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Santo Domingo

La inmigración ilegal en la República Dominicana

Walnesy Borquez

El tema haitiano representa nuestra primera gran amenaza, una situación que exige ir más allá de las ideologías y las críticas coyunturales hacia los gobiernos de turno. Este desafío debe enfrentarse como el resultado de un pacto nacional sólido, una visión compartida que trascienda los intereses políticos inmediatos.

Es imperativo que los gobernantes asuman la responsabilidad de implementar las medidas necesarias, aun cuando ello implique un alto costo político. La magnitud del problema requiere una respuesta colectiva, basada en la unión y la determinación para proteger nuestros intereses y garantizar la estabilidad.

Las amenazas globales, como el cambio climático, las guerras —incluyendo las de Rusia, Ucrania, Israel y Hamás, así como otras organizaciones terroristas—, sumadas a una posible escalada que podría involucrar directamente a otros países, son de alta preocupación para el mundo. Nuestro país no es ajeno a estas inquietudes. Sin embargo, lo cierto es que la única amenaza real, cercana y directa que enfrenta la República Dominicana es Haití.

Razones históricas, geográficas, económicas, laboralesy sociales.

Los factores históricos, geográficos, económicos y culturales, así como la cantidad de inmigrantes ilegales que viven en la República Dominicana, exigen que este tema reciba un tratamiento especial e inmediato.

Aunque en pleno siglo XXI, en principio, no se esperaría que un país en proceso de crecimiento económico, como la República Dominicana, enfrente preocupaciones significativas derivadas de la inmigración ilegal de un país vecino, la realidad obedece a razones multifactoriales. Estas serán explicadas a continuación:

Razón histórica

Nuestro país, a diferencia de otras naciones de la región, no se independizó de las grandes potencias tradicionales, lo que ha influido en sentimientos complejos y de poca cordialidad por parte del pueblo haitiano hacia el dominicano.

Razón geográfica

El factor geográfico juega un papel fundamental en las relaciones entre ambos países. La República Dominicana no solo obtuvo su independencia de un país que no ostentaba la condición de potencia, sino que además comparte la misma isla con Haití, una realidad que condiciona significativamente la convivencia y las tensiones.

Razón económica

La situación migratoria no se limita a los aspectos históricos y geográficos, sino que incluye un fuerte componente económico. Lo que más irrita actualmente a la población dominicana es cómo su calidad de vida se ve afectada. Servicios esenciales como la educación y la salud, que representan una gran parte del presupuesto nacional, terminan yendo mayoritariamente en auxilio de los inmigrantes haitianos, lo que disminuye, y en algunos casos, niega estos servicios al pueblo dominicano.

Algunos sostienen que, sin la mano de obra haitiana, nuestro país perdería competitividad, afectando el crecimiento y la estabilidad económica que ha alcanzado. Sin embargo, este argumento ha sido refutado en diversas ocasiones, destacando que un país como la República Dominicana, que representa la séptima economía de América Latina y la novena del continente si se incluye a Estados Unidos y Canadá, tiene la capacidad de implementar soluciones como la robótica, la inteligencia artificial y otras herramientas tecnológicas para sustituir gradualmente la mano de obra humana en sectores estratégicos.

Razón socialn muchas ocasiones, el pueblo dominicano clama por acceder con calidad a servicios básicos. Se utiliza la analogía de los aviones: “Primero colóquese usted su mascarilla y luego, si es seguro, ayude a su vecino”. Este ejemplo ilustra la necesidad de priorizar las necesidades de los dominicanos antes de extender ayuda a los inmigrantes.

Los inmigrantes haitianos y su impacto en el mercado laboral

Los inmigrantes haitianos, incluidos aquellos en situación irregular, suelen trabajar en sectores con escasez de mano de obra, como la construcción, la agricultura, los servicios domésticos y la hostelería. Sin embargo, algunos empresarios dominicanos, de manera irresponsable, optan por emplear mano de obra haitiana más barata, desplazando a los trabajadores locales.

Aunque hay quienes argumentan que sin la mano de obra haitiana sectores como la construcción y la agricultura colapsarían, esto también ha sido exitosamente objetado. Si bien los dominicanos muestran menos interés en esos trabajos, esto se debe en gran medida a la falta de protección y condiciones laborales adecuadas para desempeñar dichas labores.

Esto genera una paradoja: mientras algunos inmigrantes haitianos agradecen las oportunidades laborales, otros califican a la República Dominicana como un país explotador, lo que refleja la complejidad de esta relación laboral y social.

En uno de mis artículos, el cual trata sobre la importancia de la inversión en la Zona Especial de Desarrollo Fronterizo, resalto:

“La falta de inversión y desarrollo económico en esa región ha limitado considerablemente la explotación de los recursos de las provincias fronterizas, causando despoblación, abandono de recursos, intensificación de la pobreza y desolación en la referida zona”.

Conclusión

En este contexto, es lógico que los habitantes de las provincias fronterizas emigren en busca de una mejor calidad de vida. Sin embargo, esta misma circunstancia reduce nuestra presencia y, por ende, el control social en esa parte del país.

El desarrollo de la Zona Especial de Desarrollo Fronterizo no solo representa un llamado urgente de esa región al Estado, sino que también busca garantizar condiciones de vida dignas a los dominicanos que allí residen. Ellos, los dominicanos de la frontera, son la primera línea de defensa del país.

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