental. Pero sí deseamos aspirar a una cierta coherencia narrativa en el discurso que los creadores cinematográficos están sometiendo a nuestra consideración, de ahí nuestra perplejidad al acceder ésta aproximación al presidente ruso Vladimir Putin. 

De este líder político tenemos una visión difundida por los medios de comunicación occidentales, mayoritariamente negativa, y del otro lado, los medios rusos o de sus aliados que nos lo presentan bajo unos prismas más favorables. Una tercera vía son los discursos, conferencias o declaraciones, y de todo este conjunto, apenas podemos atisbar lo real o lo ficticio, pues nuestros juicios padecen de una parcialidad y falta de información para acercarnos al panorama completo. 

Putin es un drama biográfico que recorre la vida de Vladimir Putin: desde su infancia turbulenta en Leningrado tras la Segunda Guerra Mundial, pasando por su ingreso al KGB y su meteórico ascenso político, hasta una representación ficcional de su caída. La película combina hechos documentados con elementos estilizados y especulativos para mostrar tanto al autócrata despiadado que controla el poder con mano de hierro, como al hombre atormentado por sus miedos, vulnerabilidades y el costo psicológico de ejercer autoridad absoluta.

 

La dirección y el guion recaen en Patryk Vega conocido como Besaleel. El elenco lo componen Slawomir Sobala, Thomas Kretschmann, Przemyslaw Bluszcz, Tomasz Dedek, Michal Karmowski, Marek Kasprzyk y su duración es de 109 minutos. 
El realizador polaco Vega ha elegido una via alejada de lo convencional para tratar de darnos una idea de Putin desde sus interioridades y sus influencias para explicar a esta figura de la política rusa con proyección internacional cuya opacidad y parquedad confunde a amigos y enemigos.
Una sátira con muchos huecos 
La película navega entre las aguas de lo satírico y lo biográfico, un camino con innumerables peligros, pues de la sátira a la comedia burda hay solo un paso, y de la biografía documentada al panfleto con visos de pretensión abarcadora tampoco queda muy lejos. En este caso, el creador, es decir Patryk Vega, no se ha excedido unos cuantos milímetros sino que ha cruzado la raya por unos cientos de metros. 
Putin está cargada de datos, pero una parte bastante amplia de ellos son erróneos o más bien anacronismos que una depuración cuidadosa de algún competente asesor histórico hubiese evitado. Por ejemplo, el asesinato durante la primera guerra chechena del presidente Dzhokhar Dudayev, a la que el guion atribuye a un plan de Putin, pero el líder checheno murió el 21 de abril de 1996 y Putin accedió al Kremlin, nombrado por el presidente Boris Yeltsin en agosto de 1996. 

El anacronismo más visible es el de la aparición de una pantalla plana en 1990, pero este tipo de pantalla se lanzó en 1999 y estuvo disponible algún tiempo después. Estos son solo un par de errores, podríamos seguir y escribir el artículo sobre estas imprecisiones, pero no es el caso. 
La combinación de sátira, aires religiosos y personajes basados en figuras reales, no solamente no termina de funcionar para la trama y mucho menos para los actores a la hora de encarnar sus personajes quienes son tragados por ese pantano de la interacción fallida de lo cómico y lo dramático /biográfico. Vega ha sido criticado por el uso de la I.A. en el personaje de Putin, interpretado por Slawomir Sobala, cuyo rostro fue replicado usando I.A. 
Con un ritmo irregular, que va desde la agilidad rítmica hasta una velocidad bastante reducida, el filme avanza a tropezones, incapaz de deshacerse además de un tono fotográfico de inteligencia artificial que, en otra de sus contradicciones, no se define ni se decanta por una atmósfera que aporte solidez a su película. 

Putin el asustadizo, versión de Patryk Vega
Ese retrato de un Putin sediento de poder, despiadado y asustadizo, de ser cierto o en el caso de que el director nos hubiese convencido de ello, tampoco estaría lejos de su archienemigo Volodímir Zelenski, tomando en cuenta de que ambos están entrenados en un tipo de actuación o interpretación determinadas. Uno como ex-agente de inteligencia convertido en político o el otro que evoluciona, desde la actuación o la comedia, hasta su transformación en político. 
Putin de Patryk Vega aspiraba a pasar por un drama biográfico del presidente ruso Vladimir Putin, pero termina convertida en un panfleto satírico de tintes políticos que no agrega valor ni conocimiento de los actos o las decisiones de este líder político y mucho menos entrega un producto cinematográfico de cierta calidad.