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Violencia de bandas criminales tienen a Haití al borde de crisis humanitaria

Haití está atenazado por una grave crisis humanitaria y de derechos humanos. Las bandas criminales golpean en la zona metropolitana de Puerto Príncipe y sus alrededores sembrando el terror y la violencia, con actos que incluyen la violación y otras formas de violencia sexual.

Durante años, el país ha luchado con la inestabilidad política, la pobreza y los desastres naturales. Sin embargo, la escalada de la violencia de bandas ha empujado a Haití a una nueva era de inseguridad, en la que las bandas criminales ahora controlan la mayor parte de la capital, Puerto Príncipe.

Las consecuencias de esta crisis en los derechos humanos son abrumadoras. Según se ha informado, más de 5.600 personas han muerto en el caos de Haití en 2024. La infancia es el blanco de las bandas criminales, a la que explotan de forma habitual. Casi cada calle podría convertirse en un campo de batalla. La comida escasea y la mitad de la población sufre hambre aguda.

Nuestros equipos de investigación y campaña trabajan para sacar a la luz los abusos contra los derechos humanos cometidos en Haití, presionar para que se haga justicia y pedir la protección de quienes más riesgo corren.

¿Qué desató la inestabilidad?

Hace mucho que la violencia de bandas criminales es un problema en Haití, pero ha empeorado drásticamente a causa de la cambiante dinámica de poder. Este aumento de la actividad de las bandas ha tenido consecuencias devastadoras para el país y sus habitantes, y ha afectado seriamente a los derechos humanos.

La situación se intensificó tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, que dejó a Haití sin un liderazgo efectivo. Las bandas criminales aprovecharon el vacío de poder y usaron la violencia para aumentar su control sobre las comunidades. Un flujo incontrolado de armas ilegales y munición procedente de otros países, y la debilidad de los cuerpos de aplicación de la ley, permiten a las bandas criminales actuar libremente mientras compiten por el control del territorio.

A principios de 2024, la actividad de las bandas criminales había paralizado por completo la capital. Los ataques contra comisarías de policía, hospitales, barrios e infraestructuras esenciales como puertos y carreteras interrumpían la vida cotidiana, y sumían a millones de personas en el caos y el miedo.

Inestabilidad política y penuria económica

Durante decenios, Haití ha sufrido grandes dificultades económicas, políticas y sociales que han afectado profundamente a sus sistemas políticos. Estos problemas están arraigados en la historia colonial de explotación y esclavitud de Haití, que ha creado desigualdades a largo plazo. La situación ha empeorado aún más con sucesos recientes como la escasez de combustible, los destructivos terremotos, las tormentas tropicales y la pandemia de COVID-19, que han agravado las penalidades que hicieron estallar la violencia de bandas.

El asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse en julio de 2021 desestabilizó aún más el país. Moïse fue sustituido como presidente por su primer ministro en funciones, Ariel Henry, y su gobierno luchó por controlar el creciente poder de las bandas criminales. En 2023, estas bandas controlaban grandes zonas de Puerto Príncipe. A principios de 2024, Henry dimitió, y se estableció un consejo presidencial de transición en un intento de estabilizar el país.

Las autoridades haitianas tienen la responsabilidad de proteger los derechos humanos. Garantizar la seguridad de toda la población de Haití es esencial, incluso en tiempos difíciles.

Comercio de armas no regulado

Las bandas criminales de Haití dependen de una diversidad de armas y municiones para cometer abusos contra los derechos humanos. Aunque no se dispone de datos exactos sobre el flujo de armas a Haití, los expertos estiman que hay en circulación unas 600.000 armas de fuego. Las bandas criminales obtienen estas armas robándolas de los suministros gubernamentales e introduciéndolas de contrabando desde otros países.

Desde 2023, la importación de armas de fuego en Haití está prohibida, salvo para las armas y municiones destinadas al uso del gobierno haitiano o las fuerzas de seguridad autorizadas por la ONU. A causa de la ubicación de Haití, se cree que muchas armas ilegales proceden de Estados Unidos, donde las laxas normativas sobre venta de armas hacen que resulte fácil comprar armas de fuego e introducirlas en otros países de contrabando.

Aunque Haití no cuenta con una producción industrial formal de armas, las investigaciones llevadas a cabo recientemente sugieren que las armas de fabricación casera, las impresas en 3D o las armas de fogueo reconvertidas constituyen una amenaza cada vez mayor.

La infancia, atrapada en la violencia

La escalada de la crisis de Haití ha afectado severamente a la infancia, y la ha privado de seguridad, estabilidad y oportunidades. Las bandas armadas reclutan y utilizan a niños y niñas para labores peligrosas, por ejemplo de vigilancia, de correo y otros trabajos. A menudo los amenazan con violencia si se niegan a cumplir las órdenes, lo que los convierte en cautivos del miedo.

La violencia ha obligado asimismo a desplazarse a miles de niños y niñas y sus familias, forzándolos a trasladarse a lugares superpoblados sin acceso adecuado a comida, agua no contaminada y atención médica. Muchos no pueden asistir a la escuela, lo que altera su educación y sus perspectivas de futuro.

Más allá del daño físico, la crisis ha causado una angustia generalizada. Los niños y niñas crecen con un miedo constante, sin poder jugar, aprender o prosperar en un entorno seguro.

Reclutamiento y utilización de niños y niñas

En Haití, las bandas criminales utilizan tanto a niños como a niñas para una diversidad de propósitos. Les obligan a realizar tareas peligrosas, como vigilar, hacer recados y llevar armas. Muchos se unen a las bandas criminales por temor por su vida o a causa de la pobreza extrema, que les deja pocas opciones.

Una vez reclutados, los niños y las niñas sufren violencia y amenazas, lo que se traduce en la pérdida de su infancia y su libertad. Algunos son explotados en actividades criminales, lo que los pone en peligro de detención y reclusión. Esto no sólo les roba su futuro, sino que además les niega el acceso a la educación y la seguridad. Las comunidades también sufren cuando niños y las niñas se ven arrastrados al círculo de violencia. Proteger a la infancia frente al reclutamiento es fundamental para garantizar su bienestar y el futuro de Haití.

Impacto en los niños y niñas con discapacidad

La crisis actual tiene un impacto desproporcionado en los niños y las niñas con discapacidad. Muchos se enfrentan a dificultades añadidas para huir de la violencia a causa de sus limitaciones de movilidad y de la falta de dispositivos de asistencia. En los lugares a los que tienen que desplazarse, las condiciones son aún peores para estos menores, ya que escasean los recursos tales como la atención médica, el equipo especializado y los servicios de apoyo.

Sin una atención adecuada, estos niños y niñas corren peligro de ser pasados por alto. Para defender sus derechos y darles una oportunidad de prosperar es fundamental garantizar que los niños y niñas con discapacidad tienen igualdad de acceso a la seguridad, la atención médica y la educación.

Violencia y homicidios

La violencia generalizada en Haití ha provocado innumerables muertes y heridas, y ha devastado a familias y a comunidades enteras. Las bandas criminales se enzarzan en tiroteos indiscriminados y al azar, que atrapan a la población residente en el fuego cruzado. También llevan a cabo ataques selectivos contra comunidades. La infancia corre un riesgo especial, y muchos niños y niñas mueren o sufren heridas durante estos enfrentamientos.

El impacto en las familias es enorme. Las personas que pierden a seres queridos tienen que afrontar una vida de angustia, y el terror constante a los continuos ataques. Los hospitales y los centros de salud tienen problemas para tratar a las personas afectadas a causa de sus limitados recursos y la continua inseguridad. La violencia crea una sensación de miedo constante y deja a las comunidades incapaces de reconstruirse o de sentirse seguras. Abordar esta crisis es fundamental para salvar vidas, restaurar la paz y fomentar la esperanza en el futuro de Haití.

Homicidios en masa

Los homicidios en masa causados por la violencia de las bandas han devastado a comunidades en Haití. Hay ejemplos destacados que subrayan la brutalidad y la frecuencia de estos ataques en gran escala. En 2018, 71 personas murieron en ataques de bandas en La Saline, Puerto Príncipe. La población residente se vio sometida a una violencia terrible, que incluyó descuartizamientos.

En 2024, 115 personas murieron en un ataque de la banda de Gran Grif contra la localidad de Pont-Sondé en octubre y otras 180, en su mayoría de edad avanzada, murieron en Cité Soleil en diciembre, en unos ataques ordenados por el líder de una banda. Este tipo de ataques son posibles gracias a la impunidad y a la débil aplicación de la ley.

Violación y otras formas de violencia sexual

Las mujeres y las niñas corren especial peligro de sufrir violencia sexual, pues las bandas a menudo la utilizan como herramienta para intimidar y controlar a las comunidades. Las niñas se enfrentan a ataques cuando se dirigen a la escuela, cuando hacen recados, e incluso en el interior de sus casas.

Las sobrevivientes a menudo quedan estigmatizadas, lo que las desanima a la hora de buscar ayuda. Esto las priva de la atención médica o el apoyo psicológico, y perpetúa así su sufrimiento. Todos los Estados tienen la responsabilidad de poner fin a la violencia sexual y de género.Se trata de una violencia que roba a las personas su seguridad, su dignidad y sus oportunidades de futuro. Para romper el círculo de violencia y construir un Haití más seguro y equitativo es fundamental abordar esta cuestión. (Amnistía Internacional)

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