Diana Rodríguez
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El rescate de los ríos Ozama e Isabela ha figurado en la agenda de los últimos gobiernos mediante la promoción de proyectos considerados de alto impacto social, urbanístico y ecológico. Muchas de estas iniciativas quedaron engavetadas, y otras lograron materializarse.
La Nueva Barquita y Domingo Savio son de los proyectos de reasentamiento y trasformación de entornos más relevantes de la última década.
Sin embargo, los esfuerzos no han logrado liberar de una muerte lenta a estas fuentes de agua ni a sus riberas donde se tejen cordones de miseria con asentamientos informales que devienen en la contaminación de estos.
Decreto 531‑25: declaración de alta prioridad del rescate
Recientemente, el Gobierno declaró de alta prioridad la intervención y recuperación de los ríos Ozama e Isabela, en el ámbito metropolitano del Gran Santo Domingo, con el propósito de lograr la regeneración física, urbana y ambiental de los terrenos ubicados en las riberas actualmente ocupados por asentamientos humanos.
Estudios demuestran que los ríos Ozama e Isabela son grandes receptores de aguas residuales que vierten sin ningún tratamiento las comunidades e industrias asentadas en sus entornos.
Para su rescate, en las últimas cuatro décadas, distintos gobiernos destinaron millones de pesos, emitieron más de una decena de decretos, echaron a andar unos 20 proyectos, se crearon comisiones, fundaciones e incluso, un gabinete.
Esto, a modo de contrarrestar un diagnóstico que ya para la década del 70 era motivo de preocupación.
Las primeras intervenciones para liberarlo de la amenaza que representan los asentamientos improvisados en toda su cuenca datan de la época de la tiranía.
Historia de proyectos y promesas incumplidas
Desde la época de Trujillo hasta hoy, surgieron más de 20 proyectos que prometían el rescate del Ozama e Isabela.
En esta edición presentamos un resumen cronológico de los proyectos más relevantes, que expusimos en el reportaje “Río Ozama sufre una muerte lenta”.
En 1959, Rafael Leónidas Trujillo encomendó al Ayuntamiento del Distrito Nacional la reubicación de los habitantes de los barrios Los Guandules, Guachupita y La Ciénaga, trasladados a Los Mina, en la parte oriental de la capital. Tras la muerte del tirano, no pasó mucho tiempo para que estos terrenos volvieran a poblarse.
Surge otro intento. En los años 1968-1978, el entonces presidente Joaquín Balaguer desarrolló el proyecto habitacional Las Caobas para ubicar a familias de La Ciénaga y La Zurza que se encontraban en condiciones de vulnerabilidad en la ribera del Ozama. La iniciativa no fue del todo exitosa. Con el tiempo, muchos de los beneficiados vendieron sus propiedades y regresaron a la zona.
Paralelo con este crecimiento desordenado, a la cuenca del Ozama se añadieron industrias de distinta naturaleza, que contribuyeron con sus descargas residuales no tratadas a la degradación de este importante recurso hídrico. Se estima que alrededor de 54 cañadas y 241 empresas vierten sus residuos directamente en el Ozama y en el Isabela, su principal afluente.
El río Ozama se considera «un ecosistema en crisis debido en gran parte a su alto grado de contaminación”, afirma un estudio.
Para los 90, los signos vitales del Ozama reflejaban lesiones considerables en su interior. La situación se salió de las manos de las autoridades. Una vez más el mandatario Joaquín Balaguer intervino, pero en esta ocasión con tinta y papel. Mediante el decreto 183-93, ordenó la creación en la ciudad de Santo Domingo de un Cinturón Verde, coordinado por la Comisión Nacional de Asuntos Urbanos.
En el informe básico sobre los puntos críticos en la cuenca media y baja del río Ozama e Isabela, al hacer referencia a este hecho explica lo siguiente: “a pesar de la intención acertada de esta acción, al declararse estas tierras de utilidad pública por el Estado se crea un conflicto de legalidad que continúa hasta hoy.
Asentamientos informales: raíz social del problema
Antes del decreto muchas de esas estaban parceladas y edificadas con títulos de propiedad que el Estado nunca saldó a sus propietarios, pero que sin embargo sí les reconoció el valor de las mejoras o edificaciones realizadas sobre los terrenos, pero pasaron a ser ocupaciones ilegales.
Este decreto dio pie a un proyecto que se proponía ser más integral que el anterior. Lo llamaron Plan de Acción Coordinada Interinstitucional para la Reestructuración Socio-Económica, Urbana y Ecológica de los Barrios Marginados que bordean los Ríos Ozama e Isabela en la Ciudad de Santo Domingo (RESURE)”.
Aunque el plan se ideó en el mandato de Joaquín Balaguer, su implementación se inicia en 1997, en la gestión de Leonel Fernández
La intervención contemplaba la reubicación hacia San Luis de unas tres mil familias ubicadas en la zona de riesgo de La Zurza, La Ciénaga y Los Guandules. El modelo integral urbanístico, incluía el mejoramiento de las viviendas, levantar escuelas, centros médicos y comerciales y la construcción de una avenida en la ribera occidental.
En ese entonces su inversión se estimó en RD$5,000 millones. Contemplaba una zona franca al lado del dique, transporte fluvial y titulación de la tierra.
Era un proyecto ambicioso a desarrollarse por etapas. Pero de lo que se plasmó en papel no se materializó ni la mitad.
De este proyecto, quedó la remodelación parcial de la Cañada de Bonavides, la construcción de la escuela Clarín, en La Ciénaga, el proyecto habitacional de la Explanada de La Zurza y algunas secciones inconexas e incompletas de una vía perimetral.
En tanto, en el seno de organizaciones comunitarias se redactaba un documento que apuntó al desarrollo integral de los barrios La Ciénaga y Los Guandules, bajo el nombre Plan Cigua, un proyecto urbanístico diseñado por Ciudad Alternativa entre 1998 y 2004. Sin embargo, muchas de estas propuestas se engavetaron.
El 8 de septiembre de 2012, el entonces presidente Danilo Medina estrena el programa “Visitas Sorpresa” con su aparición en La Barquita, Santo Domingo Este. Allí prometió una solución definitiva para el drama de más de mil familias que vivían en la penuria y el olvido a orillas del Ozama.
Una alta prioridad: La Barquita
Poco después, el Poder Ejecutivo emite el decreto 16-13, que declara de alta prioridad la readecuación de los asentamientos humanos en la barriada La Barquita en los sectores de Sabana Perdida y Los Minas. Asimismo, creó la Comisión para la Readecuación de “La Barquita” y su unidad ejecutora para la supervisión e implementación del proyecto que denominó “La Nueva Barquita”.
Con esta intervención, se logró sacar del riesgo a las inundaciones y la exclusión social a más de 5,500 moradores de esta barriada para quienes se construyó un complejo urbano modelo en La Javilla de Santo Domingo Norte.
El Informe Básico sobre Puntos Críticos y Problemática de la Contaminación en las Cuencas Media y Baja del Río Ozama e Isabela en el Gran Santo Domingo sostiene que la recogida ineficiente de aguas servidas y el arrastre de aguas pluviales figuran entre las causas de la polución del río Ozama y su afluente Isabela. Dada esta realidad, en la gestión de Danilo Medina se desempolva el olvidado Plan Maestro de Alcantarillado Sanitario, actualizado en 2011.
El plan proponía soluciones integrales viables para la propia colección, tratamiento y disposición final de las aguas residuales. A la vez perseguía la recuperación de los ríos Haina, Isabela, Ozama y del litoral de Santo Domingo Estas y otras soluciones contenidas en el documento no lograron salir del papel.
Gobiernos apuestan al “Nuevo Domingo Savio”
En la gestión que encabezó Danilo Medina nació y dio sus primeros pasos el proyecto “Domingo Savio”, que contempló el traslado de 1,727 familias de los sectores La Ciénaga y Los Guandules que se encontraban en condición vulnerable en la franja de riesgo del Ozama.
La intervención fue retomada por el presidente Luis Abinader, quien en diciembre de 2023 inauguró el proyecto de intervención urbana Nuevo Domingo Savio en la ribera oeste del río Ozama.
Como parte de esta iniciativa se trasladaron aproximadamente 2,500 familias para un total de 8,800 personas que por décadas vivieron en la zona de mayor riesgo y vulnerabilidad por las permanentes crecidas del río.