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Santo Domingo

Pérez Rodríguez y La Bachata de Biónico, una reivindicación de la comedia cinematográfica dominicana

Humberto Almonte

Analista de Cine

Es un lugar común dentro del público y de algunos integrantes de la comunidad analítica la afirmación “tenemos, o hacemos demasiadas comedias”, lo cual no es cierto, pues los dramas las superan en número y jamás hemos escuchado a alguien quejarse de que tenemos demasiados dramas. Y si le reclamamos a las comedias por su calidad, deberíamos hacer lo mismo con los dramas. 

Entonces… ¿De qué base parten tales opiniones? Pues de los prejuicios, como la mayoría de cosas en la vida. Casi todo el que no es humorista, ni realizador, ni analista o crítico de cine, tiene la seguridad, a veces de manera absoluta, de que hacer comedias es fácil, y por otro lado, que los dramas implican muchas dificultades. ¿De dónde vienen esas teorías? A nuestro parecer vienen de la fuente de todos los prejuicios, de la ignorancia. 

Una parte importante de las  comedias cinematográficas dominicanas parten de presupuestos tan diversos como son la pornomiseria, es decir, romantizar la pobreza para hacer dinero burlándose de ella, de los prejuicios de la clase alta y media alta, y en último lugar, pues hay que repetirlo, de otro tipo de ignorancia y es la de nuestra composición social,  lo que nos lleva en muchos casos, a negar los propios orígenes. 

Humberto Tavárez y Yoel Morales en Pérez Rodríguez y La Bachata de Bionico evitan caer en las taras descritas anteriormente, apoyándose en una mirada crítica y respetuosa para lograr no una carcajada completa, sino más bien una risa que termina en reflexión de las realidades más visibles pero menos expresadas, de las interioridades de la sociedad dominicana y sus clases. 

Pérez Rodríguez (2024)

Dirección: Humberto Tavárez.

En este drama cómico o esta comedia dramática, su realizador no se anda por las ramas a la hora de presentar unas historias cargadas de precisión sobre esas distinguidas familias de clase media o media alta. Los Pérez Rodríguez atraviesan el ciclo del nacimiento, la muerte o las celebraciones, es decir el ciclo de la vida, con una línea narrativa que no evade el trazo fino ni la observación meticulosa de la trayectoria conductual de ese núcleo mínimo de nuestra sociedad.

Pérez Rodríguez, dirigida y guionizada por Humberto Tavárez, es una radiografía ácida y minuciosa de un conglomerado humano dominicano apoyado en un elenco coral de intérpretes, donde sobresalen Luis José Germán como Carlos y Stephany Liriano en el papel de Carmen. 

Lo acertado de la aproximación de Tavárez es adentrarse en los conflictos cotidianos y existenciales sin excluir ningún tópico a los que se enfrenta cada integrante de este clan,  en donde todos, o casi todos, proceden a no afrontar sus responsabilidades asentados en la comodidad financiera y emocional que les provee el patriarca.  

 

 

 

La película se adentra en el espejismo del bienestar de la clase media alta dominicana para desmontar sus mecanismos conformistas con el auxilio de un humor ácido sin llegar a convertirse en un panfleto.  Este humor tan crítico y descarnado pudo haber llegado a incomodar a más de un espectador por reflejar sin medias tintas situaciones comunes a estas clases sociales. 

La Bachata de Biónico (2025)

Dirección: Yoel Morales.

Biónico  (Manuel Raposo) baja de la nube hipnótica de la droga para acceder a la lucidez del amor, obligado por la exigencia de su musa, o “aficie”,  como se diría en dominicano,  La Flaca (Ana Minier), inmersa en un proceso de desintoxicación. De cómo logrará Biónico mantenerse limpio y desintoxicarse, conseguir un lugar decente para mudar a su pareja y a la vez hacerse de un medio de vida para sí, se convierte en el núcleo dramático de la película. 

El mockumentary o falso documental de Morales, acompaña a sus personajes en el viaje por los accidentes existenciales propios de esos micromundos alejados del bienestar social del que gozan sus pares habitacionales y geográficos. El barrio de clase bajísima en donde reside Biónico es visto a través del espejo del humor, evadiendo el populismo, pero es un humor que viene de las situaciones aparentemente fuera de lógica del barrio, en una especie de realismo mágico dominicano 3.0. 

El Biónico de Manuel Raposo y El Calvita de Napo son las dos caras de la moneda dramática, porque donde Raposo asume a Biónico con una organicidad de altos quilates la cual captura totalmente la atención del espectador por su expresividad, el Calvita de Napo es el balance integral entre la profunda claridad del filósofo barrial y la omni visión distorsionada del drogadicto, con una sabiduría actoral extraída de la calle. 

El realizador y su coguionista Cristian Mojica,  echan manos a un humor que emana del día a día de los sectores más marginados, más orillados a la periferia urbana para construir una atmósfera que respira las carencias de estos humildes conglomerados sin caer en la trampa de la condescendencia de los discursos de las clases medias, altas, popis, “popiwas” o promotores de la “Marca País”. 

Ridi Pagliaccio ¿O era, rían ciudadanos dominicanos?

En estas obras cinematográficas se supera en ambos casos uno de los lastres visibles en nuestras películas en relación con sus propios espectadores, y es la de las formas de comunicación cotidiana en donde los personajes se expresan en un español típicamente dominicano, dejando de lado engolamientos, diálogos de estilo telenovelero, de académicos de la lengua española o de construcciones linguisticas ajenas a nuestra idiosincrasia y forma de hablar. 

Pérez Rodríguez y La Bachata de Bionico de Humberto Tavárez y Yoel Morales, introducen su bisturí en el corpus social dominicano para elevar la calidad de un género como es el de la comedia dominicana, y a su vez, deconstruir los conceptos prejuiciosos bastante extendidos sobre las clases media altas y muy bajas utilizando un discurso estético crítico pero respetuoso de las realidades de los ciudadanos de esas clases.  

 

 

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