Muy cargada la agenda del presidente Luis Abinader. A más de las dificultades sobradamente ostensibles en servicios básicos, inquietan los constantes y escandalosos ruidos, provenientes fundamentalmente de instituciones del Estado.
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El presidente luce bastante ocupado. Atendiendo a vitales requerimientos propios de sus exclusivas funciones, pero interviniendo ante cualquier escarceo mediático y social provocado por aparentes descuidos en importantes áreas del gobierno.
A esas diversas ocupaciones que copan la agenda presidencial por causas enteramente locales y oficiales, se agrega el pesado fardo de la problemática mundial que nos impacta con su grave incertidumbre.
Dura carga para tres años que restan de esta administración. Ante la hostilidad del entorno internacional, poco o nada podemos hacer. Pero frente a los ruidos y las deficiencias en instancias oficiales, la respuesta debe ser que cada cual cumpla con sus obligaciones. El Presidente lo necesita. Y la población lo reclama.