Más que abrir mayor espacio a la polémica esencialmente político electoral, pensamos que al país le convendría el debate en torno a temas puntuales como las garantías de un exitoso año escolar, evitar mayores contratiempos en el sector eléctrico, en la seguridad ciudadana y adentrarnos en propuestas dirigidas a fortalecer aún más el proceso de crecimiento con estabilidad.
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La población está dando muestras de preocupación y enojo ante una situación que la afecta en forma sensible, generada por causas que ameritan de toda la atención del gobierno, a quien le corresponde dar respuestas concretas.
Pero esa población también reclama de un liderazgo político, económico y social que está en el deber de colaborar ante una situación en la que se expresan causas de origen local junto a un entorno internacional caracterizado por la hostilidad y la incertidumbre.
Debemos entender que el debate electoral puede y debe esperar.
Y hacer conciencia de que lo relevante es la difícil coyuntura social y económica que se expresa en diferentes estamentos de la sociedad, a la que hay que atender a tiempo y con la responsabilidad y presteza que nos eviten males mucho mayores.