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Santo Domingo

Un mundo convulso

Sergio Sarita Valdez

Según el Diccionario de la Real Academia Española, el término convulsión proviene del latín convulsio, que significa «movimiento y agitación preternatural y alternada de contracción y estiramiento de uno o más miembros o músculos del cuerpo».

Otras acepciones incluyen: «agitación violenta de agrupaciones políticas o sociales, que trastorna la normalidad de la vida colectiva» y, en geología, «la sacudida de la tierra o del mar por efecto de los terremotos». Para este análisis, adoptaremos el segundo sentido: la inestabilidad que sacude el orden global.

Tras el trágico saldo de las dos guerras mundiales del siglo XX, muchos creímos que, ante el trauma de millones de muertes, la humanidad abrazaría un nuevo paradigma de paz y solidaridad. Sin embargo, menos de una década después del fin de la Segunda Guerra Mundial —marcada por las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki—, estalló la Guerra de Corea, seguida por el conflicto en Indochina, que derivaría en la prolongada Guerra de Vietnam. África y Medio Oriente se convirtieron en escenarios de masacres recurrentes. Ni las iglesias ni los movimientos pacifistas han logrado frenar esta tendencia fratricida. Hoy, la guerra entre Rusia y Ucrania, así como el conflicto entre Israel y los países árabes mantienen en vilo la seguridad internacional, mientras India y Pakistán libran escaramuzas cada vez más graves.

En el Caribe, pese a los esfuerzos por consolidar la región como zona de paz, persiste la crisis haitiana como una herida abierta.

Para comprender su tragedia actual es necesario remontarse a la llegada de esclavos africanos a la parte occidental de La Española. Las guerras imperiales entre España, Francia e Inglaterra fragmentaron el Caribe, sembrando las semillas de futuros conflictos.

Juan Bosch legó dos obras fundamentales para entender esta historia: De Cristóbal Colón a Fidel Castro: El Caribe, frontera imperial y Composición Social Dominicana.

En esta última, el capítulo XI, «La Revolución Haitiana», es clave. Bosch señala: «Los primeros movimientos de la Revolución francesa (1789) provocaron enorme agitación en Haití […] La revolución haitiana es hasta ahora la más compleja de las revoluciones que se han producido en América en los tiempos modernos».

La creación de la República de Haití tuvo un costo enorme para los independentistas pues Francia impuso una indemnización annual que el nuevo Estado no podía pagar.

En 1915, tropas estadounidenses ocuparon Haití, inaugurando una era de dictaduras que sólo se interrumpió brevemente con la elección democrática del sacerdote Jean-Bertrand Aristide en 1991.

Derrocado meses después, Aristide retomó el poder entre 1994-1996 y 2001-2004, hasta ser depuesto nuevamente. Desde entonces, el caos ha reinado en la nación, hoy una de las más pobres del mundo. La tensión en su frontera con República Dominicana refleja la convulsión global, pero también una crisis local que exige soluciones urgentes.

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